Breve historia del nazifascismo en Venezuela

Como un ritual religioso, cada diciembre desde 2012, la Asamblea General de la ONU se reúne para evaluar cómo está su compromiso de rechazo a la glorificación del nazismo, que no viene a ser otra cosa sino el fascismo auténtico o nazifascismo. Rusia, lleva la iniciativa cada año de proponer a la Asamblea General una Resolución que exhorta los pueblos del mundo a la: «Lucha contra la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a exacerbar las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia». Dicha Resolución, en 2022, recibió el apoyo de 120 países miembros de ONU, 50 votaron en contra y 10 se abstuvieron. El documento estuvo copatrocinado por Azerbaiyán, Bielorrusia, Venezuela, Camboya, Corea del Norte, República Centroafricana, Cuba, Guinea Ecuatorial, Laos, Mali, Nicaragua, Pakistán, Sudáfrica, Sudán, Siria y Vietnam. La resolución aprobada, refleja la preocupación de los Estados por «cualquier forma de glorificación del movimiento nazi, el neonazismo y los antiguos miembros de la organización: Waffen SS, incluido la erección de monumentos, memoriales y la celebración de manifestaciones públicas con el fin de glorificar el pasado nazi, y el neonazismo».

Por primera vez, EEUU y Ucrania, no se quedaban solos en sus apoyos a la causa nazifascista y ahora le acompañaban los países que sufrieron en carne propia la barbarie nazifascista con sus hornos crematorios (Auschwitz), en los cuales frieron y gasearon más de 6 millones de gitanos, comunistas, soviéticos, judíos y homosexuales, lo que se conoce como el mayor genocidio en la historia de la humanidad. La Kristallnacht o Noche de los Cristales Rotos, ocurrido en noviembre de 1938, en que miles de negocios, hogares y sinagogas judías, fueron atacadas y más de un centenar de judíos fueron asesinados, tan solo esa noche, evento que algunos historiadores señalan como el punto de partida del Holocausto. Asimismo, la quema y destrucción de la Opernplatz de Berlín (10 de mayo de 1933), hecho en que las llamas incineraron las obras de aquellos autores que consideraban «no alemanes», «agentes corruptores de la lengua germana», mientras Joseph Goebbels, entonces ministro de Propaganda e Información Pública de Hitler, gritaba excitado: «¡No a la decadencia social!». 25 mil volúmenes de libros, considerados -no arios- ardieron en la hoguera nazi. Acción realizada por la Asociación Alemana de Estudiantes; mientras, el diario Völkisher Beobachter hacía público una lista de autores cuyas obras eran «dignas de ser quemadas», según Goebbels. Purga, que se inició con 12 autores y culminó con 113 personas que debieron huir de la Alemania nazi so pena de ser enviados a los campos de concentración por sus ideas «malignas». Hecho que posteriormente, ayudó a dar rango de predicción al pensamiento de Heinrich Heine, quien profetizó: «Donde se queman libros, al final también se quemarán personas». Destaca dicha Resolución, que una mayoría de países europeos, supuestas víctimas del nazifascismo, acompañaron a EEUU y Ucrania con sus votos negativos, entre éstos: Reino Unido, Canadá, España, Austria, Bélgica, Croacia, República Checa, Francia, Hungría, Letonia, Polonia y Portugal. Por primera vez también, los antiguos Estados miembros del Eje, votaron contra un documento que condena al nazismo y confirma la inviolabilidad de los resultados de la Segunda Guerra Mundial. Como evidencia que, el nazifascismo, no está muerto y es hoy, una realidad inobjetable del nuevo y viejo rostro feo, que presentan tanto los EEUU como sus vasallos de Europa, el autoproclamado mundo occidental nazificado.

