Hace algún tiempo quienes escribían en periódicos, hablaban por la radio, TV ó pronunciaban encendidos discursos en sitios públicos o cerrados… no se atrevían a utilizar vocablos de esos llamados vulgares (groserías). ¡Eso se acabo! “¡Viva la pepa!”…
El pueblo, supongo que de todos los países, en su lenguaje popular, en su jerga, usan diferentes términos que son una especie de comodín -utilizado con fines y contenidos diversos-; por ejemplo, en el Estado Sucre –no se si en otras regiones es igual- yo aprendí hace años, entre otros, el término “guarandinga” que la gente del pueblo lo utiliza con significados diversos: “dame la guarandinga”, “¿Qué guarandinga es esa?”, “deja la guarandinga” etc.…con tantos usos como la palabra “cosa” que va desde su contenido sutilmente libidinoso hasta un verdadero comodín: “dame la cosa esa”, “deja esa cosa”, “¿Qué cosa es esa?”, etc. Y así otras muchas que en boca del pueblo no suenan vulgares, sino naturales por sus limitaciones en el conocimiento del idioma…así nos lo decía nuestro profesor (J. M. Morales) de Castellano y Literatura en la Escuela Normal de Cumaná hace mucho más de Medio Siglo; pero, ahorita, quienes somos “mayorcitos” (de 70 para arriba)…nos da escalofrío oyendo a los muchachos y muchachas (estudiantes ellos), con la sarta de grosería que expresan sus ideas e intimidades juveniles…Bueno, eso es parte de nuestro país de hoy… No del futuro aspirado.
Pero no sólo son los muchachos. El ilustrísimo intelectual Arturo Uslar Pietri, convocó y realizó una Marcha de intelectuales, creo en la década de los 70, que llamó “la marcha de los pendejos”…y esa la palabra “pendejo” se popularizó entre políticos, letrados, columnistas y aprendices de intelectuales. Ahora la palabra CARAJO -antes reservada al vulgo- no se qué gran figura política la diría en un acto público antes de Chávez; mas, ahora a chavista que en su discurso no incluya un “carajo” bien gritado… está “pillao” - y a veces pronunciado hasta con “arrechera”, tratando, también, de superar a Capriles-, pareciera sentirse inconforme con lo dicho antes en su pieza oratoria. Para nosotros, así nos llamen “pures desfasados”…este lenguaje no es revolucionario ni eleva el nivel cultural del pueblo.
