Se compra oro, oro, oro, dólares, euros…

En los últimos años los habitantes y transeúntes de la ciudad capital han podido evidenciar una reveladora mejoría en los espacios del casco histórico de Caracas la cual son un reflejo de los cambios positivos que se han dado en nuestro país desde el ascenso al poder del Presidente Hugo Chávez, pero también de sus defectos.

Desafiando un poco a las leyes del olvido, resulta sorprendente evaluar la cantidad de obras que se han realizado en pro de la mejora del centro capitalino. Al hacer un pequeño esfuerzo de memoria podemos recordar algunos aspectos en que se encontraba nuestro casco histórico: Aun en los años 2004 y 2005, todavía abundaba el comercio informal por las vías de la Catedral de Caracas, la Plaza del Venezolano, así como a las otras arterias a lo largo y ancho de la Plaza Bolívar. Por su parte, ésta misma y sus fuentes se encontraban en malas condiciones e inoperantes hasta que fue remodelada por completo. Los edificios que se encuentran a su alrededor estaban casi todos en malas condiciones o abandonados, con fachadas tristes y opacas por la mala pintura. Asimismo, la remodelación del actual Teatro Principal tomó mucho tiempo hasta que finalmente hoy se puede observar la cara del nuevo espacio, así como la afluencia de gente para asistir a presentaciones, locales donde comprar chocolate o café venezolano y disfrutar de una agradable velada en el lugar más emblemático de Caracas.

Todo este proceso ha sido, sin duda, un cambio positivo para la capital de nuestro país y del cual sería injusto negarlo. No obstante, al reconocer esta evidente transformación, los venezolanos tenemos que estar conscientes de que no ha sido fácil. Esto no implica un simple llamado para preservar lo recuperado, sino de continuar su favorable evolución.  En otras palabras, la mejor forma de preservarlos es en no detener su proceso de recuperación.  En cuanto a las dificultades que se han tenido que afrontar, debemos recordar que la remodelación del Centro de Caracas se produjo luego de haber superado la parte más ardua de la conflictividad política que vivió nuestro país desde el año 2001, hasta la victoria electoral en el referéndum revocatorio del 2004. Más que una victoria electoral, fue la derrota del discurso de la disidencia insurreccional.

Por otra parte, la transformación de los espacios del Centro de Caracas es también evidencia del manejo soberano de los recursos nacionales. Desde los primeros años, nuestro gobierno tuvo el coraje de modificar las leyes concernientes a la explotación petrolera en Venezuela y así lograr una mayor participación en el negocio de la producción y comercialización de este recurso natural. Gracias a ello, el Gobierno Nacional capta mayores ingresos que luego se traducen, entre otras cosas, en obras de mejoramiento, como las que aquí sen mencionan y otras muy conocidas. Nuevamente, no fue fácil desafiar el poder de las transnacionales petroleras. Un año después de la promulgación de las Leyes Habilitantes, entre ellas la de hidrocarburos, llegó el Golpe de Estado, la vida del Presidente Chávez corrió peligro, pero el rescate del hilo constitucional permitió el avance hacia el modelo de desarrollo socialista, independiente y nacionalista que ha logrado afianzarse hasta el día de hoy en nuestro país.

Por último pero no menos importante, está el hecho de que Venezuela tiene un gobierno que se ha propuesto rescatar su memoria histórica. Los gobiernos de la Cuarta República no tuvieron como prioridad enaltecer el carácter heroico de nuestra lucha independentista, ni los aspectos relacionados a las luchas de clases del siglo XIX, ni las efemérides que han constituido nuestra Identidad Nacional. Es por ello que la recuperación de nuestro casco histórico no sólo tiene una significación de embellecimiento y remodelación, en el sentido superficial-estético (si es por ello, cualquier gobierno capitalista hubiera hecho algo parecido). Es también el sentido patriótico y nacionalista que motiva la acción de gobierno del Presidente Hugo Chávez.

