La Cultura en la V República o Sesto Novas pal` baile

“Si soy un borracho sin remedio que me importa tomar caña blanca barata...
lo que importa es el tamaño de la pea”.


(De un beodo que filosofaba en una acera de Petare)..


Comenzamos saludando la intención de la gente de Encontrarte de hacer una entrevista al Francisco Sesto Novas, con énfasis en los puntos álgidos y más criticados de su gestión. Sin embargo, nos quedamos con los crespos hechos esperando un poco más de agudeza, de perspicacia, de malicia en el cuestionario respondido y en el cual, con mucha elegancia, el entrevistado decidió irse a la ducha sin recorrer la cancha entera, como corresponde a la complejidad de su cargo, Ministro de Cultura, es decir, algo así como entrenador de un equipo que juega la Copa Mundial.

A continuación unos chutes directos al arco (del Ministro) desde la zona de penalti.. (¡Y que viva el Barsa! aunque se enfurruñe Angelines, nuestra esposa, coruñense y curruña a distancia del Ministro, por paisana y por esa manía de llevarnos la contraria en política, que es lo mismo).

Por ejemplo, en relación a la llamada “constituyente cultural”, Señor Ministro, usted bota tierrita y se va por la tangente, descalificando el fondo del asunto: realizar una gran convocatoria nacional para discutir leyes, instituciones y políticas culturales. No se precisa que discutan diecisiete millones de personas para colectivizar y transformar la gestión cultural. Semejante razonamiento es ridículo y da la impresión que se recurre a él no por honesta duda sino para descalificar las exigencias de participación. Se trata de ampliar el debate de manera incluyente. Se trata de generar opinión pública tal como sucedió con la ley RESORTE y organización como en la Ley de Tierras. Quizás el nombre de “constituyente” remite a pompa, pretensión y utopía. Cierto que sus mecanismos no están todavía claros. Cierto que alguno que otro de los que la enarbolan le tienen la vista en el pescuezo o buscan palestra y sacar ganancia de la oportunidad lanzando dicterios en su contra.

Dice Sesto en relación a la “constituyente”: “lo veo nada más como una consigna que puede ser orientadora pero que también puede enredar las cosas.”. O lo que es igual: “me suena a Chavéz y a revolución pero no voy a ese baile”. ¿Qué cosas se enredarían Ministro?. ¿Las cosas del ministerio?. Intentaremos aproximarnos a esas cosas que, desde nuestro punto de vista, se desenredarían con lo que descalifica llamándolo “veleidades utópicas”.

Es verdad, Ministro, las perspectivas de esa discusión, llámese “constituyente”, “reconstituyente”, “gran seminario cultural”, “megadebate” o “caimanera de los artistas”, se adivinan como un despelote de madre, un amasijo de intereses, oportunidades y riendas sueltas para saldar rencillas y reclamar cuentas.

Basta imaginarse cuando lleguemos al siguiente derrotero: Sistema de Orquestas Sinfónicas Juveniles e Infantiles (48 millardos asignados por el Ministerio de Salud y Desarrollo Social) Vs, Plan de Financiamiento Cultural al Sector Privado, alrededor de dos mil seiscientas instituciones o grupos en todo el país (47 millardos asignados por el CONAC). Ya sabemos, Ministro, la admiración que tiene por Abreu hasta el punto de tener como referencia al bendito sistema orquestal que regenta el susodicho como modelo para el megamuseo que se proyecta (nos preguntamos si Sofía Imber será su futura directora). Francamente, nos dio un pasmo facial cuando leímos la desafortunada comparación en una reciente entrevista publicada por EL MUNDO. Conocemos su opinión en tan delicado asunto pero... ¿no sería un debate sabroso? ¿no sería una muestra de amplitud brindar escenario a opiniones diversas a la suya?. No tenemos grandes páginas para expresarnos (ni las tendremos por tanto periodista tarifado) pero sí el mismo derecho a expresarnos.

Ni hablar cuando toque la hora de discutir las cuantiosas inversiones que se hacen en encuentros internacionales de intelectuales, filósofos, poetas, músicos, etc. Y no es que nos opongamos sino que “bueno es cilantro pero no tanto”. “Practica el instrumento Carlitos, pero no nos atormentes y respeta la hora de la comida”, dice Angelines, mi esposa, cuando maltrato las partituras durante horas y mientras cocina los caldos mundialmente conocidos originales de su Galicia querida. Así que ya va estando fuerte tanto encuentro mundial y tanta bomba. Eso sería tema de agarrones fastidiosos en el “megadebate”, sin duda.

