Economista criollo: ¿Cómo superar las tribulaciones del salario en Venezuela?

INTROUCCIÓN

Actualmente en Venezuela se está dando un debate sobre el salario debido a la continua pérdida del poder adquisitivo que sufren los ingresos de los trabajadores y trabajadoras venezolanas como consecuencia de la inflación inducida generada por la especulación en el mercado de bienes y servicios y los vaivenes del dólar paralelo, aunado a la política del Banco Central de Venezuela de permitir que el dólar oficial (interbancario) persiga al dólar paralelo (esquizofrenia cambiaria).

Hemos leído y escuchado propuestas de diversas índoles sobre la pertinencia o no de incrementar el salario en estos tiempos de contracción económica o guerra económica. Algunos plantean retomar y cumplir con la propuesta del anclaje del salario al medio petro. Otros se empeñan en dolarizar el salario porque ya se dolarizó la economía (más del 55% de las transacciones del mercado nacional de bienes y servicios se realiza en dólares o euro).

He leído al Constituyente Jesús Farías insistiendo en que no estamos en las condiciones óptimas para incrementos salariales de los trabajadores públicos y privados debido a que seguimos bloqueados, la producción interna y el financiamiento externo están limitados y porque los ingresos han colapsado. "Esta es la causa fundamental que impide tan necesario aumento", ha advertido el marxista Farías.

Por su parte la economista Pascualina Cursio insiste que se devuelva a los trabajadores públicos y privados lo que los empresarios le enajenaron en los últimos años y que se ajusten los salarios en la misma proporción y velocidad de los precios hasta alcanzar niveles dignos.

Recuerdo, que un debate parecido se daba a dos meses de entrada en vigencia del Programa de Recuperación, Recuperación y Prosperidad Económica que vino con un aumento salarial contundente (01/09/2018), que le devolvía el poder adquisitivo del salario a tiempos de enero de 2017. Se alertaba no dejar desprender la inflación y rezagar los salarios. Eran tiempos donde la gente reclamaba garantizar el anclaje del salario al medio Petro (noviembre de 2018). Incluso, propusimos el Reseteo económico o devolución al salario de su capacidad de compra del 01 de septiembre de 2018, donde un sueldo mínimo con cesta ticket podría comprar hasta 24 cartones de huevos si quería gastarse todo en huevos, 16 kilos de queso o 25 kilos de pollo.

Lo cierto es que, la gran falla estructural de la economía venezolana de los últimos siete años ha sido la continua pérdida del poder adquisitivo del salario ocasionada por la continua devaluación del bolívar con respecto al dólar americano (ajuste cambiario para algunos). Es la relación salario - devaluación la que determina su poder de compra de bienes y servicios esenciales.

Las respuestas parecieran ser evidentes: 1) Detener la subida del dólar (paralelo y oficial). 2) cambiar el patrón de cálculo del salario por otros distintos al bolívar. 3) Devolverle el poder de compra al salario cada cierto tiempo (Reseteo salarial). O, 5) Indexar el salario a las variaciones proporcionales del dólar (oficial y/o paralelo) o la inflación. Pero son soluciones llenas de complejidades políticas y económicas que requieren la concertación nacional y no decisiones unilaterales (Gobierno).

En particular, considero que entre las SOLUCIONES AL DILEMA SALARIAL VENEZOLANO pasa por lo siguiente:

Primero, por un acuerdo gubernamental y empresarial de reconocimiento de los derechos laborales. Segundo, por una estabilidad cambiaria. Tercero, por la aplicación justa de las leyes económicas contra las mafias empresariales; y, Cuarto, por un contrato social que garantice que cualquier vaivén del dólar, y en efecto, de los precios de bienes y servicios de primera necesidad, el trabajador va a mantener su poder de compra real en el tiempo (indexación salarial).

Son dilemas a resolver por la sociedad política venezolana por medio del consenso, y el único escenario posible que veo viable para dar un salto cuántico a esta problemática laboral son la Asamblea Nacional (Poder Legislativo) y/o la Asamblea Nacional Constituyente. En ese sentido, debe involucrarse a la mayoría de los actores políticos, indistintamente de la realidad del bloqueo imperial, la mengua de los ingresos fiscales o la reactivación de la industria petrolera y el resto del aparato productivo nacional.