Es por todas estas razones que hoy podemos presenciar y disfrutar de ese mejoramiento de nuestro Centro de Caracas. Todos estos logros no deberían ser para menos. Tal y como lo anunció el presidente Chávez en aquella oportunidad cuando, haciendo referencia a la propuesta que una vez se plasmó para cambiar la capital de nuestro país a otra ciudad que ofreciera una mejor urbanización que Caracas, consideró que nuestra ciudad capital era la “cuna de la independencia” del proceso de liberación comandado por el Libertador Simón Bolívar y por lo tanto debía continuar siendo la capital de Venezuela. Dicho proceso independista comenzó al lado de la actual Plaza Bolívar, en el balcón de la Casa Amarilla durante los acontecimientos del 19 de abril de 1810. Además, extrapolando aquella saga liberadora a nuestra época, hoy se repite con la Revolución Bolivariana teniendo a la ciudad de Caracas nuevamente como protagonista.  Por ello, somos el primer país en desafiar el orden unipolar impuesto después de la caída del Muro de Berlín promoviendo un modelo de desarrollo democrático que ha sido reditado en otros países de nuestro continente.

Sin embargo, a pesar del aspecto no cuestionable de la mejoría del Centro de Caracas como resultado de los diversos cambios positivos que se han llevado a cabo en el país, no significa que aun haya muchas cosas por renovar y mejorar.  Paralelamente a los cambios a la que ha sido objeto nuestro casco histórico, convive en ella una especie de capitalismo salvaje que, a pesar de todo lo positivo que se pueda decir sobre la remodelación y embellecimiento del Centro, llegan al punto de poner en entre dicho su propia transformación debido a que terminan por mermar la significación que éstos cambios han tenido. Se trata del sin número de Casas de Empeño que se han anclado en frente del Poder Legislativo y espacios adyacentes. Pasillos enteros de los mismos negocios del fraude hipotecario donde acuden personas que se encuentren con alguna necesidad financiera, posiblemente de carácter coyuntural, y empeñan sus pertenencias por cantidades de dinero que no representan para nada su valor real.

Conjuntamente con los negocios de las Casas de Empeño trabajan una serie de personas en las cercanías de la Asamblea Nacional, Plaza Bolívar y otros espacios aledaños hostigando a los transeúntes y turistas con la compra de oro, dólares y euros. Se trata de mafias cambiarias que, aprovechando el Control de Cambios y la disparidad cada vez más grande entre el precio del dólar oficial y del dólar “paralelo”, ofrecen comprar éstas divisas a cualquier ingenuo que no conoce de la naturaleza de esta farsa. Como prueba de ello, está el testimonio de un compañero que, al encontrarse en necesidad de obtener un poco de dinero, consintió ante uno de estos “operadores cambiarios” para venderle unos dólares. El amigo fue llevado a un pasillo, lejos de la afluencia de personas que transitan por el Centro y al llegar a este lugar, fue recibo a golpes y despojado de su dinero. En otro testimonio, un compañero venezolano que reside en Alemania, me contó sobre unas turistas de ese país que se paseaban por el Centro y, al igual que el compañero anterior, fueron llevadas a un lugar alejado con la intención de vender euros. Una persona les pidió las divisas para luego regresar con unos euros falsos y diciéndoles que en ese momento no tenían la cantidad en bolívares para comprárselos (aunque ya eran de ellos).

Evidentemente que la persona que lea esto no puedo constatar lo que aquí se denuncia. El problema, por lo tanto, no se trata de una falta de prueba, sino de una falta de voluntad de las autoridades competentes por investigar qué está detrás de todo ese ultra-capitalismo que se concentra en los espacios de nuestro casco histórico, constituido en las Casas de Empeño y sus mafias cambiarias. En este sentido, sería extraordinario que la transformación del Centro de Caracas incluya una discusión sobre el tipo de comercios que deberían de existir en lugar de éstos negocios dedicados a la especulación y a la tracalería.  Por ejemplo, locales comerciales que tengan una mayor significación para nuestro país y conviertan a nuestro casco histórico en el lugar más atractivo de Caracas, como debería de ser.  Siempre hemos creído que el este es la mejor zona de nuestra ciudad, la idea es que tengamos un equilibrio que ayude a hacer la vida más agradable para todos los caraqueños.  ¿Qué diría el Presidente Chávez si un día tiene que caminar por ese pasillo que conduce a la Asamblea Nacional y lo único que ve son Casas de Empeño? ¿Las expropiaría? ¿Qué estamos esperando?

emanuel.erbil@gmail.com



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