Al lado del taxista

Siempre que tomó un taxi, me place ponerme a dialogar con quienes los conducen. Ellos son verdaderos Esopos a nuestros alcances. Enciclopedias de historia, que andan de arriba abajo buscando el pan con honestidad para sus hijos, para la familia, para sobrevivir, en una cosmopolita Caracas, atiborrada de ruidos, cementos, protestas, pedigüeños, traca calles y cobardes politiqueros. Como en todas las cosas de la vida, algunos homo sapiens, medio hombres, parásitos y come mierda, han osado utilizar el taxi para atracar, violar, secuestrar, causar muertes. Empero son pocos, en estas malas acciones. Igual a los moto taxistas: no pertenecen al mismo gremio del crimen, son en su mayoría hombres que han visto en ese trabajo, un medio para cubrir los gastos familiares

Las charlas de los taxistas a veces me conmueven, me recuerdan al García Márquez de la fantasía. Viajan a mundos donde la vida es eterna y la gente sólo come aire y defeca escuálidos. Muchos de ellos convierten el diálogo en monólogo y no hay ninguna posibilidad para que no sea así, dado la profunda capacidad oratoria que poseen.

En la reciente Semana Santa, iba yo a bordo de un taxi para el bello Caricuao a visitar a un familiar. La autopista a Caricuao es una de la más bonita que posee el Dto. Capital. Empero, muchos de los grandes árboles que la acompañan en su paralelismo interior, se han secado y no han sido suplantados. Los árboles siempre mueren de pie, pero da pena, verlos allí como besando la tierra desde la cual emergieron para darle felicidad a los ojos humanos. Un taxista me dijo que “Un día, de X años, en el futuro, éstos se levantarán buscado sus espacios convertidos en cemento y el hombre tendrá que pagar muy cara su osadía de robarles sus hábitat a la madre naturaleza” La autopista estaba oscura: ni un bombillo de la hilera interminable estaba encendido.

Al preguntarle al taxista sobre ese hecho, me contestó: “Eso lo producen los recogelatas: se roban los cables…hace poco vi. a tres de ellos con varios metros de cable de bronce, que se lo roban hasta a la línea del Metro. Quedarse accidentados a orilla de esta autopista, es más peligroso que un marine con un fusil apuntando niños”. Pequé de inocente y le inquirí una respuesta: “Nos asaltan, nos roban, nos quitan todo y luego se van a sus cuevas donde duermen. Esos puentes que están cerca de la siderúrgica (¿?) son sus sitios de dormir también. Mire amigo, en esta Semana Santa, ellos, los que se las dan de mendigos y que no san más que “pedreros”, hasta los cables de un sector de la avenida Nueva Granada se llevaron. Yo los vi.

Otro me contó que, “Esos muertos, esos asesinatos, esas paradas de “yipses” y busetas, esas trancas de calles, esas visitas de gente del interior a Miraflores a protestar, son promovidas por la oposición que lo que busca es causar desasosiego entre la comunidad, para sacarle provecho político, más ahora que al Granier no se la va a prorrogar la concesión, No podemos ser tan incautos. Están pagando mucho dinero. En Carapita hay un hombre que se jacta que a él le cancelaron dos millones por “quebrar” a un yipsero. El estado debe estar mosca con esto”

Otro dijo: “El problema de la delincuencia contra los que manejamos carros libres, es una vaina seria. No se puede colocar a un policía en cada carro libre, en cada buseta, en cada “yip”. Hay que crear un sistema satelital, con el cual se evitará que los carros que sirven en las líneas troncales, no puedan ir más allá de un perímetro, porque los malandros igual pueden subirse en el terminal que en la mitad de la ruta para asesinarnos. Yo creo que nosotros los taxistas deberíamos tratar de que el gobierno nos ayude para adquirir esos detectores de metales que usan algunas líneas de autobuses y cada vez que vayamos a recoger un pasajero lo activemos, con el permisos de ellos, por supuesto”.

“El gobierno no puede seguir soportando el chantaje de los recogelata. El gobierno los lleva a sitios de reclusión y ellos saltan las talanqueras. Les gusta delinquir, consumir “piedra”, yo he escuchado a muchas mujeres decir cuando los ven con un saco de plástico en el hombro y a orillas de la autopista, “pobrecito ese hombre”, sin saber lo que en verdad es el sujeto. Aquí hay que reactivar la ley de vagos y maleantes, porque estos tipos se están burlándose de las leyes y de los ciudadanos”- Muy tajante.

Mi amigo el taxista que ayer me llevó a mi casa, dijo que: “Marcel Granier ahora recurre a las telenovelas juveniles, al drama, al dolor, para que las mujeres, a las cuales les conmueve cualquier cosa, piensen que a ratactv se le está cobrando un peaje político por golpista y que la concesión debe prorrogársele…¡ Sí, Luis!

Cosas de mis amigos los taxistas en libertad de expresión democrática.

aenpelota@gmail.com


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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