La Cota Vargas, para dejar de pensar y de ser chiquitos

Cota, en términos topográficos, es. la altura de un punto sobre el nivel del mar. estoy seguros de que muchos han oído hablar en la región capitalina venezolana, sobre la "Cota Mil" para referirse a la amplia autopista que borde la hermosa montaña, antes conocida como "El Ávila" o lo que originariamente, conocemos y se ha rescatado su nombre, en la voz indígena "Guaraira Repano". El caso es que dicha autopista, alcanza su punto más alto en mil metros sobre el nivel del mar. Por esta razón decimos "Cota Mil" a dicha autopista, que descongestiona y enseña la magnificencia del área metropolitana, además de que ha permitido la planificación del Estado, que dentro de la demagogia y corrupción de la IV República adeco-copeyana habían permitido el desorden urbanístico en medio de la explosión demográfica.

En el caso de Vargas, este Estado, como territorio político novísimo, desapasionándonos en un análisis frío y racional, podemos afirmar que, aún o apenas, está en construcción, dado que no hay una infraestructura propia de un Estado, ni antes de la tragedia del pasado año 1999, ni después, muy a pesar de los esfuerzos que han realizado el Cdte Hugo Chávez y ahora, el Presidente Nicolás Maduro, en la gestión que ha liderado el Gobernador de Vargas, Gral/J. Jorge L García Carneiro, con obras bajo sus dos gobiernos regionales, de envergadura, pero que no alcanzarán la magnificencia y grandiosidad esperadas, porque vivimos apretados en una sola calle grande o carretera, a la que damos en llamar "avenida", porque es lo más nuestro que tenemos, algo que, aunque estrecho y compuesto de partes de asfaltos y a ratos, otra de cemento, nos dan la impresión de que únicamente existen el este y el oeste, siempre con vista al mar, sin la menor posibilidad de poder contemplar nuestra urbe, desde lo alto, como sucede en la Cota Mil.

En lo que hasta hace poco, daban en llamar el Departamento Vargas, estaba saturado poblacionalmente. Pero, mucho antes, desde la colonia, de cuando existía la empresa transnacional Güipuzcoana, ubicada en la localidad de la Guaira, con sus alrededores, llenos de pobreza y miseria, dada la cantidad de esclavos y mano de obra barata, además de los históricos y tradicionales burdeles, hoy, casi en extinción, gracias a la modernidad que, en su globalización, toda ubicuidad es virtual, ha permitido que el burdel no tenga asiento geográfico fijo, como lo representaban en los filmes como "La balandra Isabel llegó esta tarde" (Guillermo Meneses, autor del cuento homónimo) y "El pez que fuma" (producida por Román Chalbaud y José Ignacio Cabrujas, este último, autor de la novela), más las zonas de cimarrones, es decir, de negros y esclavos libertos, que huyeron y se establecieron en zonas vecinas costeras, que hoy conforman hermosos pueblos alegres y muy festivos, de la Parroquia Chuao y Naiguatá, que algunos hipercríticos racistas, califican de pueblos de "negros flojos y zánganos".

Toda esta perorata, la única intención que persigue es llamar la atención acerca de que urge construir la Cota Vargas, que, tal vez, pueda alcanzar entre los 800 y los mil metros sobre el nivel del mar, que además, serviría como cortafuego contra el crecimientos de los horribles cordones de miseria en los cerros de la Guaira hasta Canaima y Marlboro; ampliaría la proxemia entre las personas acostumbradas ya, al pegoste sudoroso de la cercanía física entre las personas cuando conversan; abriría psicológicamente la dimensión inmaterial en el pensamiento y raciocinio de las personas; permitiría, reurbanizar el nuevo Estado Vargas, acabar con tan burdas colas y horas de tráfico vehicular pesado y; finalmente, haría posible que las obras planificadas por el gobierno regional, adquieran ribetes de grandeza y cualidad estética, que requieren de suficiente espacio físico y geográfico, que aspira a convertirse en un ensueño para un "turismo chévere", que, infortundamente, se ve frustrado y truncado, porque en Vargas todo está amuñuñado en torno a la única angosta vía de ida y vuelta que tenemos. Hagamos la Cota Vargas, por amor a las generaciones futuras. Esto solo es posible, en revolución.


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Luis Alexander Pino Araque


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