El nazifascismo, ha devenido en una vulgar mercancía que el imperialismo exporta al mundo como la última esperanza de salvación, ante su declive en curso. Ya no son solo los judíos, rusos, comunistas, gitanos y homosexuales, los que reviven la ira del Fürer, sino la migración de musulmanes, negros, latinos y en general, la inmigración pobre. Al nazifascismo, se le conoce hoy como: «Extrema derecha» o «populismo de derecha». Es la palabra utilizada para expresar la intolerancia y negación de la democracia, que significan para las grandes mayorías de la población mundial. La supuesta pureza de la raza aria ha devenido en racismo puro, en que los negros han sido convertidos en la raza impura y son objetos del exterminio estadounidense. En 2022, la policía de EEUU, asesinó a 1.183 personas, el 25 por ciento de los mismos eran afrodescendientes (el 13 por ciento de la población total de EEUU, es negra). Indica, el informe de Mapping Police Violence, que los ciudadanos de color, tienen tres veces más probabilidades de ser asesinados por la policía que los blancos. El imperialismo, como fase superior del nazifascismo; expresa los tiempos en que la intolerancia, el odio, racismo y autoritarismo, en general, alcanzan sus niveles topes.

El nazifascismo, ha sido convertido en moneda de curso legal, tan igual que el dólar, y como tal es mercadeada a los países objeto de la ambición imperialista de EEUU. Así, en Ucrania, bandas nazis fueron llevadas a dicho territorio para ejecutar una política de «cambio de régimen». Todo el terror, que vivió la Alemania nazi fue clonado por Occidente. Siendo el Batallón Azov, su producto más y mejor acabado: totalmente Made in USA. ¡Vaya que se esmeraron, los agentes de la CIA en tan monstruosa creación! Entre 2014 y 2022, las Repúblicas de Donetsk y Lugansk, fueron objeto del Holocausto de sus poblaciones ruso-parlantes, estimándose que fueron asesinadas por el gobierno ucraniano, más de 14 mil personas, ante el silencio cómplice de la mal llamada «comunidad internacional». Esto, pese a existir el Acuerdo de Minsk, que brindaba reconocimiento a las repúblicas de Donetsk y Lugansk, como territorios independientes y se obligaba a las partes el cese al fuego. Ucrania, no respetó dicho Acuerdo y optó por una «solución final», valga decir: el exterminio de dichas poblaciones, ante la vista gorda de Alemania y Francia, países garantes, al igual que Rusia y Ucrania. En 2022, la ex canciller alemana, Ángela Merkel, confesó que dicho «incumplimiento» no fue fortuito, sino que sirvió para ganar tiempo, dijo: «Y ese país [refiriéndose a Ucrania] usó ese tiempo para volverse más fuerte, como se puede ver hoy». La evidencia más cierta, que la guerra contra Rusia ya estaba decidida en 2014.

Bertolt Brecht, psicólogo social y filósofo humanista Alemán, se preguntaba y se respondía: «¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo -que se condena- si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina?», y se responde: «Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo»(Las cinco dificultades para decir la verdad, BB, 1934). Venezuela, tuvo su primer encuentro con el nazifascismo en los años 80. Trabajos de investigación periodística, llevados a cabo por Marieta Santana, la condujeron a una quinta en la Lagunita Country Club de Caracas, sitio en que jóvenes de la alta sociedad caraqueña se formaban en intolerancia y las malas artes del odio hacia sus congéneres no blancos. Aparecía en escena, la secta: Tradición, Familia y Propiedad, TFP, dirigida por Alejandro Peña Esclusa. Gobernaba, Jaime Lusinchi (1984). En dicha quinta, fueron rescatados de la secta un grupo de jóvenes, todos blancos y con apellidos de notable capacidad económica; los medios dieron con ellos, y sus ojos saltones y desorbitados, con gestos y tics comunes, destacándose entre el grupo de jóvenes, dos en particular: Leopoldo López y Henrique Capriles Radonski. Las investigaciones realizadas por la policía nacional, condujeron a la hipótesis cierta que, TFP, estaba planificando el asesinato del Papa Juan Pablo II. Acción criminal, a ser ejecutada durante su visita a Venezuela. TFP, adoctrinaba a los jóvenes con campañas de odio al comunismo, contra su propia familia, y en sus viajes realizaban ejercicios paramilitares de tiro al blanco contra imágenes de Juan Pablo II. Uno de los padres de los jóvenes rescatados, entrevistado por medios nacionales, contó su experiencia: «La secta me arrebató un hijo sano, radiante, alegre y feliz y lo transformó en un muchacho triste y fanatizado, renegando del árbol de su sangre y cultivando el odio contra la vida y el hombre». Las actividades de la secta, fueron prohibidas en noviembre de 1984.

