Base yanqui de Guantánamo no será eterna

De tanto hablar de la necesidad ética y moral de que el gobierno de
Estados Unidos clausure la prisión y centro de tortura de detenidos
acusados de actividades terroristas que ilegalmente opera fuera de su
territorio nacional, se pasa por alto la obligación histórica y
jurídica que tiene Washington de devolver a Cuba el pedazo de su
patria donde está enclavado el vergonzoso centro, contra la voluntad
de los cubanos y de su gobierno.

Los cubanos venían luchando muy duro por su emancipación desde 1868 y
estaban a punto de obtenerla cuando Estados Unidos intervino en su
guerra de independencia acusando a España de la misteriosa explosión
del acorazado USS Maine en el puerto de La Habana, cuando realizaba
una visita de cortesía a las autoridades coloniales ibéricas en
febrero de 1898.

Tras una batalla de nueve días por la bahía de Guantánamo, soldados
norteamericanos al mando del Contralmirante Bowman H. McCalla
derrotaron a la guarnición española por la fuerza de sus cañoneras.
"Ahora que han visto a Guantánamo, nunca renunciarán al control de esa
posición" escribió entonces a un amigo el patriota y diplomático
cubano Manuel Sanguily.

A inicios de 1901, cuando se llevaba a cabo la asamblea llamada a
dotar a la futura república de una Carta Magna, Elihu Root, Secretario
de Guerra de los Estados Unidos, adelantó sus criterios acerca de las
estipulaciones que el pueblo de Cuba “debe desear” ver incluidas en su
Constitución. Entre ellas estaban el derecho a que Estados Unidos
pueda intervenir libremente en los asuntos cubanos y crear las bases
militares que estime necesarias en territorio cubano.

Estas y otras exigencias estadounidenses formaron parte de la Enmienda
Platt, aprobada por el Senado estadounidense en marzo de 1901 a
propuesta del Senador Orville Platt y presentada en la convención
constituyente cubana para su adopción. Estados Unidos retiraría sus
fuerzas de la isla sólo luego que ella fuera incorporada a su
Constitución.

Los cubanos se opusieron en masa a la Enmienda Platt. Juan Gualberto
Gómez, destacado líder independentista y delegado en la asamblea
constituyente, advirtió que la inclusión de tales reclamos
estadounidenses transformaría a los cubanos en sus “vasallos”.

Sin embargo, la Convención, sometida a enormes presiones, tuvo que
adoptarla. Lo hizo por votación dividida ante la alternativa
amenazadora de que, si la enmienda Platt no se incluía en su
constitución, la isla permanecería por siempre ocupada. (La historia
de Puerto Rico ha demostrado que aquella amenaza era real).

La marina norteamericana impuso enseguida dos acuerdos que dieron a
Estados Unidos el control de la bahía de Guantánamo y un espacio
circundante de 45 hectáreas, equivalente a dos tercios el tamaño de
Washington, D.C. El alquiler anual sería de $2.000, pagadero en oro;
el contrato de arrendamiento era "por el tiempo necesario" y por tanto
carecía de fecha límite.

Desde el principio las condiciones eran ambiguas. Por ejemplo, Cuba
retendría "en última instancia” la soberanía, pero Estados Unidos
ejercería una "completa jurisdicción y control", que asumió al
mediodía del 10 de diciembre de 1903.

Una brigada de Marina, cinco empresas navales y unos pocos cubanos
observaron cómo la bandera de las barras y las estrellas fue izada con
el saludo de veintiún cañonazos. No hubo altos funcionarios cubanos en
la ceremonia. Un diario norteamericano escribió: “Los cubanos no
estaban dispuestos a sancionar con su presencia un acto que consideran
injustamente impuesto a ellos".

Un segundo contrato firmado en 1934, en consonancia con la “Política
del Buen Vecino” de Franklin D. Roosevelt, revocó las provisiones
constitucionales que permitían a Washington intervenir en Cuba a
voluntad e incrementó la renta a $4.085, pero no fijó fecha de
prescripción el contrato. La Marina de guerra se había extendido sobre
un área adicional de alrededor de mil acres pero el nuevo acuerdo
legitimó el hecho al señalar que: “la base continuaría ocupando el
área territorial que ahora tiene". Según el nuevo texto del acuerdo
impuesto a los cubanos éste podría terminar por la retirada de EUA o
por acuerdo bilateral, pero no por acción unilateral cubana.

El pasado 22 de mayo de 2014, la Cámara de Representantes del Congreso
de Estados Unidos rechazó un proyecto de acuerdo que autorizaría al
presidente Obama a cerrar la ilegal cárcel que opera en la base de
Guantánamo. Es necesario que la ciudadanía estadounidense sepa que tal
cierre no resolvería, por sí solo, la no menos vergonzosa violación
del derecho internacional que constituye la ocupación arbitraria de un
pedazo del territorio de un país vecino cuyo único dueño es el pueblo
cubano.


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Manuel Yepe

Abogado, economista y politólogo. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana, Cuba.

 manuelyepe@gmail.com

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