Su nacimiento y el despertar de mi conciencia

Descubriendo a Fidel

Así es que lo conocí: al escuchar sus discursos
 
que nos hablaban de amor, paz y libertad,
 
cosechados por la lucha...
 
 
Era yo una niña, de diez años, que embelesada
 
quedaba al oír su potente voz, que cautivaba
 
por su vehemencia, su fuerza, ardiente de pasión
 
al dirigirse a la gente, que atentamente le escuchaba.
 
 
 
Ese era mi querido Comandante,
 
hombre de gran corazón,
 
siempre firme y dispuesto, a dar la cara por la Revolución,
 
soñada y realizada...
 
 
En Sierra Maestra se batió con coraje,
 
en unión con los barbudos que tumbaron a Batista.
 
 
Hoy, tras su despedida corpórea,
 
se recuerda el día en que vino al mundo, un 13 de agosto, 
 
pasado el primer cuarto del siglo XX, pero proyectado 
 
hacia las nuevas Eras.
 
 
Su pueblo comemora la imagen mítica y el contacto real,
 
con cariño, admiración... 
 
con nostalgia... 
 
 
Y así, otros pueblos que compartieron la ilusión, 
 
que conocieron su labor,
 
ya que por ellos también luchó 
 
y les llevó solidaridad, salud, educación...
 
 
En las lomas del Oriente, se empezó a ver la luz,
 
de un mañana no lejano, y de alcanzar brillos de libertad, 
 
sueños rompientes del viejo mundo,
 
aunque no siempre completos en la vida,
 
por un hombre tan lleno de valor, 
 
la fuerza de la convicción y determinación,
 
llamado Fidel, “El caballo”, Castro Ruz.
 
 
Lograría abrir caminos en rescate de la dignidad
 
para ese pueblo esperanzado que le acompañó, 
 
que demostró el afan de poseer una nación libre.
 
¡Que su perseverancia, el alimento del ejemplo,
 
renueve y multiplique la felicidad prometida!
 
 
En su forma de mirar y su gesto sincero,
 
yo encontré aquello mismo que cautivó a su pueblo,
 
aún desde la inocencia de mi infancia temprana,
 
y entusiasmada, le seguí; en mí guardo, 
 
lo que sembró su mano y su palabra.
 
 
Fidel con su carisma hizo aquello posible, 
 
a pesar de los vientos de tormenta y zarpazos, 
 
hubo Revolución y el monstruo que la asedia, 
 
aunque le lanza sombras, nunca la ha derrotado.
 
 
Despertó, compañeros, espíritus guerreros,
 
que siempre mantuvieron a raya al enemigo,
 
cuando entraron triunfantes en La Habana,
 
y mis ojos de niña vieron trazos
 
que me dieron futuro,
 
un primero de enero, mi conciencia nacía.
 
 
 
¡Por siempre yo, Fidel, te estaré agradecida!
 


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Maricarmen Gómez F


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