Ubicación histórica de Rómulo Betancourt

La repercusión de los fenómenos históricos en la manera de ser y en el comportamiento general de un país es la esencia misma del pueblo. Los fenómenos históricos pueden "clasificarse" para ser estudiado, pero de ninguna manera pueden ser totalmente separados, aislados, como se hace con un virus. Actúan conjuntamente, en la compleja trama de la existencia. Dividimos la historia en cuatro vertientes principales: política, económica, cultural y social. En esos mismos campos se sitúan los problemas que la historia contemporánea venezolana heredó de la historia moderna. Analizarlos pormenorizadamente significaría reescribir esa historia. Aquí se trata solamente de mencionar lo esencial en cada vertiente.

Sobre el apoyo popular a los caudillos y a los caudillos convertidos en dictadores, comienzan a realizarse investigaciones y a emitirse opiniones que alteran el cuadro de las negaciones. Gallegos vivió en Venezuela hasta 1931 dedicado a su trabajo intelectual. Sólo a partir de entonces se pone frente a la dictadura. Pero nos referimos, más bien, a aseveraciones como esta de Francisco Herrera Luque: "Juan Vicente Gómez fue un monstruo primitivo merecedor de todos los epítetos; pero ¿coincidía esta opinión de clase o de un determinado estrato cultural con la de la inmensa mayoría del pueblo venezolano, incluyendo sectores amplios de su alta burguesía? El pueblo venezolano no compartía este sentimiento de reprobación, y si probablemente no expresaba, por su naturaleza cautelosa, su conformidad con el sistema, en el fondo estaba satisfechos de la gran contribución que el dictador le había concedido al país: como era la supresión de la guerra que desde hacía cien años asolaba a Venezuela".

Esta apreciación sobre la popularidad del dictador venezolano está en la misma línea de una observación del gran novelista Gabriel García Márquez sobre el dictador español Francisco Franco, "Caudillo de España por la Gracia de Dios", que seguramente producirá, si no escándalo, al menos sorpresa en los medios políticos a los cuales pertenece tan señalado testigo; García Márquez vivió varios años en la España franquista, concretamente en Barcelona, desde donde se propagó su excelente producción literaria, una de las elevadas de Hispanoamérica. Esta es la insólita, pero sin duda honesta declaración del novelista: "Franco es un hombre que sólo tiene ambición de poder. No ha robado un centavo, pues no es el dinero lo que le interesa. Vive como en un monasterio y, quizá por eso, es tan popular en su país. El conoce a su gente: el discurso que hizo después de las últimas ejecuciones era rudimentario, pero eficaz, y tuvo el efecto deseado. Franco es un poco el personaje de mi Otoño del patriarca. En él me he inspirado paras muchas cosas, sobre todo en la fase final, cuando se crea la gran expectativas: se muere o no se muere". También Juan Vicente Gómez conocía a su gente. Por cierto, que esta declaración despeja una inquietud entre los lectores del fabulador colombiano. Su "personaje" en la novela mencionada no es Gómez, como creíamos algunos. Pero sí un caudillo de la estirpe. El caudillismo venezolano es el mismo hispanoamericano, el mismo español Franco y Gómez son parientes políticos.

El problema político de mayor relieve heredado por nuestra historia contemporánea es el de la democracia; es decir, la búsqueda de una fórmula democrática para el Estado venezolano orientó toda la historia política del siglo XIX. El caudillismo es una expresión de ésa búsqueda, el polo negativo de la misma. La dictadura de los caudillos es la contrapartida. Curiosamente, los venezolanos no supimos entrar a la historia moderna a través de las instituciones que ya se habían inventado y que, desde luego, habíamos insertado en la Constitución. No se ha hecho un estudio de esa característica histórica, que según me parece es fundamental para entender todo el asunto. El concepto de república, de comunidad política, diseñado por la Constitución de 1830, se mantiene todavía en 1936. Bastará con citar el artículo que define al organismo político.

