¿Y cómo pelaron ese boche?

Hace apenas unos días atrás, dos para ser exactos, Nicolás Maduro en un arranque de soberbia -o de desesperación, dependiendo de qué lado de la calle esté usted parado-, le lanzó un reto a los opositores a su gestión de gobierno que, por decir lo menos era una tentación del tamaño de una torta marmoleada cubierta de chocolate y acompañada de una buena taza de café a eso de las cinco de la tarde. Y sin embargo, ante tan jugosa oferta, a ninguno de los oposicionistas se les hizo agua la boca.

A pesar de que ellos, los líderes de la oposición manifiestan ufanos que cuentan con el apoyo de la mayoría de la población venezolana, fueron incapaces de asumir el reto y enfrentar en las mesas electorales al gobierno revolucionario.

Aunque con arrogancia proclaman a los cuatro vientos su ascendencia, su liderazgo sobre los ciudadanos inconformes y se vanaglorian de su poder de convocatoria, otra vez dejaron pasar el tren y jugaron a la no participación en la contienda electoral.

En un escenario lleno de tensión e incertidumbre, el presidente Maduro les espetó: "La oposición dijo que las elecciones del 06 de diciembre, son un plebiscito, ¡Acepto el Reto! Vamos a ver quién gana. Si ganamos, seguiremos hacia adelante, pero si perdemos la Asamblea Nacional, me voy de la Presidencia de la República. ¡Mi destino está en manos del Pueblo!". Más o menos esas fueron sus palabras, que deberían haber resultado extremadamente seductoras para para quienes desde el primer día del primero de sus mandatos han apostado por sacarlo de Miraflores por las buenas o por las malas.

El dirigente opositor y autoproclamado presidente en una placita del este de Caracas Juan Guaidó, fiel a su conducta en vez de cogerle el trompo en la uña a Nicolás, perdió una nueva y flamante oportunidad rechazando el proceso electoral parlamentario y decretando de antemano un fraude del cual seguramente no podrá presentar prueba alguna. Y con él se lanzaron barranco abajo una serie de personeros de la oscura política oposicionista venezolana.

La tesis de que yendo a votar se legitimaba "la dictadura", además de infantil suena absurda viniendo de alguien que se mueve por diversos escenarios internacionales anunciándose como presidente sin haber sido electo por nadie para ocupar ese cargo.

Los días del pseudomandato de Juan Guaidó están contados, con o sin elecciones parlamentarias, porque con los pésimos resultados que les ha presentado a sus patrocinadores norteños y con el cambio de inquilinos que se avecina para la Casa Blanca, es muy poco el respaldo sobre el que se pueda sustentar la farsa del autoproclamado.

En un país que sufre a diario la falta de agua, la escasez de gas, las fallas en el sistema eléctrico, la ausencia de gasolina, el vacío de los anaqueles, la insuficiencia de los servicios de salud, del transporte público, de la seguridad, hubiese sido una papaya el derrotar a un gobierno en el que hasta sus partidarios desconfían y sin embargo, nuevamente la dirigencia opositora tiró la toalla.

En medio de una pandemia que diariamente cobra miles de víctimas a nivel mundial, con una población que ante la virulencia del SARS-CoV 2 agente causal de la COVID-19 sufre de una paranoia plenamente justificada, hubiese sido muy fácil hacerse de unas cuantas curules, simplemente con sacarle punta al odio irracional que hacia todo lo que se identifique como chavismo tienen ciertos grupos de opositores, y nada… el temor a medirse dominó a la dirigencia opositora y se rajaron.

Al igual que en eventos anteriores, los líderes de la oposición sólo se atrevieron a argumentar la ausencia de garantías para no acudir a una cita cantada, que se sabía de antemano que tendría que ocurrir simplemente porque el tiempo para el que habían sido electos como parlamentarios se había agotado, sin que estos hubiesen cumplido con su labor de legislar y sin que hubiesen aprovechado ese tiempo para reorganizarse, tomar fuerza y apoderarse de ciertos espacios de poder fundamentales.

La mayoría de los críticos del gobierno de Maduro consideran que estas elecciones no son ni libres ni transparentes, y sin embargo hoy cuando como muchos acudí a ejercer mi derecho a votar, transité con toda comodidad y soltura por unas calles prácticamente vacías. Sufragar resultó ser un acto muy natural, emitir el voto fue expedito, no demoré más de 30 segundos, cosa que además de práctica -pensando en términos del coronavirus-, puede haber sido una de las causas para que los centros de votación no estuviesen congestionados.

Ante este panorama, el gobierno de Nicolás Maduro tiene este domingo todas las posibilidades de recuperar el control de un parlamento que naufragó en manos de la oposición.

Pasadas solo unas semanas de celebrarse el Bicentenario de los Tratados de Armisticio y de Regularización de la Guerra es bueno recordar las palabras que El Libertador Simón Bolívar, dirigió a Antonio José de Sucre luego de encomendarle la misión de apaciguar los ánimos soliviantados del general Santiago Mariño y que colocaban al ejército patriota al borde del resquebrajamiento y a la lucha independentista a las puertas de una guerra civil. Tras el éxito de sus gestiones, además de reconocer el buen tino y la delicadeza de Sucre, le menciona que: "La política es la que debe hacerlo todo".

"Hoy queda claro que la dictadura sigue quedándose sola", expresó Guaidó mientras emplazaba además a la población opositora, a participar en la consulta popular convocada por ellos sin la supervisión del ente electoral, para rechazar el proceso convocado por el CNE para este domingo 06 de diciembre. Negando así el papel preponderante de la política en la resolución de los conflictos humanos.

Ante este accionar tan torpe de la oposición venezolana, cabe la duda razonable de si de verdad ellos quieren acceder al poder político o si lo que en realidad les impulsa es el saqueo y la depredación de los bienes y las riquezas de la nación.

Derrotar a Maduro, asumiendo que las afirmaciones de los líderes opositores fueran ciertas y que en realidad ellos tuvieran la mayoría de los electores a su favor y que además contaran con un amplio poder de convocatoria, hubiese sido muy sencillo mandar a votar a todos sus seguidores por los candidatos de Bertucci o por los de Claudio Fermín que ya estaban oficialmente inscritos y deshacerse de de una buena vez de Nicolás pidiéndole que hiciera honor a su promesa. Pero no, nuevamente pelaron ese boche.



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Carlos Pérez Mujica


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