Entorno a la corrupción. Parte (III): La corrupción como cerco y azote de la Revolución Bolivariana

La corrupción se convirtió en un mecanismo espontaneo y en el "tráfico administrativo," por antonomasia, en la Venezuela puntofijista de la dictadura del bipartidismo adeco-copeyano de la IV y sangrienta república, que aún medra en las sombras de nuestra sociedad, recatándose, como sanguijuela y rémora, en los intersticios de los esfuerzos transformadores de la Revolución Bolivariana. Es una mano invisible a la cual muchos criminales encubiertos, de todo pelaje, les han extendido sus manos.

Ese otro horizonte civilizacional que se abrió al mundo y que más tarde sería América Latina, en aquel momento, como "nuevo mundo", recibió el embate, súbito e intempestivo, de la invasión conquistadora, incontenible, de la barbarie occidental capitalista, en las rudísimas fases iniciales de la culminación de la acumulación originaria del capital y, simultáneamente, del comienzo de su expansión y desarrollo; era el momento transicional del claroscuro fronterizo del desarrollo histórico del capital. La corrupción nos llegaba, de allende los mares, como producto civilizacional de la "barbarie cultural" europea, que en el horror de sus creaciones anfibológica, juntaba, en un solo haz, las "leyes de pobres" para el encarcelamiento y el exterminio de los desheredados de las tierras y demás medios de trabajo propios, las razzia, desalmadas y terribles, de las "leyes contra pordioseros y vagabundos", la compilación justinianea del Derecho Romano, en la versión de "Las Siete Partidas" de Alfonso el Sabio, las elegíacas y sublimes "Coplas por la Muerte de mi Padre" de Jorge Manrique, y el Amor - ofensivo en este mundo - de la "Pareja de Verona", del inefable bardo Inglés. Recibimos los productos crepusculares del intermezzo feudocapitalista, que se entronizarían "originariamente", como transculturización, en el coloniaje y mestizaje que resultaron del avasallamiento "civilizacional" de Europa a nuestras culturas aborígenes. El colonialismo eurocapitalista, originario, -es innegable- nos legó, lo que pudiéramos llamar, una genética cultural de la corrupción, inscripta en el proceso de desarrollo histórico de las relaciones sociales que constituyen e integran el poder, en cualesquiera de las formas en que este aparece, contemporáneamente, formando parte estructural de la dinámica de la vida social de nuestras formaciones sociales (latinoamericanas); lo decimos sin ánimo de pretender, aquí, un lugar para su tratamiento, y sí en conexión con la ulterior (históricamente) neocolonización imperialista de Estados Unidos, y algunos de sus aliados europeos, de América Latina y el Caribe.

En general -en ese sentido- podemos decir, ciertamente, que la corrupción ha sido, históricamente, el más socorrido instrumento de implementación, estratégica y táctica, de la geopolítica imperialista de Estados Unidos para América Latina y el Caribe.

Históricamente, la política exterior de Estados Unidos para América Latina, se ha basado en el engaño, en la fuerza y en la trapacería, diplomáticas, como entramado corrupto de su dominación regional. En este sentido -.lo hemos conocido sobradamente- la diplomacia imperialista de su política exterior para la región ha estado planteada, siempre, motu proprio, más allá del Derecho Internacional vigente y de los pactos y las convenciones, internacionales, que norman las relaciones de igualdad soberana entre los Estados de los países del mundo.

Es importante –creemos- hacer aparecer el señalamiento al origen histórico-cultural de la corrupción en la órbita de nuestra civilización regional, aunado a otras influencias, de la misma índole, con las cuales hemos sido sometidos y quebrantados, ética y moralmente, en el decurso de nuestra autoproducción histórica, en tanto civilización latinoamericana, que es, sin duda, en todo y por todo, una civilización; y que, en una paradoja aparente, es la civilización de la insurgencia, de la obligada creación y construcción histórica de liberación y, en este sentido, una salida sorpresiva e insospechada a la lucha por la "emancipación humana" que, dicho sea de paso, es lo que Marx, fundamentalmente, encuentra en el fondo de la investigación y el análisis crítico de la humanidad y su historia, develando su sentido práctico-real y, aún, trascendente; entendiendo la trascendencia como producto y dimensión mayor de la historia humana.