Con ese par de jóvenes, TFP, pasado el tiempo y ya captados por la CIA, la sociedad venezolana tuvo que confrontarse de nuevo. Pero, dicho encuentro entre la barbarie nazifascista y la humanidad del pueblo venezolano, le saldría muy cara al pueblo heroico. En abril 2013, una vez celebrado el proceso electoral presidencial, que ganaría el candidato Nicolás Maduro Moros, su contrincante en dichos comicios, Henrique Capriles Radonski; cual niño malcriado, optó por llamar a sus seguidores a «drenar todas sus arrecheras» y con ello, liberó la Kristallnacht o Noche de los Cristales Rotos en territorio venezolano, y el Holocausto venezolano comenzó a mostrar sus dientes, tal cual un perro rabioso. La violencia nazifascista, se hizo presente entre el 15 y 19 de abril de 2013, exactamente diez años atrás. La oligarquía criolla y el imperialismo de EEUU, creyeron que había llegado la hora para derrocar al nuevo Presidente, Nicolás Maduro. La madrugada del 15 de abril, comenzaron a caer los primeros muertos por causa de disparos, todas y todos identificados con la causa de la Revolución Bolivariana que creó y lideró el Comandante Presidente, Hugo Chávez. Once (11) en total, fueron los asesinados por las hordas fascistas y más de 70 resultaron heridos. La barbarie nazifascista, no solo emprendió su furia contra el pueblo chavista, sino que su odio los llevó a atacar con piedras y bombas molotov: hospitales públicos (2), funcionarios policiales (21), sedes del CNE (7), sedes del PSUV (3), medios comunitarios (18), Centros de Diagnóstico Integral y Módulos de Barrio Adentro, Sedes de Mercal, Pdval, Casas de Alimentación (39). El candidato perdedor, declaró que el gobierno de Nicolás Maduro, se caería «con un empujoncito» y el jefe del partido fascista: Primero Justicia, Julio Borges, declaró a los medios que: «la revolución quedó herida de muerte». Lo que envalentonó a las hordas fascistas. Los medios privados de incomunicación, no sólo invisibilizaron lo que estaba ocurriendo sino que las víctimas, fueron convertidas en victimarios. Pasada la «Kristallnacht» venezolana, el periodista Eleazar Díaz Rangel, precisó que: «Ninguna de esas acciones violentas ha sido espontánea, de acuerdo a todas las informaciones que hemos visto y recibido, sino que fueron producto de algo oportunamente planificado y reclutada la gente que iba a hacerlo». Con la violencia fascista del nazi Capriles Radonski, hacían su estreno en el escenario público nacional, las famosas güarimbas-terroristas, que veremos en escena meses después, pero esta vez lideradas por el SS-TFP: Leopoldo López. El Ministro de Relaciones Interiores, declaró sobre lo ocurrido e informó que la derecha extrema: «Tenían planeado producir un golpe electoral y conducir al país hacia una guerra civil».