Seguro tendríamos a una cohorte de gerentitos culturales municipales y estadales encaratados y dando muestras de su ignorancia en el Plan Estratégico que debe guiar la acción de gobierno en todos sus niveles.

Para mas dolores de cabeza, se harían presentes los grupos de siempre, los mismos personajes, los camaleones, los vividores de la Cuarta y los más peligrosos, por ladinos y currículo de rojillos, que son los de la Quinta.

Es complejo el debatir que se plantea pero absolutamente inevitable si queremos hacer una revolucion. Por supuesto, debe importarnos el cómo, el cuándo y el cuánto pero después de cuarenta años de basura cultural estatal más importante es dar la discusión, aún en el mayor desorden e incertidumbre. (Ya lo dijo el filósofo petareño: “... lo que importa es el tamaño de la pea”). ¿Difícil y complicado como sugiere la entrevista?. Si, pero no imposible.

Si nos encojonamos con la idea arrechísimamente, revolucionariamente, si intentamos tomar el cielo por asalto también tendríamos muñequeras, comunicadores alternativos, jóvenes estudiantes, cultores populares, indígenas, artistas populares, minorías extranjeras, músicos resentidos y todo bicho de uña y pluma (que también los hay)... es decir Señor Ministro, ese gentarascal que la jerga política venezolana actual llama “nuevos actores sociales”. Créanos si le decimos que el universo cultural y artístico del país es muchísimo más amplio de lo que usted ha conocido en el ejercicio de su labor intelectual y/o función ministerial. Somos muchos más de los que piensa o aparecen en las listas.. Claro que en este “certamen de opiniones” del que hablamos habría cizaña, mucha cizaña, miasmas y mala yerba, pero las cien flores, las cien escuelas del pensamiento cultural y estético del país competirían como en ningún otro lugar en el mundo. Sería un verguero discursivo rico y desencadenante de nuevas proposiciones y de otras, no tan nuevas, relegadas por siempre. Convenceríamos a mucha gente de entrar en el zafarrancho. Hasta al mismo Comandante le encantaría la idea de la convocar al bochinche. Le aseguramos que será más fácil convencerlo de eso que de haberle creado el ministerio.

Lo contrario es pasar agachado por comodidad. Lo contrario es Milagros Santana descuartizada por Escarrá en la Asamblea Nacional en la presentación del pobre proyecto de ley ante la indiferencia pública. Lo contrario es un dudoso proyecto aprobado en la casi total ignorancia de los que deberían estar más interesados. Lo contrario será una Ley que nadie hará suya. Lo contrario serán las mismas instituciones, burocracia y políticas culturales a pesar de los millones de libros repartidos que no es que sean malos sino que se quedan cortos. Lo contrario es la roncha de un grupúsculo de funcionarios decidiendo los dineros y destinos culturales nacionales. Lo contrario es (dejemos la vaina y el disimulo que usted también piensa así) esas caricaturas de consulta para otorgar “aportes”, “subsidios”, “financiamientos”, la “fula” o como se quiera llamar que seguirán siendo año tras años un mateo administrativo de dos días orientado por funcionarios incapaces, para cumplir con la conciencia y hablar de participación, sin confrontar los proyectos favorecidos con las necesidades colectivas, regionales o municipales, mas allá del cumplimiento de los requisitos formales y entrega de las facturas. Cierto que el problema no está en los reales sino en el “modelo perverso” y clientelar que se heredó, en eso estamos de acuerdo, pero ¿cuál es el temor a transformar juntos? ¿porqué no hay consulta, coño, si se trata de que “EL PUEBLO ES LA CULTURA” y entonces el pueblo (es decir yo, tu, el, nosotros, ustedes, titirimundachi, Señor Ministro) debe ser parte de las decisiones en las que esté directamente interesado?.

Lo contrario es nuestro país, cantera de músicos populares, a cuenta y riesgo de vivarachos que los parasitan (un Salazar cualquiera, por decir algo, entre otros selectos). Lo contrario es Madera y sus treinta giras nacionales e internacionales en la Cuarta, Quinta y, por lo que se ve, en la Sexta República, la gente de San Agustín echando humo y usted como si nada exhibiendo el viajecito a Uruguay de este conjunto musical como un logro de gestión.

Lo contrario es el argumento que concluyó la vieja COPRE: “no vale la pena plantear el cambio porque es imposible realizarlo y existe el riesgo de empeorar las cosas”.