Pero, continuando con nuestro asunto, que es la corrupción en esta fase álgida y revolucionaria de nuestra sociedad, recordaremos que en el artículo anterior ("Entorno a la Corrupción, parte (II)") anotábamos la siguiente consideración en relación a la situación difícil del enmarcamiento de la Revolución Bolivariana, dentro del contexto, real e histórico, de la sociedad en la cual insurge: "Está visto que la corrupción, en tanto fardo que nos legara el ‘bipartidismo puntofijista neoliberal corrupto’, es una maldición que acosa, sin cuartel, a la Revolución Bolivariana. Brota de sus diversos espacios y coyunturas autogeneradoras, como una poderosa fuerza reactiva, raigalmente infiltrada en sus tuétanos, desde la cultura política y la conciencia social que le han servido de contexto socio-histórico, por demás, macerados en la molicie del rentismo petrolero, el cual fue blindado, para su eternización, por los pactos y felonías, políticos, ‘patriocidas’ –si se nos permite el neologismo- , de Nueva York en 1957 y de Punto Fijo en 1958, firmados por los vasallos del imperialismo norteamericano, Acción Democrática y Copey, y que perdurarán, por siempre, como unos de los actos de ambición y de perfidia política más siniestros y vergonzantes en la historia de América Latina".

La Revolución Bolivariana, como una forma practico-real e iniciática del Socialismo del Siglo XXI, presenta la extraordinaria singularidad de ser un proceso revolucionario orientado a la construcción de la "Transición Socialista" de nuestra sociedad siendo, simultáneamente, decantación y producción de su propio arquetipo inédito, de su modelo disímil, por tanto, ausente de toda predeterminación. Es un proceso que, en su dinámica ontosocial, va generando la arquitectura original –neohistórica- de su diseño inaugural e invaticinable. Es una revolución socialista en ciernes, supina; pero ese es su carácter y esto es lo fundamental, el único carácter que puede detentar (incluso, científicamente hablando) un proceso de cambios que aspira a transformar, revolucionariamente, una sociedad capitalista en su contrario, en una sociedad comunista, a través de la construcción histórica del tránsito, de la "transición socialista," que es el periodo revolucionario, indeterminado cronológicamente, que se abre entre la primera y la segunda o, mejor, que transforma, revolucionariamente, la primera en la segunda; todo lo cual viene a consideración por cuanto la Revolución Bolivariana empeñada, esforzadamente, en la construcción del socialismo, enfrenta a una sociedad capitalista desfigurada, peligrosa y grotescamente, en términos generales, por la corrupción la cual se enclava, como poderosa fuerza regresiva, en su estructura germinal. Estamos hablando de una corrupción que, en Venezuela, es endémica y estructural, y que ha sido, para el sistema rentista de su capitalismo de base petrolera, un mecanismo de sobrevivencia, defensivo, de perpetuación, de persistencia; se trata de una corrupción que es un mal entrañable e inveterado del capitalismo de la formación social venezolana, pero que no es, de ninguna manera, imbatible ante la fuerza incontenible de los cambios revolucionarios de una transición socialista –eso sí- que avance y se profundice , sólo , certeramente orientada en su praxis política y económica, y sin desviaciones. Por tanto, su acendrada ubicuidad operativa en la administración pública, en la burocracia del Estado capitalista, que heredamos, en la diversificada organización de la administración privada del capital, que se ramifica y homologa en el común denominador del empresariado de hábito parasitario, asido, otrora, a un bipartidismo transfigurado, efectivamente, en el macro-Estado petro-rentista, ha obstaculizado y obstruido la fluidez de la gestión del gobierno revolucionario que se ha visto, en mucho, anquilosada e ineficiente.