En la Constitución de 1830 es el artículo 6º. "El gobierno de Venezuela es y será siempre republicano, popular, representativo, responsable y alternativo."

Una ubicación cronológica de la administración política, de acuerdo con la realidad objetiva, sería ésta: 1936-1945, establecimiento de la democracia; 18 de octubre de 1945, golpe de Estado: del 19 de octubre de 1945 al 14 de febrero de 1948, dictadura de la junta revolucionaria de gobierno; del 14 de febrero al 24 de noviembre de 1948, gobierno democrático de Rómulo Gallegos; el 24 de noviembre de 1948 al 2 de diciembre de 1952, dictadura de la junta militar de gobierno; del 2 de diciembre de 1952 al 23 de enero de 1958, dictadura personal de Marco Pérez Jiménez; de 1958 al presente (período 1974-1979), consolidación de la democracia representativa. Rómulo Betancourt (1959-1964). La dictadura tiene una doble faz. En primer lugar, una dictadura de transición, realizada por la junta que se constituye después del golpe del 18 de octubre. Es dictadura personal de Betancourt, este gobernó mediante decretos.

—El fundador de la democracia venezolana, en efecto, si bien es cierto que el general López Contreras había servido durante los regímenes de Castro y Gómez, con cargos importantes, incluso el de ministro de Guerra que tenía a la muerte de Gómez, su gobierno se realizó dentro de las normas cívicas. Estableció la democracia liberal, y la juricidad fue la característica sobresaliente durante los cinco años de su gestión político-administrativa.

El Gobierno de López Contreras se fundamentó, en líneas generales, sobre las bases políticas siguientes: 1) Creación de una ideología nacionalista, asentada sobre el culto a Bolívar y la exaltación de sus ideales; esta doctrina tenía por objeto evitar que se propagara y tomara cuerpo cualquiera otra ideología de procedencia extraña, concretamente el nazismo, fascismo o el comunismo. 2) Lograr una transición sin violencia desde el régimen dictatorial, que se había hecho tradición en el país, al régimen democrático preconizado por los sectores moderados y establecido en los países civilizados. 3) Libertad de prensa, de organización, libre ejercio de los derechos y deberes. 4) Procedimientos legales de todos los actos de la vida pública, esto es, un régimen jurídico.

—El escritor Ángel Mancera Galletti se refiere a las vinculaciones ideológicas de la juventud del político: "Porque Rómulo fue un comunista de base, con amplias vinculaciones en todo el hemisferio y con rango de dirigente calificado, que tenía a su cargo la divulgación de su dialéctica así como el adoctrinamiento en Venezuela y países bolivarianos".

—El periodista Marco Aurelio Rodríguez, hombre probo y culto, escribió asimismo en el momento de finalizar el período constitucional 1959-1964 el artículo El mito de Betancourt, en la Esfera del 24 de abril de 1964: "Venezuela ha sido engañada con el mito de la capacidad de Rómulo Betancourt. Nada más falso que esa leyenda de dotes sobrenaturales, que se cimienta sobre el hecho de que el dirigente guatireño ha sido capaz de cumplir su periodo de gobierno. Si la circunstancia de ejercer el poder por un plazo dado fuese condición de superioridad, el general Juan Vicente Gomez sería el hombre más grande de nuestra historia." Y luego: "Ningún venezolano de esta época ha poseído la habilidad de Betancourt para halagar a los militares y para neutralizarlos. Esa es su genuina demostración de capacidad."

—Luis Herrera Campins, la más prestigiosa figura política del COPEI, escribió en El Universal del 10 de marzo de 1964 un artículo bajo el título de Rómulo Betancourt, simplemente, cuyo párrafo final es este: "Se cierra, pues, con la transmisión del mando presidencial la activa vida política de quien ha sido centro polémico por más de treinta años."

Así, pues, el establecimiento de la democracia representativa y la lucha entre democracia y dictadura forman la primera caracteriscas de nuestra historia política contemporánea. Un problema heredado se resuelve de manera positiva, al menos hasta ahora. No ha terminado la historia.

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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