Gigante

Los necrófilos se quedaron más corto que mancha de chaleco. Una vez más se acercó al alma de su pueblo y una vez más expresó su pensamiento, su alegría, su sentido del humor, su cantar, sus honestidad y su sinceridad. El Chávez de las dificultades, el moderno Quijote sobre el trote del espacio, cabalgando entre molinos de viento, enfrentado al enemigo que le juró la muerte, apagando las voces agoreras del infortunio, aupando el sonido que emergió del endógeno amor, ¡uh,ah, Chávez no se va!, transitando parajes, callecitas y avenidas, plazas y cercanías. Es el mismo Chávez de siempre. Alegre, comprensivo, lleno de vitalidad, decente, humano.

Llegó con la brisa de la cálida tarde. Llegó con sus mirada escudriñante, sus manos rasgando el espacio cuan aspas son, elucubrando amor y paz, resurgiendo como el Ave Fénix de unas cenizas que le construyó la oposición. Chávez caminó en las aceras del tiempo y emergió detrás de una nube para entregarle a quienes desde abajo izaban sus manos de amor, la sonrisa más profunda que nunca habían percibido. Con dos ramilletes de flores, uno en cada mano, a las cuales a cada instante le inhalaba el néctar con el amor paterno, con el orgullo que les ocasionan los hijos a los padres, ahí abrazado a su Rosita y a su Rosainés.

El pueblo estaba feliz de mirarlo y hasta quienes sin razón le predican odio creado por los medios de comunicación privado, se maravillaron; ¡qué arrecho es! Renació de las plegarias, no dejó de gritarle amor, gracias, ternura y convivencia a aquella muchedumbre que oró por él que lloró por él que suplicó a Dios que le diera la salud deseada, que dejó en templos, a orillas de quebradas, en las profundidades de cualquier selva, en ermitas y lugares sagrados un solo pedimento: ¡señor cúralo!

La multitud rugía. Vio de nuevo con la espada del combate en su cinto al mismo ser humano que una madrugada dijo por televisión:…”Por ahora” y que luego regresó de una prisión para convertirse en el organismo interno de un país del cual ha dicho siempre ¡será una potencia! Cuan galeno de un paciente al cual mantiene en vida hasta en las más profundas acechanzas de la muerte, Chávez cruzó los espacios bordeados con miles de personas para decir que…”Es el arbitro más puro por él conocido”- se refería al CNE- y eso causó el delirio de todos, porque sólo una persona que exhala decencia es capaz de hacerlo ante todo un mundo que lo mira y lo escucha. Cuando otros ignoran y maldicen a este ente, el CNE, Chávez lo resalta, lo pone en el lugar que todos desean para darle probidad y confianza, sólo un GIGANTE recurre a estas verdades, que desmientes a los opacos, a los miserables, a quienes ven en el show bussines, la cima escatológica a sus sueños, a sus deseos, a sus eternas rochelas y ambigüedades.

El 11 de junio le recordó a quienes tuvieron la dicha de mirar aquel escenario de amor, que los 11 son días de diversos extremos. Un 11 de abril de 2002, los parásitos de siempre se incrustaron en Miraflores para destrozar el mural que el pueblo comenzaba a pintar en busca de otra luz; este 11 de junio el mismo pueblo retocó su obra inacabada y echó a la basura los pinceles del odio como aquel día. El 11 de junio de 2012 Chávez regresó a los ojos de su amado pueblo y éste se consagró a quererlo más, a desearle lo mejor, a pedirle que fuera su guía eterno, a veces exagerando las etapas que hay que cumplir. Pero así está acostumbrado. Chávez le enterró en su corazón al pueblo una miel que endulza pero no empalaga, una miel que no pierde su textura, que se mantiene espesa, como se mantuvieron en él esas lágrimas que estuvieron a punto de emerger debido a su profundo amor por EL GIGANTE pueblo al que se entrega cada día y cada noche, cada vez más alimentado de esperanzas realizadas ¡Gigante!

hdiderot@gmail.com


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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