La lucha de clases –observaba Lenin- no desaparece si no que asume diversas y nuevas formas durante el periodo de la transición socialista; situación que –según nuestro punto de vista- comienza a ocurrir, original y embrionariamente, en la incipiente transición revolucionaria que impulsa la Revolución Bolivariana en las sorprendentes, encubiertas y mimetizadas simbiosis de las relaciones de corrupción entre oscuros personeros y gestores del ámbito privado que representan, en tanto "personificaciones del capital", principalmente, al liderazgo empresarial aglutinado en Fedecamaras, y funcionarios de todos los niveles de la administración pública que, en realidad, son heraldos del Estado capitalista que sigue acantonado, disfrazada y transfiguradamente, como baluarte de resistencia y clandestinidad conspirativa, en el campo de la gestión política y administrativa de la revolución.

En otras palabras, se han producido, fruto de la ‘estrategia de infiltración’, desde los mandos (comandos) políticos del ‘poder contrainsurgente’ del Estado imperialista norteamericano y sus franquicias nacionales, poder éste, por cierto, altamente especializado político-tecnológicamente, dentro de las líneas de poder que instrumentaliza y ejerce el Estado norteamericano en el radio de acción internacional de su "diplomacia imperialista", desde el principio de la Revolución Chavista, binomios, asociaciones y enlaces perversos para retrogradar, con gran provecho y rédito económico, la gestión revolucionaria del gobierno bolivariano, en un doloso y confabulado ensamblaje antipatriótico y antiético, sin ningún resquemor, sin ningún asomo de pudor ni decencia internacional, constituyendo una madeja fértil y estratégica de relaciones de corrupción que infestan y socaban el proceso bolivariano de la construcción transformadora, en la praxis, de su modelo socialista.

Esta complicidad, a la sombra de su trasfondo político, ha perpetrado crímenes de corrupción que han interferido Misiones (es importante poner de relieve que las Misiones han sido las vías anti populistas de realización efectiva de la justicia social y de los procesos insurgentes contra-hegemónicos de inclusión de la Revolución Bolivariana) tan loables como la alimentación del pueblo, con pérdidas millonarias en alimentos comprados, en algunos casos, en estado de vencimiento y en otros dejándolos perder, ocultos en galpones y contenedores que bien pudieran mentarse como los "depósitos de las tinieblas", en las maniobras de negociaciones inconfesables; o como Misiones en materia de salud donde han aparecido cargamentos millonarios de medicinas, vencidas y no vencidas, y equipos médicos; dólares preferenciales aprobados para medicinas diversamente importantes y, generalmente fundamentales, que no llegaron nunca a su destino nacional, o fueron desviados a otros mercados foráneos; cargamentos y embarques mensuales de gasolina que pueden estar en el orden, según nuestros especialistas, es decir, afectos a nuestro gobierno, de un quinto de esa producción nacional ( es decir, mensual ) y que se verifica, por ejemplo, en las exportaciones colombianas mensuales de gasolina (la cual, como sabemos, tiene precios elevadísimo en ese país "hermano"), las cuales están muy por encima de lo que Colombia produce y consume, mensual y anualmente. Esto nos advierte que el contrabando de extracción de gasolina y otros derivados del petróleo que se gesta en la República Bolivariana de Venezuela, por sus dimensiones, sale del país, no sólo por tierra sino por vías marítimas y fluviales, lo cual, obviamente requiere personal adiestrado, durante años en la logística de esas operaciones, es decir, se presumiría la existencia de una red corrupta de extracción, calificada y ducha en sus procedimiento y conexiones, nacionales e internacionales, que funcionaria normalmente, pasando por PDVSA, en consonancia con otras entidades del Estado. Porque, si no, por otra parte, ¿cómo se explica que dentro del marasmo de la actual guerra económica, tan desangrante y pertinaz, se hayan extraído, sólo en lo que va de año, más de 16.000 toneladas de alimentos con destino, principalmente a Colombia, y a otros países del Caribe?, ¿Cómo se explica que 60.000 millones de dólares preferenciales (CENCOEX) se hayan entregado a empresas inconsistentes, sólo formalmente existentes, a las, así llamadas, empresas de maletín y no se hayan dado a conocer, hasta ahora, públicamente, no sólo sus identificaciones y nombres personales, si no los de los funcionarios de nuestro gobierno involucrados en estos crímenes gravísimos, de lesa patria, contra un pueblo que, históricamente, ha costado tanto –sin que haya posibilidad alguna de que alguien argumentara en contrario- reivindicar y dignificar, el nuestro, durante siglos y décadas, históricamente hundido en los socavones de la dependencia, de la dominación imperial, de la pobreza y de la exclusión, tercermundistas de aquella América Latina, que nuestras luchas liberacionistas han ido dejando atrás, por el cual insurgió la Revolución Bolivariana y el Presidente Chávez ofrendó todos los esfuerzos de su vida, ¿o es que, acaso, hay duda de eso…?