No transcurrió un año, desde que ocurrieron aquellos eventos de máximo terror cuando entra en escena, con sus ojos brotados y sus tics de drogadicto, Leopoldo López, anunciándole al país: «La Salida». A su lado, la nazi: María Corina Machado. Ni uno solo de los crímenes ejecutados por el nazi Capriles, fueron objeto de judicialización y encarcelamiento; la entonces fiscal Luisa Ortega Díaz, ya formaba parte de la nómina de la CIA, y su orden era garantizar la más completa impunidad a las bandas fascistas de Primero Justicia y Voluntad Popular. Nunca antes, tuvieron mayor vigencia aquellas palabras de Thomas Mann: «Procure recordar que la tolerancia se convierte en un crimen cuando se tiene tolerancia con el mal». Los heraldos de la muerte, vestidos de blanco, aparecieron –públicamente- anunciando que una nueva ronda de violencia extrema estaba por iniciar. Un adagio del medioevo decía: «Donde pone pezuña el caballo del terrible huno, Atila, no vuelve a crecer ni el pasto». Tales eran, las señales de aquellos malos anuncios. La salida a las calles del este caraqueño de la juventud hitleriana, no hacía presumir buenos tiempos. Las palabras del nazi, Leopoldo López, hacían recordar al Führer Hitler, quien una vez dijo: «La guerra futura será terriblemente sangrienta y feroz, la guerra será lo que yo quiero que sea, la guerra soy yo…». Efectivamente, con «La Salida» las juventudes hitlerianas no solo mostraron sus mejores trajes, incluidos sus llamativos escudos que hasta bendecidos por la jerarquía eclesiástica de la iglesia católica estaban; en aquella epopeya del terror, los nazifascistas dieron rienda suelta a sus deseos de matar chavistas, incluida la población afrodescendiente. «Güarimbas», fue el término mediático que impuso como una moda la prensa criminal internacional. Asesinaban a diestra y siniestra, la orden de Washington era la de acusar a Nicolás Maduro de sus crímenes cometidos, hasta en eso son cobardes, nunca asumen sus crímenes. Asesinaron a 43 venezolanos y venezolanas, y 878 personas resultaron heridas, entre los que destacan 137 efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana. Las «Güarimbas», se extendieron desde febrero hasta junio de aquel fatídico año, en que quemaron universidades (15), unidades de metrobuses, sedes de instituciones públicas y todo aquello que se les antojara quemar y destruir. Unos 5 mil árboles, fueron quemados por los «grupos güarimberos». La acción fue denunciada como un crimen ambiental, ya que los árboles quemados tenían una antigüedad de 14 hasta 20 años.

Más de 15 mil millones de dólares, en pérdidas materiales causadas a la República dejó como resultado ese fatídico año 2014. Las acciones de violencia extrema, se desarrollaron en urbanizaciones de clase media del Este caraqueño. En unos pocos municipios en que gobierna la oposición nazifascista, reduciéndose a menos del 1 por ciento de los 355 municipios del país. El entonces Presidente del Parlamento Nacional, Diosdado Cabello, denunció que las bandas nazifascistas recibieron financiamiento externo por 2 millones 381 mil 824 dólares de la ONG y parte de la CIA: Fundación Nacional para la Democracia (NED por sus siglas en inglés), que tiene su sede en Washington y es parte del gobierno imperialista de los EEUU. «La Salida», fue mermando en la misma medida que los alicientes materiales que la promovían: cocaína, marihuana y dólares en efectivo como pago, fueron mermando. Las divisiones internas, entre Antonio Ledezma y Leopoldo López, llevaron al vámpiro a planificar el asesinato del nazi Leopoldo López, siendo ésta la causa de su entrega en procura de proteger su vida y se entregó al Gobierno que tanto odiaba. El Presidente Nicolás Maduro, implementó una audaz política de diálogo. «Conferencia por la Paz», le llamó. Hasta el mismísimo Papa Francisco se incorporó. Maduro, Integró las mejores voluntades del pueblo venezolano y aisló a los violentos y sus acciones terroristas, apoyadas por Washington. Ya desde entonces, la Administración Obama-Biden, aprobaba sanciones como represalia al Gobierno Bolivariano por no dejarse derrocar. Según Estudios de Opinión de la época, daban fe que: «El 88% de la población Venezolana está en desacuerdo con las acciones violentas (…) Ese mismo porcentaje, considera que el gobierno nacional debe sancionar a los responsables de estos hechos violentos. Que: El apoyo a la oposición en el escenario político cayó a menos del 20%. Que: 52% de los venezolanos evaluó positivamente el desempeño del presidente Nicolás Maduro. Que: 73% de la población no está de acuerdo con las injerencias del gobierno de Estados Unidos en los asuntos internos de la nación Venezuela (Estudio de Hinterlaces, Monitor País)». Los resultados de dichas actuaciones, las vería el pueblo venezolano en 2016, reflejado en los resultados de las elecciones regionales que ganó sobradamente el chavismo.

