¿La oposición pudo haber ganado ?

El llamado "Corolario Roosevelt". El policía de la región, anunciado el 6 de diciembre de 1904, daba al Gobierno estadounidense la potestad de intervenir en Latinoamérica y el Caribe en caso de percibir que la situación en un país podía deteriorarse hasta causar disputas con potencias extracontinentales, especialmente europeas.

"Todo lo que este país desea es ver a sus vecinos estables, organizados y prósperos […] pero los comportamientos incorrectos crónicos […] requieren la intervención de alguna nación civilizada, y en el Hemisferio Occidental el apego de Estados Unidos a la Doctrina Monroe nos obliga […] a ejercer un poder internacional policial", expresó el entonces presidente.

A partir de entonces, sería invocado en repetidas ocasiones cuando los derechos o propiedades estadounidenses "podían estar en peligro" en cualquier país latinoamericano o del Caribe. La intervención militar en los asuntos internos de la nación "perturbada", con el presunto objetivo de restablecer el orden y la seguridad de los derechos y el patrimonio de ciudadanos y empresas, sería una acción común.

Solo en las primeras décadas del siglo pasado, República Dominicana (1904 y 1916), Cuba (1906), Nicaragua (1909, 1912 y 1926) y Haití (1915) resultaron víctimas de esta práctica.

Con el paso de los años, EE.UU. modificó su táctica y de las intervenciones armadas pasó a los golpes de Estado, con los cuales aseguraba la instauración de gobiernos afines a su política en la región, sin que su rol en estos procesos quedará manifiesto.

Golpes de Estado como los dados en Cuba (1952), Guatemala (1954), Brasil (1964), Chile (1973), Argentina (1976), Granada (1983), Panamá (1989) e incluso el apoyo al intento fallido contra Hugo Chávez en Venezuela (2002), la deposición del entonces presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide (2004) y el derrocamiento a Manuel Zelaya en Honduras (2009), por solo mencionar algunos, llevan el sello de las intenciones estadounidenses en la región.

En la última década el área no ha perdido importancia estratégica para Washington y sus intereses hegemónicos. Tan recientemente como en febrero de 2018, el entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, aseguró que la Doctrina "es tan relevante hoy como el día en que fue escrita".

Tillerson dijo entonces sobre el creciente protagonismo de China en la región que "América Latina no necesita un nuevo poder imperial que sólo busque beneficiar a su propia gente".

Poco antes, exconsejero de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Bolton, expresó que "la injerencia rusa en América Latina podría inspirar a Trump a reafirmar la Doctrina Monroe", una manifestación más de la animadversión del acercamiento del país euroasiático al continente, que se remonta al rechazo a las estrechas relaciones entre Cuba y la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Sobre este tema, el analista internacional Lázaro Barredo consideró que EE.UU. busca pretextos para intervenir en América Latina con el fin de evitar la presencia de Rusia y China en el área.

El analista detalló que estos países han afianzado relaciones de cooperación con el área en los últimos años, provocando que los empresarios estadounidense encuentren contrapartes cuyas relaciones con el continente se realizan dentro de las normas del derecho internacional y resultan más ventajosas.

Bolton aseguró que "hemos dejado muy claro que la Doctrina Monroe está vigente en esta administración", sin embargo, la razón que dio para ello, "tener un hemisferio completamente democrático", catalizadora de calumnias contra disímiles gobiernos, es solo una excusa.

Incluso medios estadounidenses como el diario The Wall Street Journal han desarrollado argumentos en torno a la injerencia en la crisis venezolana como una una nueva estrategia de Washington encaminada a expulsar a otras potencias de la región.

De esa manera, acciones como el apoyo de Trump al autoproclamado presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, el recrudecimiento de las sanciones económicas y las medidas de seguridad contra Cuba y la satanización del gobierno nicaragüense, resultan muestras claras de las estratagemas de la Casa Blanca para impulsar y expandir su presencia en Latinoamérica.

