Unidad partida

En el acto unitario en el que la oposición sellaría su pacto de sangre para mantenerse indivisible hasta el fin de los días, no fue posible ocultar los lunares del divisionismo y la exclusión. Los medios hicieron cuanto pudieron para maquillar los encontronazos, sin embargo, la condición humana todavía no sabe controlar las pequeñas pasiones. Perdonen si las últimas frases les parecen letra de bolero, pero qué se le va a hacer, así es las política.

El cónclave se llevó a cabo en el Ateneo de Caracas, donde tanto teatro se ha montado, tanta comedia se ha escenificado y tanta tragedia se ha presenciado. El día escogido para el compromiso no podía ser más emblemático: 23 de enero, a cincuenta años de la caída de Marcos Pérez Jiménez y, poco después, del pacto de Punto Fijo, por cuya resurrección imploran y oran los espiritistas.

AD y esos pedazos de AD que son Un Nuevo Tiempo y Alianza Bravo Pueblo; COPEI y esos pedazos de COPEI que son Proyecto Venezuela y Primero Justicia, más algunos grupos de la derecha irredenta y de la izquierda arrepentida, todos unidos como un solo hombre y un solo bloque se congregaron en el teatro para la puesta en escena de la “ansiada unidad”, un lugar común de todo lugar donde exista división.

El mismo día fue publicado un comunicado con idéntico título al que lanzaron los intelectuales en 1958. Toda una ironía porque en este remitido de 2008 confluyen perseguidos y perseguidores de la democracia representativa; torturados y torturadores del pacto de Punto Fijo; allanadores y allanados de la universidad venezolana, enemigos y defensores de la autonomía, todos ahora en una extraña simbiosis.

Cuando la armonía en el Ateneo de Caracas alcanzaba el climax de “agárrense de las manos” con que el Puma hacía gemir a Lila, como una tromba irrumpió en el recinto el ínclito líder opositor Oscar Pérez, mal llamado Motorhead, quien denunció el sectarismo excluyente (valga la redundancia) y reclamó no haber sido invitado al acto con sus legionarios del autodenominado “Comando Nacional de la Resistencia”.

El reclamo, con efecto retardado, le encendió oportunamente la chispa al despistado Antonio Ledezma, quien aunque ya había firmado y todo, se dio cuenta de que tampoco había sido invitado, o sea, que estaba coleado. De inmediato, tomó la palabra para hacer el respectivo reclamo “y que conste en acta”. De esta manera, Ledezma quedaba bien, como siempre, con los participacionistas y con los abstencionistas, con los “blandos” de la alianza y con los “duros” del CNR. Desde su catafalco, un descompuesto Oswaldo Álvarez Paz gruñó que también a él lo habían pasado por bola, excluyéndolo de la olvidadiza unidad. “Mal comienzo”, vociferó.

En el acto unitario, igual encandilaba por su ausencia la dirigencia estudiantil opositora. Mucha marcha, muchas manos blancas, mucha pantalla mediática pero, a la hora del té y el reparto, no le pasaron tarjeta. El cura Ugalde y Globovisión, que pensaban colocar fichas en alcaldías y gobernaciones, no disimulaban su rabieta. La política es cursis y sublime, pero sobre todo, dura e impía.

Los medios, en general, no registraron la (re) sentida protesta de Oscar Pérez, con excepción de Ultimas Noticias. Este ideólogo de la oposición, quien por lo demás siempre ha recibido un hiperbólico despliegue mediático, por primera vez era descaradamente censurado. Si la cosa hubiera sido contra Chávez, así fuese un disparate, pasa. Pero eso de mostrar las fisuras o grietas en la oposición no se puede permitir. A zapatear para otro lado con su pintoresco Comando Nacional de la Resistencia, que no es comando, no es nacional ni es resistencia.

Para cerrar el glorioso día, la marcha estudiantil oposicionista que saldría de la UCV fue suspendida por escasa asistencia, un mal forfait para empezar el año. La unidad nacía partida y pegada con saliva de loro, entre el berrinche de los que se consideraban excluidos y el mutis de quienes, por extraño olvido, no fueron invitados.

earlejh@hotmail.com


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

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