Ruralidades

El caramelo del Cura de Coro

No es una ofensa, a pesar de los denuestos con los que pretenden humillarnos, una vez más, los jerarcas cogollericos de la iglesia. Decirle cura a uno de esos purpurados, voceros del capitalismo salvaje y no del templo de nuestro Señor Jesucristo y de Juan Pablo II, nos deja un resquemor por creer que más bien estamos ofendiendo a los verdaderos representantes de la iglesia del hijo de María y José. A esos peregrinos que sí se reúnen con la gente de La Vega, Petare o de San Félix, donde estamos los pobres.

Tampoco lo de “el caramelo del cura de Coro”, es un trabalenguas. Lo sería en el supuesto negado que el 80% de los venezolanos y venezolanas que siempre fuimos excluidos y desposeídos (que nos robaron, pues) nos lo comiéramos. Y si es que el cura de Coro nos interpreta como unos irreverentes contra su jerarquía, nos hace un favor sin que se lo proponga, pues ahora que despertamos con las clarinadas de Hugo Chávez Frías, más que antes estamos viendo que esa arribista cúpula eclesiástica venezolana ha desnudado de sotana la hipocresía. Ellos saben que ya la feligresía por la que murió Jesús, se aleja del púlpito mientras ellos sigan con sus falsas arengas. Mientras que insulten a los pobres que somos ese 80%, con aquello de la demagogia de Chávez. Es que no hay un acto; un proyecto del Presidente que a ellos, como voceros religiosos de los que siempre nos robaron, les agrade y, por consiguiente, sea aprobado por esa jerarquía. De lo que al fin y al cabo, no debemos extrañarnos si ya sabemos a quien representan.

Ahora nos tocó el turno a los de la plebe. El turno de recibir las ofensas, cuando nos tildan de obtusos porque desde ya “adivinaron” ellos que el 60% de los votantes aprobaremos, con nuestra propia decisión, las propuestas del Presidente Chávez para reformar los treinta y tres artículos de la Constitución, suficientemente discutido por el pueblo en su gran mayoría. Ya, antes que el cura de Coro nos dijera, más o menos, que somos unos “mentes de pollo” fáciles de engañar con un caramelito, como ese de las 6 horas de trabajo y la reivindicación de los trabajadores no dependientes, por ejemplo, ya una corresponsal de la canalla nos había tratado como indignos porque, según ella, “los sometidos (nosotros) perdieron hace tiempo la dignidad”.

Hago una pequeña digresión, a propósito de la “corresponsal de la canalla”. Un apretón de manos al amigo Eduardo Moreno, a quien agradecemos la aclaratoria respecto a la confusión que tuvimos con los nombres de Héctor y Humberto Cuenca. Fue que, entre haches y el tiempo transcurrido, tuvimos un lapsus. Y en cuanto a “…el director de El Nacional y la manipulación de la noticia” suponemos que fue un hecho sucedido después de la muerte de Miguel Otero Silva, con quien nos consta las buenas relaciones de Humberto demostradas en algunas visitas a “Puerto Escondido”.

Ahora bien, en lo que respecta a expropiaciones, ni la Constitución del 99 ni en los 33 artículos a reformar, se es más arbitrario que las prácticas antihumanas aprendidas por los adecos y copeyanos, al pie de la letra por cierto, de las ejecutorias de Pérez Jiménez, su viejo aliado en el golpe contra el mejor Presidente del siglo pasado, como fue Isaías Medina Angarita. La alternabilidad aparente les permitía expropiar cualquier bien inmueble, especialmente en las zonas rurales y en los barrios pobres, con el pretexto de la “utilidad publica” para luego anexárselo a cualquier conmilitante, y nosotros con dolor, no vimos jamás a un jerarca de la iglesia tomar partido a favor de los desposeídos cuando se le tumbaban las humildes viviendas para pagarle después una miseria, y en cuotas aplazadas hasta la desesperación. Jamás vimos a un Castillo Lara abrir la boca para defender la propiedad privada.

Hoy en día, como saben que con un gobierno socialista, presidido por un indoblegable venezolano de pura cepa, están tratando de elevar el grito al cielo, grito que se convierte en un berrido que no pasa de Washington. Dicen que Chávez se quiere perpetuar en el poder, cuando con respeto a las normas democráticas, lo que se nos esta proponiendo es que se establezca constitucionalmente que “El Presidente o Presidenta puede ser reelegido o reelegida de inmediato…”. La reforma del artículo 230 no dice que será reelegido o reelegida. Es decir, que no es lo mismo la palabra puede, que en este caso esta sujeto a la decisión del soberano, que cuando se dice “será”, por cuanto este vocablo determina un mandato, que no es el caso que nos ocupa.

Todo esto lo sabe la jerarquía eclesiástica pero no lo reconocen públicamente. Su misión, de salvar las almas, pasó a proteger a los avaros. Desprecian la equidad y a quien la practique. Por ello sus templos se ubicarán donde puedan ser adornados y protegidos con el vil y dorado metal. Ya hay uno en las periferias de la suntuosa Lecherías. Mientras tanto nosotros, desde la barrera, levantaremos el grito con Rosa Luxemburgo y Hugo Chávez: ¡Patria, Socialismo o barbarie! Venceremos.

pedromendez_bna@yahoo.es


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Pedro Méndez


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