Fotografía durante protesta 9 de enero de 2024, exigiendo salario igual a la canasta básica.
Todos sabemos el nivel brutal, inédito en la historia nacional, de destrucción del salario. Una cosa que se dice y a muchos en otros países les cuesta creer. ¿Salario mínimo de menos de 2 dólares al mes? Desde mediados de marzo de 2022, fecha en la que Maduro anunció el último incremento del salario mínimo, permanece anclado en 130 Bs; en ese entonces equivalía a 30$ -a tasa oficial- y hoy, a tres años después, se encuentra a menos de 2$ al cambio oficial. Esto, pese a los incesantes reclamos de miles de trabajadores, que han colmado las calles del país reclamando derechos.
Por eso, esta semana y la próxima se preparan actividades de calle, para continuar reclamando por un salario al nivel de la canasta básica indexado mensualmente y hacerle frente a una de las políticas más antiobreras que gobierno alguno haya llevado adelante, colocando el ingreso de los trabajadores a niveles nunca visto como clase. Un retroceso histórico, donde el concepto de salario ha desaparecido, implementándose un esquema de trabajo a destajo bajo un sistema bonificado denominado con el eufemismo de "ingreso mínimo", donde se destruyen las leyes laborales, así como todas las conquistas adquiridas a lo largo de los años, entre ellas, las convenciones colectivas.
Incluso, al ritmo de la constante devaluación de la moneda nacional frente al dólar, no solo en el mercado paralelo, sino en oficial, cualquier ingreso de los trabajadores, bajo el sistema que sea, se pulveriza. Siendo así una política de Estado de ir licuando cada vez más los míseros ingresos de la clase trabajadora, y beneficiando a los grandes empresarios y capitalistas, tanto de los viejos grupos económicos como los nuevos que han surgido.
Son muchos años en esta miseria, de la destrucción del ingreso, de vivir en la pobreza salarial crítica. Las consecuencias sociales de la catástrofe económica que ha atravesado Venezuela en su más larga depresión de la historia, fueron devastadoras, trágicas, sobre la vida de las mayorías trabajadoras y pobres. Es de tomar en cuenta que el fuerte impacto de la miseria y la precariedad de los salarios se hace sentir con más fuerza en los jubilados y pensionados que por sus condiciones no tienen posibilidad de realizar algún otro tipo de labor para compensar sus magros ingresos.
Todos los factores reales de poder tienen consenso en esta brutal afrenta contra la clase trabajadora
En toda esta situación es fundamental comprender que el no aumentar ni un céntimo al casi inexistente salario mínimo, responde claramente a las pretensiones de los diferentes sectores del capital privado y sus cámaras empresariales, y es parte de una política más de conjunto a nivel nacional, tendiente a la "normalización" de las relaciones entre el Estado capitalista y la clase a la que le sirve, como ya hemos denunciado continuamente desde estas páginas de La Izquierda Diario.
Pero no hay que olvidarse, y esto es importante, que el propio Gobierno es además un actor patronal muy importante en el país, no solo en el sentido de ser el Estado la organización política de una sociedad de clases basada en la explotación de los trabajadores, sino también en el sentido que, en nuestro país, como sabemos, el sector estatal de la economía abarca amplios sectores, por lo cual el Gobierno actúa también de acuerdo a su rol directo de patrono y explotador. Un esquema de ingreso laboral como el que imponen, por tanto, le beneficia en demasía, además de que, como una casta burocrática estrechamente vinculada a negocios y empresas privados, le es completamente favorable y funcional para sus ganancias.
Por eso es que decimos que, por arriba, los factores reales de poder tienen consenso en esta brutal afrenta contra la clase trabajadora. Todas las cámaras de las empresas privadas tienen excelente trato con el Gobierno en este tema, están felices con la política salarial oficial. A su vez, para los partidos de la oposición sean los que se nuclean en la llamada Plataforma de Unidad Democrática o de los alineados con María Corina Machado, como para los otros "moderados" que conviven subordinados al PSUV, la miseria salarial no es un gran problema, no dejan de señalar de vez en cuando que "debería ser más alto", sería el colmo que no lo dijeran, pero no pasa de ser demagogia, pues lo han demostrado en sus distintas propuestas económicas.