¿Cómo explicar que el contrabando de extracción, aun cuantioso, siga circulando, importantemente, a través de nuestras fronteras terrestres, fluviales y marítimas, formando sistema, doloso, con los oligopolios, nacionales y transnacionales de importación, producción y comercialización de bienes fundamentales en coyunda con funcionarios corruptos sin rostros, intensificando y profundizando la guerra económica, instaurada en el escenario más invisibilizado y complejo de una guerra radical de cuarta generación, propiciando, consecuencial y paralelamente, una gran crisis para la moneda nacional, manipulada desde Colombia, a través de las "asas de cambio" fronterizas, en franca sintonía con el dólar negro, con el dólar especulativo, manejado desde las redes de Miami, fundamentalmente?

Es necesario y urgente que advirtamos y enfrentemos en la acción la complicidad corrupta, la asociación criminal, del capital, con los funcionarios gubernamentales que forman la retaguardia, secreta y activa, de la red de infiltración de la gestión del gobierno revolucionario.

El ámbito secreto, a todas luces, de la infiltración estatal y gubernamental, con serias complicidades y oscuros contubernios, constituye la umbría donde subyacen los humedales germinativos de las fusiones y alianzas alevosas de la corrupción. Allí, cada día, se fragua y desarrolla, eficazmente, la conspiración más poderosa que se abate, secretamente, contra la gestión del gobierno, corrupción administrativa mediante.

El presidente de nuestra Asamblea Legislativa, diputado Diosdado Cabello Rondón, ha estado, insistentemente, desde hace buen tiempo, señalando y denunciando la infiltración como un peligroso arsenal de efectivas estrategias de desbaratamiento de la gestión revolucionaria de gobierno, como un ‘manto de Penélope’ que cada día esfuma los esfuerzos, avances y logros de la revolución.

Estos son los enemigos que tenemos que enfrentar. Son los adalides nacionales de la conjura internacional contra el gobierno revolucionario.

La especulación inflacionaria y el acaparamiento, gravemente delictivo, proliferan indemnes en todo el país, acentuando la crisis y agrietando el apoyo popular al gobierno revolucionario. Entonces, ¿qué pasa con los funcionarios de la Superintendencia de precios justos?, ¿por qué no convocamos, con primacía de la iniciativa gubernamental, a una gran acción conjunta de pueblo y gobierno, con base a las leyes respectivas, para acabar con la impunidad y el abuso desmedido y grosero de los comercializadores, comerciantes, expendedores y productores e importadores?. Será que el acoso omnilateral de base psicocomunicacional, exacerbada en su resonancia económica, ha comenzado a vencernos? ¿Qué hay detrás de la ausencia de control en los precios de los alimentos, de los productos de higiene personal y limpieza, y en general, en los productos de primera necesidad, que ostentan unos exorbitante "precios justos", colocados, a voluntad, por los fabricantes o importadores y, aún así, alterados, como muchas veces, por los expendedores? ¿Quiénes serán los responsables de que los "precios justos" discrecionales de la inflación especulativa caigan, aplastantemente, sobre las espaldas de nuestra revolución, tras la asfixia de las necesidades del pueblo "soberano"?.