Las güarimbas de 2017, expresaron la política de cambio de régimen promovida por el gobierno imperialista de los EEUU. Dicho país, asumió la conducción de la violencia y el genocidio de venezolanos y venezolanas, como política de Estado. La llegada de la Administración Trump-Pence, expresó el regreso de una formación nazifascista en el propio seno de los EEUU. Donald Trump, impuso su forma de gobierno: autócrata y extremadamente unipersonal. A finales de marzo, una decisión del Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional, sentencias 155 y 156, que anuló las decisiones de la AN-2015, debido a su pertinaz desacato, justificó la reactivación de la política de «cambio de régimen», razón de ser de la política exterior del imperio para Venezuela. El 27 de abril, el Gobierno comunicó su retiro de la OEA, plataforma desde la cual se conspiraba contra la paz de la nación venezolana. Por tres meses, se extendió la violencia nazifascista contra el pueblo venezolano. El dispositivo insurreccional, en que derivaron entonces las güarimbas, combinó la persecución aguda del pueblo chavista, aparecieron en escena los francotiradores y mercenarios profesionales, venezolanos y colombianos, y aparecieron las bandas criminales o Bacrim. El inicio de la violencia, lo ejecutó la ultraderecha contra el Materno Infantil: «Hugo Chávez», en la parroquia El Valle. La sede del Maternal, fue asediada los días 19 y 20 de abril desde el exterior de la institución mediante el uso de bandas paramilitares y presentadas mediáticamente como un enfrentamiento de bandas en pugna por control territorial. El entonces diputado por el circuito, José Guerra, alias «diente», actualmente prófugo de la Justicia y protegido de Washington, fue identificado como el cabecilla de las Bacrim ejecutoras de tamaño crimen contra el Maternal. El Alcalde de Libertador, Jorge Rodríguez, lo denunció como el líder de las bandas. Tal nivel de odio contra el Maternal «Hugo Chávez», nos hizo recordar aquella frase del médico nazi, Josef Mengele: «Cuando nace un niño judío no sé qué hacer con él: no puedo dejar al bebé en libertad, pues no existen los judíos libres; no puedo permitirles que vivan en el campamento, pues no contamos con las instalaciones que permitan su normal desarrollo; no sería humanitario enviarlo a los hornos sin permitir que la madre estuviera allí para presenciar su muerte. Por eso, envío juntos a la madre y a la criatura.» La sola presunción de que naciera un niño o niña chavista, impulsaba el odio nazifascista.

