El complejo de la izquierda venezolana

Siempre tiene uno. Cuando adoptó el camino electoral, le avergonzó haber sido guerrera. Cuando guerrera, le avergonzó haber transitado la vía electoral. Admiró a la Unión Soviética y a Cuba. Ahora repudia lo que fue Moscú y poco cita a los cubanos. Guerrera o electoral, fidelista o “Real politik(er)”, me luce más congruente el bautismo de un ateo. Pero además con Chávez tiene otro inconveniente: él es lo único que tiene, lo más cercano a lo que soñó y no logró. Por eso cuando critica al presidente lo hace con amaneramiento, es decir, con suavidad y ternura. No es miedo, es complejo. 

Una muestra palpable son algunos escritos, palabras más, palabras menos: “Chávez está poniendo la torta, pero conste que sigo fiel al comandante”. “El presidente es bueno, pero sus ministros no sirven: son unos burócratas boliburgueses que no hacen nada; pero yo sigo con el proceso”. “A Chávez lo tienen engañado sus asesores y quienes lo informan, pobrecillo, pero lo amo”. 

Fíjense bien: en este escrito el protagonista no es Chávez, ni sus ministros, ni siquiera la obra de gobierno con sus errores y aciertos. El personaje es la izquierda oficial venezolana, que siente un terrible complejo de culpa al criticar al comandante. Y digo “la venezolana” porque no ha sido lo mismo en esferas internacionales; para probarlo están Dieterich, Petras y Mestzaros, a quienes ahora expulsarán de sus panteones. Aquí regañarán a Freddy Gutiérrez y a Luis Britto García. Si acaso a Irma Barreto. A mí me ignorarán porque ¿quién soy? ¿Sólo pueblo? ¡Bah! 

¿Otra curiosidad? Aceptar lo que para otros no se acepta: “Razones de Estado”. Pregunto: ¿Cuándo los norteamericanos adoptaron su “Ley Patriota”, no lo hicieron por SUS razones de Estado? ¿Y cuáles razones los llevaron a Irak y Afganistán? ¿Y Colombia, por razones de Estado no convino el establecimiento de las siete bases militares primero repudiadas en reunión del ALBA, y ahora aceptadas en razón del “ejercicio de SU soberanía”? 

No entiendo nada, hermanos, pero mucho menos a esta izquierda oficial criolla: silenciosa, pacata y contrita.

Bueno, es todo lo que quería escribir. Créanme que no me produjo felicidad ni contento. Pero si no me creen, no se angustien: aquí ya todos perdimos credibilidad. 

coguevara@yahoo.com
 
 
 
 



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César O. Guevara


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