PREMISAS TEÓRICAS PARA UN DEBATE SERIO EN MATERIA SALARIAL

PREMISA 1:

"En cualquier sistema económico, desde la esclavitud hasta nuestros tiempos, cuando aumenta la dependencia social hacia los recursos del Estado y bajan sus ingresos viene la quiebra." (A. Giussepe, 2019)

Explicación:

Cuando caen los ingresos viene la crisis. En períodos de hambre, pandemias o quiebras la situación se intensifica, porque la sociedad ahora depende cada vez más del Estado para poder subsistir. Lejos de hacer el Estado cada vez más patriarcal, debe garantizarse que hayan muchas comunidades productoras de manera independientes (agrícolas, textil, manufactureras, servicios, etc.). La alta dependencia social de los ingresos, manutención, bonificación y subsidios, etc. por el Estado lo llevan a la quiebra.

PREMISA 2:

"El sistema capitalista (privado y público) induce a que el trabajador obtenga la máxima producción posible (bienes y servicios) en cada momento a bajo costo laboral, haciendo disminuir sus beneficios individuales en proporción al capital invertido. Vemos que esta visión contribuye a los niveles de desigualdad planetaria. Por tanto, hay que insistir que un país se vuelve más próspero en la medida que se incremente el capital invertido en los trabajadores." (A. Giussepe: 2019)

Explicación:

Un hecho concreto es, que diversos teóricos capitalistas estadounidenses y europeos, como teóricos socialistas euro-asiáticos, están de acuerdo que un incremento en los salarios reales resultará, antes que nada, en un mejoramiento del nivel de vida promedio de la población. Esa es una de las razones por la que hay un mejor nivel de vida en los EEUU, Europa Occidental y en la Federación Rusa, que en naciones en desarrollo como por ejemplo de África y América Latina.

Estamos conscientes que ese más alto nivel de vida depende del suministro de capital (privado) y de los ingresos estatales. Experiencias como la venezolana y de países como Brasil e India confirman que pueden invertirse –en alguna forma por lo menos – grandes capitales en el sistema de salud pública o en el sistema educativo, y generan efectos inmediatos en el mejoramiento de los índices sociales percápita, como la baja de mortalidad y el crecimiento de la población. No obstante, ese crecimiento en la población no ha sido acompañado por un correspondiente incremento en el monto del capital invertido en salarios, resultando en un aumento en la pobreza.

Asimismo, es preciso recordar, que la recuperación económica no proviene de un "milagro", como por ejemplo de un boom petrolero, que la industria petrolera nacional vuelva a producir de la noche a la mañana los 3 millones de barriles diarios deseados o que aparezca una mina de oro del tamaño del Cerro Ávila. Viene de la adopción de –y es el resultado de –sanas políticas económicas que incluyan la inversión de capitales (públicos y privados) en incrementos salariales que garanticen el mejoramiento del nivel de vida promedio de la población. Porque al final, la mayoría de la producción de bienes y servicios nacionales serán destinada para el consumo de esos mismos trabajadores que la producen.

PREMISA 3:

"Es mejor un aumento salarial concertado entre el Gobierno, empresarios y trabajadores que genere paz laboral, que un salario impuesto que genere desempleo e inflación." (A. Giussepe, 2020)

Explicación:

Estamos consciente, que si el gobierno fija salarios mínimos de manera unilateral por encima del nivel de costo natural o fijado en los distintos sectores industriales, habrá empresarios afectados para continuar actividades que todavía eran rentables antes del alza salarial.

Lo más seguro es que la producción caerá o trasladarán ese incremento del costo laboral de manera anárquica al precio de venta final como ha venido ocurriendo en los últimos años. En el peor de los casos, el efecto más perjudicial de toda imposición artificiosa de la subida de salarios, o como dicen los liberales, toda aquella impuesta al mercado por fuerzas ajenas al mismo, no puede ser otro que el de provocar desempleo.

Finalmente, como socialista, considero que los tomadores de decisiones económicas y laborales del Gobierno, deben esforzarse por revertir esa premisa liberal que sostiene que: "el sistema capitalista induce a trabajar, el socialismo no."

