Cuando un pueblo aprende a tomar el poder

Desde la fotografía satelital a kilómetros de altura enfocada en el extremo más nordeste del estado Guárico visualizamos una basta zona de escabrosas zanjas y cuencas de greda que hacen límite con el verdor del estado Miranda y Anzoátegui, justo en esa cuenca vacía inicia su recorrido el Río Guaribe que dio apellido al pueblo de San José de Guaribe y que fuera bautizado con el nombre del santo patrono a finales de 1800 por mandato de las altas autoridades eclesiásticas que le regaron de agua bendita cuando todavía esa afluente del Unare la conservaba en su cause.

Aguas abajo, la sabana como una inmensa falda que se pierde en el horizonte hacia el sur de Guárico, aguas arriba lo que queda de montaña y las fuentes de agua que calman la sed de los pobladores desde una laguna que la Cuarta República llamó represa Santa Rosa y que fuera destinada en principio para el riego y el uso agropecuario. Más arriba mojando la línea que separa Miranda de Guárico, el embalse La Vitera, nutrida de manantiales y nubes pasajeras que llegan a lo alto de la Sierra Maestra del Interior y bajan al barlovento entregando sus purezas a la tierra alta, sin embargo la tubería que conectaba ésta con el acueducto del pueblo desapareció con el tiempo y con la apropiación indebida de bienes públicos.

Los yabajeros como llaman los de la montaña a los que viven abajo, es decir los del pueblo, hoy se activan con los anuncios presidenciales de que el poder ahora es del pueblo y que los Concejos Comunales serán la punta de lanza de un nuevo mapa político territorial que le dará respuesta a lo que por más de cien años un pueblo como ese ha estado esperando para ejercer el poder popular.

Gente de rudo escribir, acostumbrados más al trabajo físico que intelectual, ansiosos de saber cual es la razón de la justicia que por fin y al parecer ya está llegando por que “ahora nos toman en cuenta” diría Teodoseo Correa confidente en su silencio observante.

En seis meses han batallado con una mínima orientación política y los necesarios recursos administrados con ética social para llevar a cabo la concreción de pequeños proyectos de destino comunitario, donde vemos que todavía priva la doctrina impuesta desde la “planificación estatal” de infraestructura menor donde el cemento y la cabilla se enseñorean con los contratos para generar empleos locales temporales y breves ganancias depositadas en el banco local, sin embargo existe la conciencia de parte de los miembros del Concejo para introducir proyectos que le brinden vitalidad a la producción social, como los artesanos, o la luz que llegará por primera vez a algunos caseríos donde la lumbre todavía la da el kerosene, o el aula que ahora tendrán las nobles misiones de la enseñanza para educar a los excluidos del sistema educativa formal.

Todavía quedan muchas luces por encender que la motivación colectiva prende diariamente para hacerse del reconocimiento comunal la vocación agropecuaria del lugar, la formación de los miembros del Concejo en el manejo de herramientas de planificación que les abra el camino a la conciencia de su capacidad de poder e insuflar sus pulmones para proyectar productos sociales de largo aliento que les permita una mejor salud de lo público, de aguas, de ambiente, de educación, de alimentación y paralizar el proceso de desertificación que sufre esa cuenca que por cien años ha horadado la montaña sagrada.

“No queremos pelea con Lamaletto, pero ese señor debe respetar la ley” dijo alguien en el fondo de la logia masónica que sirve de refugio al Concejo Comunal para referirse a Gaetano Lamaletto, propietario de cerámicas Balgres quien tiene un expediente guindando en los archivos del Ministerio de Interior y Justicia por una investigación realizada en la Asamblea Nacional en 2005 conocido como “El Informe Quebradón” que lo incrimina como “interventor” de las montañas de la Serranía con el propósito de la explotar el sílice subterráneo que le convertirá en cemento blanco para su negocio.

No obstante otros intervienen y proponen discutir el tema en el ámbito de la conciliación y del estado de derecho, todo ello inscrito dentro de las tareas que este nuevo órgano de poder tiene que realizar y que en los próximos meses y años demostrara su verdadera vocación incluso midiendo fuerzas con el poder económico o político que muchas veces se asocia para desplazar al poder popular en un tablero político que hoy se coloca favor de las mayorías que eligieron el sino de la fortuna social.

Aldemaro Barrios Romero.

Esnel Arvelaez, Presidente del Concejo Comunal Centro interviene.

Miembros del Concejo Comunal en San José de Guaribe, Estad Guárico.

aldemarobar@yahoo.es


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