¿Qué van a perder en este debate, Señor Ministro, los que nada tienen y también producen cultura?. ¿Se les acabarán los “certámenes” o el “financiamiento”?. Juramos que la mitad de los detractores, cuyo número crece como la espuma en las resacas de su Vigo natal, se quedarían sin argumentos si se pone a la cabeza de esta proposición.

Otro chute: no es posible, Señor Ministro, que guarde silencio sobre la aprobación en primera discusión de la Ley Nacional de Cultura. Ni siquiera las publicaciones periódicas que edita el CONAC ( TODOS ADENTRO, A PLENA VOZ, CONACTUALIDAD, etc.) hacen parte de esta trascendente discusión que marcará los destinos culturales de la nueva república. Créanos, es algo que nos intriga hasta la pesadilla. El Ministro de Cultura y sus inmediatos subalternos poco opinan del “debate” sobre la Ley de la Cultura. ¡Insólito!.

Esa gran discusión nacional (la “constituyente cultural” que tantas interrogantes causa) quizás se haría con la mitad de los recursos que se destinan a cualquiera de los certámenes culturales con que nos amenazan en el calendario por venir. De allí puede salir el dinero. Costaría menos de lo que piensa o le dicen sus asesores. Creemos que en el Estado Miranda para tal iniciativa hubiese bastado invertir lo mismo que costó la pancartota que se colocó en la sede del CONAC en la Torre Norte de El Silencio el año pasado (¿100? ¿150 millones?).

Para terminar una perla reveladora expresada en la entrevista: “Trato de reservar la energía para debatir con la oposición de verdad, la que añora la gestión cultural puntofijista”. O sea que quienes disienten con usted de este lado también son oposición pero de mentira. O sea que no hay debate posible con quienes adversamos su proceder y no añoramos la gestión cultural puntofijista .

Muchos necesitamos y queremos estar de su mismo lado Señor Sesto. A su ladito y de gratiñán, sin aceptarle cargos o morocotas, pero usted y sus huestes nos ponen las cosas difíciles. La polémica debe ser entre nosotros, “Revolución en la revolución”, la llaman. La oposición del “SI” se quedó sin discursos, candidatos, ni votos.¿Con cuál de esos intelectuales de pacotilla va a debatir?. ¿con Manuel Caballero? ¿con Pérez Oramas?.¿ con Arraiz Lucca? ¿Cuál de las vacas culturales del pasado que todavía rumian en El Nacional argumenta aunque sea una solita razón cultural digna de discutir?. ¿Abreu? ¡Por favor!. ¿Lo ve?. Mas rico es pelearnos por este lado aunque se pretenda la vindicta.

Abramos un “toma y dame” amplio sobre esa “visión un poquito más compleja y completa de lo que es la participación” que dice tener. Somos de los que piensan que el Ministerio a su cargo y las instituciones oficiales que existen deben ser parte de la discusión y dudamos que esta sea posible si el Todopoderoso Estado no construye los auditorios de la misma en común, no con quienes se dicen sus representantes, tampoco con esa camarilla diletante que tanto reniega de usted en los cafetines, teatros o centros culturales, de acuerdo, sino con el PUEBLO, ese de los barrios, poblados y caseríos. Muchos males dejó la Cuarta en materia cultural, entre ellos la creencia vulgar de que el desarrollo de un país se mide por kilómetros de carreteras u orquestas sinfónicas creadas. También dejó los males del “cuanto hay pa´eso”, la dispersión, el sectarismo y el egotismo en muchos de nuestros trabajadores culturales y artistas; eso pesa un mundo y desorganiza. Bien lo sabe de sobra. Por eso necesitamos y queremos estar de su lado y por eso usted también debiera viceversa a pesar de que lo descalifiquen.

Si se le ocurre otro camino para el objetivo por favor dígalo. A lo mejor los proyectos que le presentan sobre el tema no son ”razonables” pero ¿pueden serlo en este hervidero histórico, en este menjurge cultural? ¿El Plan Robinson de alfabetizar un millón de venezolanos al año lo era?. Llegamos a un millón trescientos. ¿Qué “otras formas de alcanzarlo” puede haber que no sea entrompar las ideas fieramente, como corresponde en este trópico, en esta profusión de sentimientos culturales, en esta algazara étnica de africanos, indígenas, europeos y gallegos?. Lo que importa es el tamaño de la pea...

Quizás en ese posible escenario nacional, Señor Ministro, no le brindaría al Presidente la oportunidad de un discurso ante invitados ilustres pero la revolución cultural ganaría sustancia, entusiasmo y mucho pueblo.

carlosmurillo12@yahoo.com


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