¿Quién "controla" la desmesurada desfiguración del valor de uso que ve destruida su utilidad y, por tanto, su sentido económico-real, a manos del valor de cambio de las mercancías que producen e importan nuestros discrecionales y voluntaristas empresarios, que en tanto "personificaciones del capital" tienen nombres y apellidos, o no?¿Cuándo caerá, finalmente la filosa ‘espada de Damocles’, de los ‘precios justos’, sobre las cabezas de quienes somos y seremos partes del pueblo y del compromiso que encarnan la Revolución Bolivariana?.

Es imperioso que acometamos, radicalmente, el dragado de la revolución. De lo contrario la impunidad, complementación superior de la corrupción copará el escenario económico y político de la Revolución Bolivariana hasta diezmar sus cimientos ancestrales (que nosotros, comprometidos con esta revolución, sabemos muy bien de donde vienen y cuales son).

La impunidad puede llegar a convertirse en el arma más poderosa de los enemigos de la Revolución Chavista del Socialismo Bolivariano, dada las actuales circunstancias coyunturales, y estructurales –lo hemos dicho- de nuestra peligrosa situación actual.

La impunidad es un arma de domesticación y pedagogización, perversas, de la dominación y entronización del imperialismo, hoy, agudizada y, desde antaño, presente, como nervadura central en los "planes" que la política exterior norteamericana ha implantado en América Latina (El Plan Cóndor, El Plan Colombia, Las "Alianzas", Los "Consensos", El ALCA, entre otras "muchachadas") y, claro, igualmente, en otras latitudes del mundo.

Invariablemente, la corrupción es élla y su prolongación en la impunidad, como formando un sistema pendular; es élla y la impunidad como su forma superior y madurada. En este sentido la impunidad es la corrupción que ya se ha pensado a sí misma, que se ha hecho consciente de sí misma, a la manera del ‘Espíritu Absoluto’ de Hegel, y ha decidido, exclusivamente, en su propio provecho.

En la impunidad la corrupción se desenmascara, se hace plenamente consciente de sí, asumiendo su perversión como la modalidad estandarizada de la metodología social, vale decir, de los procedimientos del sistema (de la formación social). Además, en general, en las sociedades capitalistas la impunidad es una forma implacable, rotunda e incontrastable de poder (y es un elemento inescindible de las relaciones sociales de poder que, del lado de la dominación, aparecen actuando multilateral y aventajadamente, en el campo de la lucha de clases, -lo hemos planteado relevantemente-).

Finalmente queremos dejar dos reflexiones que, salidas de este análisis, son su complemento y, al mismo tiempo, su apertura:

1.- En relación a la crítica de la Razón "formal-racionalista" (Razón abstracto-formal) de la dominación imperialista (mundial), para pensar la Revolución Socialista.

Contemporáneamente, desde un escenario histórico multipolar, en ciernes, enfrentada al imperialismo, en la fase global de su mundialización, la construcción del socialismo, en cualquier país, asume, en la insurgencia contrahegemónica de su pensamiento y, por lo tanto, en las diversas formas de su conciencia social incluida, necesariamente, la conciencia individual, universalmente subversiva e insurreccional, asume –decíamos- la situación ineludible, desde una epistemología social de ruptura, es decir, desde la perspectiva u óptica que aparece a través de la crítica de las formas metodológicas y sus contenidos (siempre ensamblados monolíticamente) del pensamiento de la dominación, la incorporación al proceso gnoseológico-revolucionario de lo que pudiéramos llamar, hoy, la "reconfiguración estratégica de la Razón"; es decir, que estamos ante una "Razón estratégica", no formal-racionalista, lo que equivale a decir, montada sobre los términos, sobre los "constituyentes materiales", "complejos" y antagónicos de la dinámica social, es decir, de la realidad ontosocial. Una "Razón" que no emana de ninguna de las modalidades formales de la razón idealista o empirista y menos aún de sus contenidos elaborados desde la concepción abstracta de la "individualidad aislada", ahistórica, desde esta ideología de la individualidad, contraria a la "individualidad universal" formulada desde el lugar colectivo universal de la "Totalidad concreta", en tanto realidad social, histórica. Razón (dialéctica, totalizante, y por lo tanto, no lineal ni formal) que proviene y se forja de la y en la crítica, del pensamiento y de la praxis, de la dominación mundial imperialista de la civilización del Capital.

