Parte XV

En defensa del proceso revolucionario en Venezuela

Apuntes para la elaboración de una estrategia revolucionaria, bolivariana y socialista en tiempos de traición.

La memoria revolucionaria histórica

Refrescando nuestra memoria histórica, en la mayoría de las revoluciones del siglo XX podemos notar una gigantesca discrepancia entre la fortaleza cuantitativa y cualitativa de las clases oprimidas que estuvieron comprometidas en el cambio social radical y las luchas de clase.

En África del Sur, por ejemplo, en la segunda mitad del siglo XX, los movimientos de los Congresos de los Pueblos africanos (encabezados por Nelson Mándela y otros) tenían el apoyo de millones de africanos empobrecidos y fueron liderados por activistas liberales, pacifistas y reformistas, que frecuentemente enarbolaban consignas marxistas, logrando fama internacional, pero no desarrollaron ni podían desarrollar una praxis y teoría revolucionarias, un programa emancipatorio para África del Sur. Por otro lado, en la tradición de la Convención Africana y el Movimiento Unitario de Sudáfrica, excelentes marxistas y trotskistas revolucionarios estuvieron analizando los ternas nacionales e internacionales, haciendo excelentes contribuciones a los problemas de organización y de construcción de un partido socialista revolucionario de vanguardia y a la construcción del socialismo en África del Sur.

Sin embargo, nunca lograron una fortaleza cualitativa, nunca pudieron capturar la imaginación inmediata de las masas oprimidas, nunca pudieron transformar la teoría revolucionaria en praxis concreta de largo plazo, en poder proletario material. De hecho, por muchas décadas hemos perdido la posibilidad de una revolución sudafricana, a pesar del hecho que las condiciones objetivas, esto es, económicas de los pobres de Sudáfrica hoy son tan precarias o casi peores que bajo la explotación del nefasto Apartheid. La realidad ha verificado que en Sudáfrica nunca tuvimos una lucha de razas', sino que siempre fue una lucha de clases disfrazada de 'razas' dentro del capitalismo mismo. De esto deberíamos darnos cuenta en Venezuela para que tengamos claro que nuestro más grande enemigo es el enemigo de clase, es el explotador que se apropia de los frutos de nuestro trabajo en el marco del capitalismo. Acabar con el explotador, acabar con la apropiación privada de los frutos del trabajo de un gran colectivo de trabajadores, sólo existe un arma: la lucha de clases emancipatoria, conducida con conciencia marxista en contra de la violencia sistémica y del terror sistemático de las clases dominantes.

Como explicado por León Trotsky, dentro del contexto del desarrollo histórico igual, desigual y combinado, comencemos entonces nuestra aproximación emancipatoria global con el poder, con la táctica y estrategia de los trabajadores, con un enfoque clasista de la fortaleza revolucionaria proletaria contemporánea, con las ideas y acciones de Lenin, aquél genio marxista de la praxis y teoría revolucionaria en la época de la descomposición del capitalismo. La revolución bolivariana, debido a su condición transhistórica, forma parte integral de todas las deliberaciones que hacemos aquí. El poder de la clase dominante nos destruye, tenemos que conquistarlo con fuerza emancipatoria, tenemos que desmantelar su poder capitalista destructivo y erradicar el poder del capitalismo global para siempre, reemplazándolo con creatividad natural y creación humana.

El problema de la fortaleza cualitativa y cuantitativa del actual proceso emancipa torio

Primero, con el fin de desarrollar tácticas y estrategias concretas para la venidera etapa decisiva del socialismo bolivariano en Venezuela y América Latina, tenemos que resaltar el problema revolucionario de la fortaleza cualitativa y cuantitativa del actual proceso emancipatorio en Venezuela. En ía lucha de clases, ¿por qué y hacia dónde fluctúa el poder revolucionario? ¿Por qué las masas de la clase trabajadora venezolana reaccionan y actúan en el 2007 de manera diferente que en e! 2002? Basadas en sus experiencias personales de las revoluciones rusas de 1905 y 1917, Lenin tenía algunas explicaciones importantes a este respecto que elaboraremos más adelante.

A lo largo de todo el siglo XX, con pocas excepciones, estuvimos (y todavía estamos) ante el hecho de que aunque muchas organizaciones y partidos políticos socialistas y marxistas verdaderos han hecho contribuciones teóricas revolucionarias que mantienen su validez hasta el día de hoy, no han sido capaces de alcanzar una base popular de masas para la revolución permanente. En contraste, movimientos de índole pacifista, liberal y de liberación nacional, democrático-burgués que estuvieron (y siguen estando) mucho menos inclinados hacia la teoría revolucionaria, han logrado su objetivo de manera definitiva con el apoyo entusiasta de las masas. Las interrogantes que vienen a la mente son: ¿Cuáles pueden ser las causas subyacentes? ¿Podemos lograr una verdadera revolución socialista sin un punto de vista radicalmente anticapitalista, esto es, sin teoría revolucionaria? ¿Es suficiente el mero accionar, el activismo revolucionario para tumbar al imperialismo mundial? ¿Pueden las caricaturas del socialismo detener el fascismo mundial?

Los catecismos, oraciones, sermones de la montaña, mandamientos, consensos y alianzas de clases, comisiones de la verdad, diálogos con el enemigo de clase y una revolución pacífica, ¿harán el trabajo por nosotros? ¿Podemos lograr una revolución socialista mundial exitosa sin la praxis y la teoría del marxismo, de la negación del capitalismo? ¿No es el marxismo el latido de corazón dialéctico del socialismo? Los líderes' reaccionarios en Venezuela y en otras partes del mundo que pregonan el anti-comunismo, el activismo ciego, el consenso de clase, el pacifismo democrático, el reformismo desdentado y quienes lanzan comisiones de la verdad, diálogos contrarrevolucionarios y consumismo capitalista utilizando propaganda fascista en sus medios de comunicación masiva internacionales, ¿porqué es que logran semejante éxito en seducir las mentes de los trabajadores y campesinos explotados, dominados y discriminados? ¿Por qué, de una manera tan fácil, se convence al explotado a afirmar, aceptar y hasta defender su condición de miserable explotado?

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José Antonio Velásquez Montaño


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