La forma de interpretarlo varía, pero el dogma sigue vigente en la política estadounidense, la Doctrina Monroe seguirá promoviendo una América para los (norte)americanos, y luchará por mantener fuera de la región a potencias extracontinentales, no ya ante el temor de una presunta invasión, sino con la meta de debilitar los lazos de cooperación y comercio y continuar monopolizando el área que siempre han considerado su patio trasera.

En el informe del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), se detalla cómo el gobierno de Donald Trump ha tenido aliados internacionales para atacar a Venezuela, afectando la salud y bienestar de los venezolanos.

Las sanciones internacionales alargan el conflicto pero no lo resuelven

Los recursos bloqueados suman un total de 9.000 mil millones de dólares con apoyo del Reino Unido, Gran Bretaña, Irlanda, la Unión Europea, Alemania, Bélgica y Francia. A través del informe se destacan 9 puntos en específico que detallan como se han bloqueado cada uno de los recursos.

Desde mayo de 2017 la institución financiera británica Barclays Bank PLC congeló más de 121 millones de dólares de una cuenta del Banco Central de Venezuela. La entidad financiera dijo que la acción era para cumplir con las regulaciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros de los Estados Unidos (OFAC), es decir cumplir con las sanciones impuestas por EEUU.

En febrero de 2019 el gobierno de EEUU incautó la empresa CITGO Petroleum Corporation, la compañía petrolera con sede en Houston propiedad de PDVSA por un valor de más de 5.200 millones de dólares en activos netos.

Ese mismo año la institución financiera portuguesa Novo Banco congeló más de 1.700 millones de dólares de una cuenta del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela BANDES. El banco señaló que debían cumplir con la Oficina de Control de Activos Extranjeros de los Estados Unidos (OFAC).

En marzo de 2019 la institución financiera Euroclear con sede en Bélgica congeló más de 34 millones de dólares en valores de una cuenta en el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela BANDES, con la misma excusa de cumplir con las condiciones de la OFAC.

El Banco de Inglaterra confiscó más de 1.700 millones de dólares del Banco Central de Venezuela. La empresa declaró que su decisión fue tomada tras consultas con el Secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, como resultado de la decisión del Reino Unido de no reconocer a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela.

Ese mismo año en el mes de abril, la institución financiera francesa Banque Delubac & Cie congeló más de 34 millones de dólares de una cuenta del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela BANDES, alegando que su decisión fue tomada como resultado del estado de incertidumbre en Venezuela. De igual manera la institución financiera Liechtenstein Union Bank AG congeló más de 21 millones de dólares de una cuenta del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela BANDES.

Durante este año el Citi Bank con sede en Nueva York, ha congelado más de 342 millones de dólares de una cuenta del Banco Central de Venezuela, asegurando que debían cumplir con la OFAC.

Alemania también aplicó la confiscación de cuentas bancarias propiedades de instituciones del Estado Venezolano con depósitos de más de 38 millones de dólares.

¿La oposición pudo haber ganado ? las parlamentaria 2020

Este cuadro de derrota obliga a la oposición a recomponerse. A comenzar de nuevo. A plantearse de nuevo qué política seguir. Si concurrir o no a las nuevas elecciones. Si plantearse otra negociación. Apostar a la implosión del régimen es apostar a lo impredecible. Es como apostar –de hecho, algunos lo han hecho- a la intervención extranjera. Apostar a la guerra es apostar a un mundo oscuro. Plantearse si la línea de la presión y las sanciones internacionales alargan el conflicto pero no lo resuelven. Plantearse qué va a pasar después de la coyuntura electoral del 6 de diciembre del 2020 y después de derrota sé Donald Trump ante la victoria de Biden en los Estados Unidos, y si la política de la Casa Blanca cambiará una vez quede atrás la retórica electoral que determina la acción de algunos factores de la oposición , hay y vendrán nueva conversaciones" entre el gobierno y la oposición para acabar con él bloqueo a Venezuela.



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Antonio J. Rodríguez L.


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