Paramilitares y policías dispararon toda la noche, denuncian estudiantes y religiosos

Nicaragua / Dos muertos tras sitio a iglesia de Managua

Una estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua que se había refugiado en la parroquia Divina Misericordia es recibida por sus familiares, luego de que la Iglesia católica negoció con el gobierno la liberación de las personas que se habían escondido en ésta.

Una estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua que se había refugiado en la parroquia Divina Misericordia es recibida por sus familiares, luego de que la Iglesia católica negoció con el gobierno la liberación de las personas que se habían escondido en ésta.

Credito: Ap

Domingo 15 de julio de 2018.-

Managua

Al menos dos jóvenes murieron y decenas resultaron heridos durante el ataque de la policía y grupos paramilitares contra la parroquia Divina Misericordia, en esta capital, donde se refugiaron cerca de 200 personas –entre estudiantes, periodistas y religiosos– desde la tarde del viernes pasado, después de que fue asediada la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN).

"Las balas nos pasaban silbando por la cabeza", relató un joven que llevaba el rostro cubierto y se identificó como El Negro. Los paramilitares estaban a 50 metros. "Nos atacaron sin piedad e intentaron dos veces quemar la iglesia con nosotros adentro", añadió.

Hombres encapuchados y armados atacaron a tiros la UNAN la tarde del viernes pasado. Los estudiantes, atrincherados, y un grupo de reporteros, quienes cubrían la embestida, huyeron hacia la iglesia para resguardarse. Sólo un parque divide ambos recintos. Allí fueron asediados toda la noche y madrugada. "Los disparos nunca cesaron, nadie puedo descansar", relató otro alumno.

Los estudiantes, al temer por sus vidas, enviaron mensajes de despedida a familiares y amigos. Lo hice por la patria y no me arrepiento. Perdóname, mamá, te amo, dijo una joven, llorando, en un video que grabó detrás de una barricada.

A las siete de la mañana de ayer una misión católica, encabezada por el cardenal Leopoldo Brenes y el nuncio apostólico Waldemar Sommertag, finalizó la violencia tras una larga negociación con el gobierno. Después de dos horas fueron liberadas todas las personas.

Raúl Zamora, párroco de la iglesia, dijo que el templo estuvo bajo fuego más de 12 horas.

Los dos jóvenes que fallecieron tenían disparos en la cabeza. Uno murió en la parroquia y otro desangrado en una barricada. Estudiantes liberados denunciaron en el Canal 14 que sus compañeros perdieron la vida porque los paramilitares impidieron el ingreso de ambulancias a la iglesia.

Tanto los alumnos como la misión de religiosos responsabilizaron al gobierno de Ortega y a las autoridades educativas de permitir el ingreso de paramilitares.

Todas los liberados salieron en dos autobuses escoltados por los obispos y la Cruz Roja, quienes se encargaron de trasladarlos a la Catedral de Managua. Durante su recorrido, una caravana de autos se les unió para escoltarlos y miles de personas en las calles agitaron banderas de Nicaragua y los ovacionaron.

Automóviles sonaban sus bocinas y los jóvenes respondían con el puño en alto. En la catedral fueron recibidos por familiares y cientos de pobladores, decenas de periodistas y activistas humanitarios.

Muchos jóvenes, la mayoría adolescentes, buscaron ansiosos a sus familiares, a quienes no veían desde el 17 de abril, cuando se atrincheraron en la UNAN para protestar contra el gobierno del presidente Daniel Ortega por una ley que modificaba el sistema de pensiones del seguro social, la cual fue derogada posteriormente.

En una breve conferencia, los jóvenes denunciaron que varios de sus compañeros fueron secuestrados por paramilitares y que se desconoce su paradero. También negaron las versiones de algunos medios oficialistas sobre posesión de armas de fuego en la universidad.

La Conferencia Episcopal de Nicaragua acusó ayer "falta de voluntad política" para dialogar con la oposición y solucionar una crisis que ha dejado más de 270 muertos.

Los gobiernos de Costa Rica, Panamá y Brasil, así como las organizaciones de Naciones Unidas, de Estados Americanos y Human Rights Watch condenaron el uso "desproporcionado" de la fuerza contra los estudiantes.



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