VERDADES DEL MERCADO LABORAL VENEZOLANO PREELECTORAL 2020

Primera verdad:

El mercado laboral venezolano no está regido por aquella política gubernamental tradicional del Estado rentista petrolero, paternalista y proteccionista, porque es obvio que actualmente el Estado revolucionario no cuenta con los ingresos fiscales suficientes como para financiar una sociedad opulenta como en los tiempos de CADIVI, ni mucho menos en tiempos de pandemia, recesión e inflación inducida.

Situación que se complica en el caso de la administración pública donde el Estado como patrón debe ofrecer un salario y remuneraciones justas y satisfactorias, para que la población laboral calificada o no calificada, se sienta motivada y no abandone puestos estratégicos que garantizan servicios públicos eficientes. Es un hecho concreto que la nómina estatal ha disminuido porque muchos no quieren trabajar para más bien financiar al Estado.

Segunda verdad:

El salario mínimo decretado por el gobierno solo es un patrón de referencia, que en la realidad laboral venezolana no se aplica en ninguna parte, inclusive, ni en la propia administración pública, porque ¡ACTUALMENTE, CASI NADIE TRABAJA POR UN SUELDO MÍNIMO! Hoy día un cartón de huevos y medio kilo de queso rebasan el salario mínimo integral de 800.000 bolívares. Incluso, un almuerzo popular no baja de 800.000 bolívares.

Tercera verdad:

En el sector privado nadie trabaja por menos de 15 dólares al mes, que al tipo de cambio oficial vigente al 06/08/2020 (265.597,91 bolívares) se aproxima a 4 millones de bolívares, casi cinco salarios mínimos oficial.

Hay empresas del sector calzado y textil al detal donde le pagan a un vendedor más de 50 dólares al mes, igual ocurre en muchas medianas empresas y algunas transnacionales que pagan por el orden de 200 dólares al mes. En empresas de alimentos al detal y al mayor los sueldos no bajan de 30 dólares para el personal despachador. Por tanto, hay que decirle la verdad al pueblo.

Cuarta verdad:

La percepción laboral es que el gobierno no ha controlado aún a los especuladores y usureros en el mercado de bienes y servicios nacional y el efecto inmediato es que un aumento salarial representa más inflación y más impunidad económica.

Quinta verdad:

El mercado laboral venezolano está liberado, valga decir, no está controlado por el Estado. Incluso, muchos trabajadores tiemblan por el solo hecho de escuchar que el gobierno pretende aumentar salarios por temor a que la inflación inducida se desate aún más.

En ese sentido, ese mercado está regido por una especie de libertad de oferta y demanda de mano de obra con base en las necesidades empresariales (con su principio explotador latente) y por lo que están dispuestos a cobrar los trabajadores por un mes de trabajo en una economía inflacionaria.

Sexta verdad:

Nadie niega que las bolsas CLAP, ayudas económicas y otras bonificaciones de guerra del Estado, ayudan a paliar un poco la situación económica de nuestra población trabajadora, entre ellos, los más vulnerables de la sociedad venezolana.

EL DILEMA DE LOS PLANIFICADORES ECONÓMICOS EN VENEZUELA

El dilema a resolver por los economistas revolucionarios y opositores que deseen mejorar la situación laboral en el país es cómo encontrar una fórmula económica (monetaria, laboral, cambiaria, bursátil, bancaria o fiscal), que dado las circunstancias actuales (pandemia global) y la existencia de una economía perturbada por dos factores externos determinantes, como son 1) el bloqueo y sanciones coercitivas imperiales y 2) el anclaje forzado de los vaivenes del dólar (paralelo y oficial), garanticen que el poder adquisitivo de la población trabajadora (votantes) no se esfume cada vez que el sistema cambiario (en su práctica cotidiana) devalúa la moneda referencial del salario venezolano que es el bolívar.

LOS TRABAJADORES, UNA RENTA UNIVERSAL Y BONIFICACIONES: ESTÍMULO AL CONSUMO

Es raro que organismos internacionales que forman parte de la superestructura del sistema capitalista mundial estén discutiendo temas como el salario mínimo de subsistencia, la renta universal o el ingreso básico de emergencia. Por ejemplo, la Cepal, que para nada lo dirigen personas de tendencia socialistas, estén haciendo propuestas como la aplicación de una renta universal como garantía para disminuir la desigualdad global.

Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, asevera lo siguiente: "La pandemia ha hecho visibles problemas estructurales del modelo económico y las carencias de los sistemas de protección social. Por ello, debemos avanzar hacia la creación de un Estado de bienestar con base en un nuevo pacto social que considere lo fiscal, lo social y lo productivo".

Es lógico pensar que implementar políticas universales, redistributivas y solidarias para atender a la población más vulnerable mantendrá reactivada cualquier sistema económico que lo aplique. Sería el bombeo constante del consumo interno y el mantenimiento de la vida de los continuos perdedores del modelo económico dominante actual que es el capitalismo.

Una propuesta como esa es viable solo si hay voluntad política de los gobiernos de invertir una parte de los recursos disponibles, ya menguados por la propia pandemia, para ayudar a la población más vulnerable a no morirse de hambre y a enfermarse debido a que no tienen como garantizar un salario mínimo de subsistencia.

La pandemia ha paralizado la economía mundial. En términos generales, ha afectado el comercio, el turismo, el transporte, los servicios, el sistema bancario, etc., en fin, se ha afectado la producción de bienes y servicios, que se mide a través del Producto Interno Bruto de los países. Hemos visto que ha caído en más del 50% a nivel mundial y se estima que para fin de este año 2020 se ubique por el orden del 5,2%.

El empleo ha sido uno de los elementos más afectados. Una persona sin empleo limita sus ingresos y está predestinado a entrar en la pobreza extrema con el transcurrir del tiempo. Luego vienen las consecuencias como padecer de enfermedades debido a no contar de manera segura con alimentos y nutrientes mínimos de subsistencia. Incluso, en tiempos de pandemias como la del Covid-19, altamente contagiantes, esa situación se agrava, debido a que está demostrado que las personas contagiadas son Covid-19 que logran salvarse y recuperarse son aquellas que tienen un sistema inmunológico fuerte.

Es por eso, que una política pública de subvenciones, de bonificaciones, transferencias gubernamentales o la aplicación de un SALARIO UNIVERSAL es una acción humana más allá que una acción económica. De esa forma se estaría compensando los efectos excluyentes del modelo capitalista que prevalece el financiamiento de empresas, que genera desigualdad y no garantiza la subsistencia de más del 40% de la población mundial. En tiempos de una pandemia global la política del salario universal se justifica aún más.

PRIMERA PROPUESTA SALARIAL:

UN PACTO SOCIAL QUE LE DEVUELVA LA DIGNIDAD AL TRABAJADOR

La dinámica del sistema dominante ha sido muy estudiada por intelectuales de tendencias capitalistas y socialistas desde el siglo XVI hasta la fecha. A lo largo de esos años, muchos representantes de la burguesía han deseado mitigar las injusticias sociales y desigualdades que genera ese sistema.

Otros como los comunistas, plantearon la toma del poder estatal para detener el avance desigual, expropiando a los ricos y nacionalizando todas las empresas. Engels en el Manifiesto Comunista (1883:4), insistía en la tesis de Marx, de ver la sociedad como una lucha de clase. Era una mirada de la realidad que lejos de buscar una solución coordinada, armoniosa con los dueños del capital, más bien creó antagonismo entre los hombres, creó una línea de pensamiento entre los ricos y los pobres, entre los fuertes y los débiles, entre los estudiosos y los no estudiosos, entre los emprendedores y los que decidieron ser trabajadores.

Porque, indistintamente de los matices ideológicos, ambos sistemas realmente lo que hicieron, en cierto modo, fue garantizar la perduración de la sociedad burguesa y la utilización de los obreros para multiplicar sus capitales.

Es por lo anterior, que se plantea realizar un debate parlamentario, constituyente, nacional, intergubernamental, de movimientos sindicales y sociales, gremios empresariales, de partidos políticos, de grupos de opiniones, academias y universidades, sobre la búsqueda de una economía más complementaria en función de resarcir el daño causado a los trabajadores venezolanos en los últimos años.

El objetivo central es generar una propuesta nación que cambie la relación en la forma de distribución de los beneficios del capital. Es buscar revertir esa cultura o visión inoculada por los teóricos de la economía desde el siglo XVI, que nos han hecho creer que el comportamiento natural del ser humano que no es rico, que nació sin una herencia o que no posee capitales, está predestinado de por vida a someterse a todas las exigencias del capitalista a cambio de un salario.