Es la base de lo que llamamos, con Marx, el pensamiento concreto y, en este sentido, en relación al movimiento de la realidad, de su dinámica social, reivindica la mediación (en tanto lucha de clases) que patentiza y ratifica el primado de la contradicción sobre los contrarios en la perspectiva de la realidad, esto es, en el contexto de la realidad social como proceso histórico.

En tal sentido –sostenemos- que la civilización del capital no puede contener el avance y desarrollo de una revolución gnoseológica (es decir, una revolución del pensamiento, del conocimiento) que insurge contra su pensamiento unitario-reductivo y abstracto-formal. La conciencia se transforma en "Razón estratégica" que se corresponde con la "particularidad" histórica que va generando la dinámica social, el movimiento de la realidad, en el ámbito del "tiempo histórico".

2.- El Chavismo insurreccional-revolucionario es, inmediatamente, inclusión anti-puntofijista.

Respecto a la corrupción en la IV República, que es el legado más nocivo que recibiera la Revolución Bolivariana por el boquete de su origen histórico, es muy importante no perder de vista que el espectro múltiple, de su inmensa "exclusión", como siendo, rotundamente, la exclusión del "otro" (el pueblo como un "otro"), en la Venezuela puntofijista tuvo, como su consecuencia más directa, como su sentido histórico más explícito, como coherencia consigo misma, y como su racionalidad en adelante, una proliferación y diseminación, oceánicas, de las posibilidades reales de la corrupción, asegurada con exclusividad, como negocio reiterativo, pingüe, sólidamente protegido, y con garantía de impunidad, a los "privilegiados del poder" que eran algunos grupos oligárquicos y la burguesía (esencialmente comercial) parasitaria, avenidos a la esfera política del poder bipartidista Adeco-Copeyano, y que como tales se desarrollaron, antipatriótica y decadentemente, ejerciendo la dominación (explotación) económica en el capitalismo rento-petrolero de la IV República.

Confinado el pueblo al amurallamiento impenetrable de la mayor exclusión, la soledad político-económica, consecuencial y convenientemente autoimpuesta por las elites y cúpulas del poder puntofijista, resultó ser un campo institucional de exclusividad para ejercer el poder a discreción, por tanto, con todas la prorrogativas para diseñar, como realmente se hizo, los mecanismos de la corrupción, afinadamente convenientes y propicios a intereses coyuntural y prospectivamente concertados, en los intersticios jurídico-administrativos del Estado burocrático (capitalista).

Así, la exclusión, justificada y transfigurada en la democracia formal (capitalista), funcionó como el campo institucional de la corrupción, encubierta e invisibilizada en el follaje de la arquitectura jurídico-política del Estado (capitalista) que entrañaba, a tales efectos, su, funcionalmente adecuado, diseño burocrático-administrativo.

El Estado burocrático y la democracia formal (capitalistas) fueron los cimientos sobre los cuales se construyó la corrupción rentista en tanto condición endémica y cuasiestructural de la economía capitalista venezolana y del poder político bipartidista, Estado y democracia, capitalistas, mediantes.

Por eso, la irrupción e instauración de la "inclusión revolucionaria" representó el verdadero estallido de la Revolución Bolivariana, el primer gran golpe de la Revolución Chavista.

P.D. por cierto, ya es la hora, urgente de abandonar la trampa ideológica de la referencia abstracta y formal a una realidad que no es ni abstracta ni formal. Refirámonos a lo que existe, refirámonos con pensamientos concretos, mediante denominaciones concretas a realidades concretas. Así, no existen ni "la Democracia" ni "el Estado"; lo que existe, a ese respecto, es "la Democracia Capitalista" y "el Estado Capitalista".



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