El problema del bienestar material de la naturaleza venezolana. Otra preocupación

Recientemente en un pueblo cercano a Caracas pude oír una conversación donde contaban que en un lance de cacería en la zona llanera cerca del rio Orinoco, los cazadores habían tirado 23 venados en un periodo de 4 o 5 días, entre 4 personas. Yo saque una cuenta, si de cada venado obtenían 50 kilos de carne, el total cazado pasaría de los mil kilos. Pero esa no era la primera vez que iban de cacería.

Surge como siempre en todos los problemas capitales del país, la pregunta del quien. ¿Quién es el responsable de cuidar la naturaleza venezolana en su integridad? ¿Se están tomando todas las medidas necesarias? ¿Hay algún sistema ágil y fácil para que la población pueda hacer llegar situaciones detectadas a las autoridades ambientales? Como toda revolución, la bolivariana le abrió grandes espacios de participación y control a los sectores populares, pero creo que el manejo de nuestra naturaleza no ha sido uno de ellos.

Proteger la fauna y la flora de Venezuela es un deber y un derecho de todos los ciudadanos, todos tenemos el derecho a disfrutar de un ambiente sano por lo que es responsabilidad de cada persona contribuir a la conservación de la fauna y la flora, ya sea a través de acciones individuales como reciclar, reducir el consumo de recursos naturales y evitar la caza ilegal, o participando en iniciativas de conservación y educación ambiental, e informando a las autoridades competentes la irregularidades observadas, para estimular su accionar. La fauna y la flora es un bien nacional.

Venezuela posee una gran diversidad de especies tanto animales como vegetales, donde muchas especies son únicas y representan un patrimonio natural que debemos cuidar. Ocupamos la séptima posición en diversidad biológica en el mundo y el tercer lugar en América, lo que nos obliga a considerar acciones de protección, como iniciativas propias del país aunque también como una oportunidad de actividad económica para zonas rurales través de diversos tipos de turismo y expedición. Y de no actuar acertadamente se corre el riesgo que perdamos nuestra condición de país mega diverso.

Veamos el caso de los 23 venados cazados en cuatro días. De no haber sido muertos, dentro de un año con toda seguridad hubiera ocurrido un incremento considerable de la fauna en ese lugar, con su desaparición se impide que en poco tiempo pueda convertirse la zona en un verdadero Edén y lugar de obligatoria visita a muchas personas, enriqueciendo las experiencias para muchos adultos y niños. La observación de aves, el senderismo por bosques y montañas, la visita a parques nacionales y reservas naturales, son solo algunas de las formas en las cuales podemos disfrutar de la riqueza natural de nuestro país y contribuir a reactivar zonas decaídas económicamente hablando.

Pero no solo la fauna esta en grave riesgo, sino que nuestra flora está sufriendo de la misma situación. Es conocido desde hace ya muchos años la práctica desaparición del Nogal del Ávila sin un programa masivo de resiembra, pero en los llanos ha desaparecido o está a punto de hacerlo el cedro, el cual por su preciosa madera fue talado junto con otras especies menos valiosas económicamente hablando pero valiosas ambientalmente. En otros estados como Lara se clama inútilmente por la protección al cardenalito, el oso frontino, y el paují copete de piedra.

El tráfico ilegal de especies, la deforestación, la contaminación ambiental y el cambio climático son causas inmediatas de riesgo para la biodiversidad de nuestro país y creo que es fundamental contar con personas de acción bien apoyadas en conocimientos científicos y técnicos para dirigir programas y proyectos sobre estos problemas.

Contamos con legislación que protege grandes zonas de nuestro territorio, pero si no hay una acción efectiva, toda nuestra fauna caerá bajo el fuego de las escopetas de cazadores y terratenientes.

Proponemos para contribuir con las autoridades respectivas en el manejo de esta situación, establecer objetivos nacionales según los ecosistemas tratados, con unos indicadores claros y autoridades ambientales públicas, comunidad, académicos reportando la evolución del estado de cada área estudiada.

También establecer instancias a quien dirigirse de una forma sencilla y ágil, (¿Un 1x 10 ambiental?) de acuerdo a los reportes que se tengan, cuidando y vigilando siempre de evitar los negociados, lo que ayudará a canalizar acciones efectivas de protección y cuido ambiental.

 

Oscar Rodríguez E. Caracas, 20 de abril de 2024



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Oscar Rodríguez E


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