A propósito de la violencia contra VTV y la función política de su línea editorial

Durante estos días de semana santa, ha estado circulando por las redes, un video en el que se observa a un grupo de manifestantes adversos al gobierno, precipitarse sobre varios trabajadores de la planta televisiva del Estado, con la finalidad de expulsarlos del lugar. Incluso, aparece una doña de unos 60 años o más, arrancar con clara expresión de ira, el cable conectado al micrófono que el periodista entre maromas, trata de retener. En fin, se ve una masa heterogénea compuesta de visiones y tensiones contrapuestas, en la que una tendencia arrastrada por la irracionalidad de las pasiones políticas, se deja llevar por las tentaciones de la violencia. Hecho indiscutiblemente deplorable, ya que hace un flaco favor a la democracia y por el contrario, justifica las acciones totalitarias del poder. Sin embargo, allí mismo otra tendencia en un acto de racionalidad política, entiende que no debe dejarse empujar por las provocaciones, evitando mayores excesos que pusieran en vilo la integridad física de los trabajadores de la información. Finalmente el periodista de VTV logra difundir la línea editorial del medio al que representa. Se le escucha decir: que" quienes critican que no exista libertad de expresión en Venezuela, son quienes impiden que VTV haga su trabajo informativo". Se le olvidó decir a este periodista, que quienes lo protegieron de la violencia, eran también manifestantes, dando así una demostración de objetividad periodística.

El episodio, más allá de la evidencia empírica, obliga a la reflexión en relación al papel que el medio televisivo en cuestión viene desempeñando en su deber como prestador de un servicio público, especialmente por tratarse de un bien de propiedad de la república, vale decir, de todos los venezolanos. Una institución cuya línea editorial se ha circunscrito a mera agencia publicitaria del poder ejecutivo nacional, en el que no hay lugar para el pluralismo informativo, solo despierta desconfianza. VTV es utilizada la más de las veces, como tarima para amenazar y criminalizar la disidencia por parte de la nomenclatura del PSUV. Punto de vista que por cierto, no da por descontada la pluralidad y objetividad de los medios privados de información. Y es allí donde el Estado venezolano, guiado por la Constitución y las leyes, está en el deber de garantizar que aquellos, informen en los límites de un Estado Constitucional. No obstante, esta garantía que debería comenzar con el ejemplo del canal de "todos los venezolanos", está lejos de ser cumplida. Venezolana de Televisión es la primera en despreciar los valores constitucionales relacionados con la democracia comunicacional, toda vez que su política editorial, desprecia el pluralismo informativo.

Por estas razones, cuesta creer que la presencia del canal del Estado en los distintos escenarios de la vida política venezolana, sea con la intención de informar de manera veraz y transparente. Lo que nos remite nuevamente al video objeto de nuestra reflexión y a la siguiente conclusión: no fue precisamente con la intención de divulgar el descontento popular, la razón que justificara la presencia de VTV en la manifestación opositora. A mi modo de ver, se trató de un acto de provocación a fin de descalificar y criminalizar el derecho constitucional a la protesta. Por esta y otras razones, esta planta televisiva, no puede más que ganarse la desconfianza de sus legítimos propietarios. Cuestión que no justifica bajo circunstancia alguna, el uso de la violencia hacia ninguno de sus integrantes, sean directivos, camarógrafos, periodistas, etc. Con ignorarla o proscribirla de nuestras preferencias televisivas, se hace mucho más que agrediendo. No hay que caer en provocaciones violentas, que alimenten las pretensiones de una línea editorial que solo aspira descalificar el derecho a la disidencia, abriendo el cauce a persecuciones policiales y demás formas de represión. VTV hay que repetirlo, ha sido desfigurada conforme a las directrices de un régimen patrimonialista que ha privatizado el erario público, con el único fin de perpetuar en el poder a una élite burocrática y parasitaria. Élite que por cierto, habiendo destruido PDVSA se encuentra en consecuencia, ante el dilema de una deficitaria renta petrolera para satisfacer sus privilegios. Razón por la cual en los actuales momentos, va con todos sus fueros por la renta minera, aun al precio de obliterar las condiciones materiales que harían posible la vida digna de nuestras futuras generaciones. Usemos pues, el arma de los argumentos y demos la espalda a toda forma de violencia.



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