90 asesinados y 1.400 heridos, además de más de 15 mil millones de Bs en pérdidas materiales causadas al Patrimonio Nacional, expresaron el grave daño causado a la Nación por el gobierno imperialista de Donald Trump, que asumió el liderazgo de dichas acciones terroristas nazifascistas. 39 venezolanos, fueron quemados vivos por su color de piel o por tener signos de ser chavistas. Destacándose el caso de Orlando Figuera, quien se encontró con las hordas fascistas a su paso por Altamira. El Defensor del Pueblo, Tareck W. Saab, narra lo ocurrido: «Orlando Figuera, golpeado, acuchillado y quemado vivo por ‘manifestantes’, es el símbolo de crímenes de odio en Venezuela». Su Madre, cuenta esta versión de los hechos: «Primero, alguien le acusó de ser un ladrón y varios le empezaron a pegar. Echó a correr cuando sintió la primera puñalada, en la nalga. Después lo metieron en un corro de gente y uno de los que estaban allí le preguntó si era chavista. Lo quemaron, y él corrió pidiendo ayuda pero decía que sólo le insultaban, que le golpeaban con los escudos que llevaban y que se burlaban de él. Le decían que era un maldito negro». Su asesinato, entre la horda nazifascista, se le adjudica al líder de la horda, Enzo Franchini Oliveros, un venezolano que huyó a Madrid, donde reside actualmente y es protegido por la justicia española. El 1° de mayo de ese año, el Presidente Nicolás Maduro, en uso de sus facultades constitucionales toma la audaz decisión política de convocar los poderes plenipotenciarios del pueblo venezolano y activar la Asamblea Nacional Constituyente, para garantizar la paz de la República y efectivamente; dicha decisión, actuó como un bálsamo sanador, hasta ese día llegaron las güarimbas de Trump. El 30 de julio, se llevaron a cabo las elecciones y el 4 de agosto se instaló –formalmente- la ANC. Habida cuenta de su victoria política, el Gobierno convocó de inmediato a nuevas elecciones regionales y estatales, en las cuales el Psuv y el Gran Polo Patriótico obtendrían la mayoría de gobernaciones y alcaldías en disputa democrática. Las güarimbas pasarían a ser substituidas por sanciones y bloqueo financiero-comercial, igual de violentas pero, asesinan tan igual o más que las acciones violentas de calles, con sus tiros de balas y bombas molotov. «Entre los resultados de las amplias sanciones económicas implementadas por Trump desde agosto de 2017, se estima que hay más de 40.000 muertes», indica el estudio, publicado por el Centro para la Investigación Económica y Política, con sede en Estados Unidos. El Holocausto venezolano ha continuado, solo que mediante nuevas formas más tecnificadas pero eficientes…

Postscriptum: «Los amigos de Adolf Hitler tienen mala memoria, pero la aventura nazi no hubiera sido posible sin la ayuda que de ellos recibió. Hitler contó con el temprano beneplácito de la Iglesia Católica.(…) Sus aviones volaban gracias al combustible de la Standard Oil [hoy Exxon y Chevron] sus soldados viajaban en camiones y jeeps marca Ford. Henry Ford, autor de esos vehículos y del libro El judío internacional, fue su musa inspiradora. Hitler se lo agradeció condecorándolo. También condecoró al presidente de la IBM, la empresa que hizo posible la identificación de los judíos. La Rockefeller Foundation financió investigaciones raciales y racistas de la medicina nazi. Joe Kennedy, padre del presidente, era embajador de los Estados Unidos en Londres, pero más parecía embajador de Alemania. Y Prescott Bush, padre y abuelo de presidentes, fue colaborador de Fritz Thyssen, quien puso su fortuna al servicio de Hitler. El Deutsche Bank financió la construcción del campo de concentración de Auschwitz. El consorcio IGFarben, el gigante de la industria química alemana, que después pasó a llamarse Bayer, Basf o Hoechst, usaba como conejillos de Indias a los prisioneros de los campos, y además los usaba de mano de obra. Estos obreros esclavos producían de todo, incluyendo el gas que iba a matarlos. Los prisioneros trabajaban también para otras empresas, como Krupp, Thyssen, Siemens, Varta, Bosch, Daimler Benz, Volkswagen y BMW, que eran la base económica de los delirios nazis. (…) Coca-Cola inventó la Fanta para el mercado alemán en plena guerra. En ese período, también Unilever, Westinghouse y General Electric multiplicaron allí sus inversiones y sus ganancias. Cuando la guerra terminó, la empresa ITT recibió una millonaria indemnización porque los bombardeos aliados habían dañado sus fábricas en Alemania.» (Eduardo Galeano (Uruguay, 1940). Fragmento de Espejos: una historia casi universal: Los amigos de Hitler).



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Henry Escalante


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