El capitalismo degrada la esencia humana y como decía Marx, refiriéndose a Feuerbach, la esencia humana es la esencia colectiva. La carga histórica es la carga humana que el capitalismo, en su esencia o mejor dicho, en su naturaleza, degrada el tiempo histórico, dice István Mészáros y ya que nos anima el concepto de esencia, ha ultrajado nuestra esencia cultural, porque hemos estado reducidos al valor que cada individuo ha poseído por el lugar que nos ha ocupado la historia y en ella el capitalismo, el valor y los vínculos que están adheridos a la ganancia y al mismo orden establecido con el funcionamiento del mercado.
Ese orden que nos han establecido ha diseñado, dentro de esa carga, un individuo, una sociedad, una cultura[1], que se ha expresado en perturbación cultural generando un orden amoldado a los intereses de los capitales expandidos, por el apetito de nuestros recursos. Con ella, diseñaron, durante la era concesionaria del régimen de Gómez, aún vigente, aun persistente, un plan civilizatorio colonial dispuesto a mantener la sumisión de la fuerza humana explotada con una feroz tesis hegemónica de construcción social y cultural a la fuerza de que nuestro futuro está en Occidente.
Fue puesto al día el plan anti-emancipatorio Orden y Progreso, cuya carga histórica en su esencia capitalista, en su carga concreta, ha reinado por muchos años en nuestra Sombra[2] para lograr la meta coercitiva del capitalismo, trasladando el modelo expansionista de un país "pre-civilizado" hacia un país, como el nuestro hacia un orden civilizatorio de "progreso".
El "reino del mercado" se da por el control social o lo que dice Habermas, el control del sistema sobre la sociedad, la cultura y la personalidad para evitar el compromiso de la liberación de los pueblos oprimidos.
Este sistema que ha sido creado por las necesidades del mercado ha creado sus estructuras como la familia, elemento este como fortaleza para integrarse al orden coercitivo, la economía como una forma de adoptar ciertos valores, como decía Friedrich Hayeck, fenómeno este que en nuestra sociedad moderna lo económico establece la diferencia social, es decir, establece un orden no homogéneo, desigual y múltiple. Esto quiere decir que todos los grupos y la sociedad son ontológicamente secundarios, en otras palabras, la economía es una manera de dar a cada uno lo que se merece en función de sus méritos o condiciones.
Por eso traemos esa carga histórica del capitalismo y he allí nuestra esencia humana y "colectiva" o es que acaso somos una sociedad colectiva, ¿dónde se ejerce esa esencia y esa violencia capitalista? El mercado ha sido el adversario más poderoso que ha tenido el hombre en todo el espacio y el tiempo histórico y el papel que hoy estamos ejerciendo los venezolanos nos indica que nos hemos superado en tolerancia y al menos el presidente Chávez nos diseñó con fuerza una estructura que muy bien puede orientarnos hacia una nueva dimensión.
La lucha revolucionaria que hoy estamos planteando debe ser una lucha contra la cultura hegemónica que hemos venido arrastrando desde la primavera del capitalismo. No basta con tener miles de comunas, miles de consejos comunales, miles de sistemas de salud popular si no superamos las trabas culturales que nos ha impuesto la agenda del mercado y así será la manera, tal como lo dice Tariq Ali en su libro "El Choque de los Fundamentalismos", de que nuestros enemigos no sigan cruzando nuestras fronteras.
(*) Antropólogo y Politólogo
[1] Amplíen este contexto con el libro de Rodolfo Quintero, "Antropología del Petróleo", también el libro de Orlando Araujo, "Venezuela Violenta", en este último hay un párrafo, -al principio de la página 94, ediciones del BCV, 2013- que explica brevemente la esencia de nuestra realidad político y social de la era petrolera
[2] Mejoren este concepto consultando a Carl Gustav Joung, concepto este que designa el aspecto inconsciente de la personalidad, caracterizado por los rasgos y aptitudes que el yo consciente no reconoce como propios.