Poner fuerza en la calle por un salario igual a la canasta básica indexado mensualmente
Toda esta situación hace que la demanda por salarios y pensiones iguales a la canasta básica sea un punto básico de encuentro en las calles de la gran mayoría de la clase obrera actualmente. En medio de semejante realidad que vivimos como clase, ¡cómo no va a ser una necesidad elemental, de sobrevivencia, exigir que los salarios se ajusten al aumento del costo de la vida! De esto deben dar cuenta las diferentes centrales sindicales no oficialistas, como la UNT, CTV, ASI, etc., que dicen pelear por el salario de los trabajadores, pero que desgraciadamente limitan las luchas, y no se ponen a la altura de las circunstancias que nuestra clase exige.
Que el salario cubra las necesidades fundamentales y se indexe mensualmente de acuerdo a la inflación, menos que eso no se puede exigir como clase. Que el piso del salario –y no el techo– sea el costo de la canasta básica familiar, que no es solo la canasta alimentaria sino los alimentos más otras necesidades básicas (medicinas, transporte, vestimenta, servicios básicos, etc.), y que siga el ritmo a los precios: si un mes la inflación es 6%, en ese porcentaje debe aumentarse el salario, si otro mes la inflación fue de 15%, en 15% debe aumentarse el salario. Que eso quede establecido en los contratos colectivos, actas convenios, puntos de cuenta y demás instrumentos en que se plasmen los derechos salariales.
Como afirma Ángel Arias, trabajador estatal y dirigente de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS): "Los trabajadores y trabajadoras tenemos todo el derecho de inscribir con fuerza en nuestras banderas de lucha la exigencia de un salario que cubra lo básico para vivir y que se indexe mensualmente al ritmo de la inflación. Las únicas ‘razones’ por las cuales supuestamente eso ‘no es posible’ o ‘es inviable’, son los intereses de clase de quienes dominan la economía de toda una sociedad en función de su provecho particular. Lo que ‘no pueden’ otorgarnos es porque se lo quedan ellos, así de claro: estamos hablando de un país capitalista, con explotación de los trabajadores y brutales desigualdades sociales, donde aún después del colapso económico, sí hay más plata que la miseria que nos ofrecen, sí hay más recursos, solo que secuestrados y manejados por intereses de otra clase".
Aun sabiendo las muy difíciles condiciones objetivas que hay ante las dramáticas condiciones de vida, el profundo retroceso de nuestras fuerzas como clase, por el vaciamiento de los sindicatos, la disminución en número de la fuerza de la clase trabajadora por la masiva migración, la imposición por necesidad de tener que dividirse entre el trabajo asalariado y cualquier otra cantidad de trabajos por cuenta propia que para sobrevivir, a pesar de las derrotas sufridas por la dura represión por parte del gobierno, y el rol nefasto de dirigentes sindicales que en algunos momentos llevaron las luchas detrás de otros proyectos patronales distintos a los del gobierno, como en el caso de Guaidó en el 2019, a pesar de esta dificilísima situación, hay que buscar las vías para recomponer nuestras fuerzas mediante un camino que seguramente será tortuoso, pero es la única salida que tenemos para no terminar en una vida de esclavos.
El llamado de los trabajadores y las trabajadoras, de jubilados y pensionados, es salir a la calles peleando por nuestros derechos fundamentales. Esto, tomando en cuenta que para poder derrotar las políticas antiobreras del gobierno de Maduro y de toda la patronal, se hace imprescindible unificar nuestras fuerzas, siendo la lucha salarial un elemento unificador, potente, en estos momentos. Para ello es necesario superar el aislamiento y la dispersión que imponen diversas burocracias sindicales, golpear juntos, para alcanzar nuestros objetivos, resistiendo la terrible crisis que nos descargan, para lo cual también es fundamental la organización desde abajo, partiendo desde nuestros lugares de trabajo.
Consideramos que al tiempo que se forje la unidad de las luchas alrededor de esta demanda concreta por un salario al nivel de la canasta básica, debemos levantar un programa de emergencia obrero y popular, contrapuesto a las "soluciones" capitalistas y de mayor subordinación nacional al capital extranjero que proponen tanto el gobierno como la oposición, y que no sea la clase trabajadora que continúe pagando esta brutal crisis.