De esa forma se estaría revirtiendo la aceptación común o casi universal que criticó Marx en 1844, sobre que "el obrero no tenía necesariamente que ganar con la ganancia del capitalista, pero necesariamente siempre pierde con él". Esa acepción es como una condición de vida, que ha condenado a la mayoría de los seres humanos que no nacieron para ser capitalistas o terratenientes a vivir por siempre sometidos a ellos por los siglos de los siglos.

En tal sentido, hay que generar un método, de pacto social o contrato social, que conlleve a que el obrero reciba como retribución por su esfuerzo al proceso productivo, por generar crecimiento económico y riquezas colectivas, una proporción de la ganancia del capital y de las rentas del terrateniente que se obtiene en dichos procesos.

Más bien, hay que superar la acepción y anacronismo cultural de ver la oferta de trabajo a cambio de un salario.

Una sociedad post-capitalista debe plantearse superar ese modo cultural. Por tanto, el obrero debe corresponderle parte de la ganancia del capitalista y/o terrateniente por el simple hecho de incorporarlo o invitarlo a ser parte de un proceso de capitalización, multiplicación del capital o generación de riqueza material, que se alcanzaría por medio de un acuerdo social.

Finalmente, una propuesta como ésta dejaría a un lado la tesis marxista que si la sociedad está en descenso el obrero es el que más sufre, porque ahora realmente sufrirían en la misma proporción que le corresponda de los beneficios o creación de riqueza social que genera por medio de su vinculación con el capitalista y el terrateniente en un proceso productivo.

SEGUNDA PROPUESTA:

INDEXACIÓN DEL SALARIO MÍNIMO SEMANALMENTE

Para blindar nuestra economía de los vaivenes del mercado paralelo y que proteja el consumo nacional (relacionado con el poder adquisitivo del trabajador), el empleo productivo, la inversión y la política fiscal por la vía impositiva, es necesario indexar el salario mínimo semanalmente sobre la base del comportamiento del dólar paralelo.

Es una estrategia económica para que los manipuladores de precios y especuladores cambiarios no vuelvan afectar los intereses de los trabajadores, que debe enmarcarse en la aprobación de un Decreto Ley Constituyente de Indexación del Salario Mínimo.

Si aumenta el dólar paralelo 10%, se aumenta el dólar oficial en una relación casi que cercana a 10% (como lo ha venido haciendo el BCV últimamente), así mismo, deben aumentarse en la misma semana las remuneraciones de los trabajadores en 10%.

En ese orden de ideas, si el dólar paralelo capitaliza a los especuladores cambiarios de oficio, al mismo tiempo se capitaliza el gobierno (se multiplican sus dólares en el BCV y el fisco nacional), y finalmente, también se capitaliza el poder adquisitivo del trabajador venezolano. Nadie pierde, todos ganan de manera relativa y proporcional.

No puede seguir dejándose rezagada a las familias venezolanas en el proceso de capitalización forzada e inducida por los agentes externos y conspirativos que buscan generar insatisfacción social a fin de motivar la implosión social. Ciertamente, el venezolano ha preferido migrar pasivamente y forzar una economía basada en las remesas familiares antes de querer impulsar la implosión social que cause muertes y destrucción masiva.

PROPUESTAS PARA LEY DE INDEXACIÓN DE LOS SALARIOS EN TIEMPOS DE GUERRA ECONÓMICA

Indexar SEMANALMENTE el salario mínimo integral (factor laboral L) al mismo ritmo que se incrementa del factor capital (K).

De esta forma el Estado le estaría recuperando a la sociedad, a sus trabajadores, pensionados, valga decir, a sus consumidores, lo robado por los especuladores y seguidores del dólar paralelo. Eliminando el efecto empobrecedor de la sociedad con fines políticos-desestabilizador.

La indexación del salario mínimo estaría recuperando el Poder Adquisitivo del Consumidor (PAC), semana por semana, que es la única garantía que los trabajadores no sigan entrando y saliendo de la pobreza cada cierto tiempo.



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Andrés Giussepe

Doctor en Gerencia, Especialista en Política y Comercio Petrolero Internacional y Economista de la Universidad Central de Venezuela. Secretario Nacional del Movimiento Profesionales de Venezuela.

 agiussepe@gmail.com

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