EL FRACASO DE LOS GOLPISTAS EL 11-A: UNA LECCIÓN DE ORGANIZACIÓN MILITAR (NO ARMADA)

No pretendo, en éste momento, hacer un análisis erudito de organización política ni de estrategia militar. No poseo el conocimiento ni la experiencia necesaria; aún cuando no estoy exento de algo de intuición. Eso me ha llevado a plantearme las razones que impidieron, o por lo menos dificultaron, a los mandos golpistas, especialmente los militares, la toma y consolidación del poder luego del 11 de abril.

Dentro de la mentalidad de guerra de los oficiales generales y superiores, sin experiencia suficiente contra movimientos insurgentes guerrilleros; existe una velada tendencia a concebir al enemigo como una fuerza de combate regular, con cadenas y mandos claramente estructurados, con manuales de procedimiento, cuarteles generales y toda la demás parafernalia que identifica a cualquier organización castrense al servicio de un estado.

Clásicamente, al hacer prisionero o asesinar al comandante en jefe de las fuerzas enemigas, tomar posesión de su capital y/o cuartel general, amén del descabezamiento del alto mando militar; se conduce, casi inexorablemente, por un principio de obediencia debida y verticalidad doctrinal, a la rendición y desmoralización de las unidades operativas de combate, con toda la oficialidad media y la tropa. Viendo las cosas desde este punto de vista, no resulta extraño que los generales y almirantes traidores, al plantarse dentro del Palacio de Miraflores, haciendo preso al Jefe del Estado y obligar a la renuncia de su alto mando militar; hubiesen descuidado luego aspectos esenciales que consolidarían el golpe de estado.

Al confundir, de manera insólita, aunque previsible, el derrumbe de las fuerzas regulares del estado y del gobierno con el colapso y operatividad del movimiento bolivariano; perdieron la oportunidad de obtener una victoria política y militar que sería luego muy difícil de revertir. Cuando de todas partes comenzaron a activarse los mecanismos populares de respuesta al golpe de estado patronal, ungido por los militares apátridas; éstos no supieron como hacerles frente, por medio de las fuerzas y métodos convencionales de ataque y defensa que les eran conocidos. Cientos o quizá miles de pequeñas células aguerridas, sin aparente articulación y mandos conocidos (y por ello imposibles de localizar y neutralizar), unidas a través de una red de comunicaciones no convencionales, pudieron haber sido un elemento vital en la retoma del poder.

Reconociendo la importancia de la organización de muchas y muy pequeñas unidades, políticamente definidas, con mandos naturales basados en la confianza y el conocimiento mutuo, comprometidos por un ideal (que es realmente el punto de unión de toda ésta microestructura); la oposición golpista, asesorada por la jauría actuante y pensante de la CIA, ducha en la guerra sicológica y el sabotaje, ha desatado una campaña de tergiversación y manipulación de la información, con el fin único de desarticular este entramado de protagonismo social. En éste sentido, se ha ido conformando una matriz de opinión, acerca del carácter armado de los Círculos Bolivarianos, que conllevaría, como en la época de Allende, a la promulgación de leyes de desarme de la población. Eso daría pie, a los elementos golpistas de la policía y del ejercito, para el allanamiento y siembra de armas y municiones en las organizaciones de base de apoyo al proceso bolivariano. Mientras tanto, los grupos de derecha, patrocinados por los EEUU, seguirían acumulando un arsenal que pudiera eventualmente ser utilizado en un nuevo golpe de estado. Todo ello con el beneplácito de las facciones más fanáticas de la "sociedad civil", unas cuantas ONG, financiadas por el capital extranjero, parte de la jerarquía de la iglesia católica, y los conspiradores montados en los medios de comunicación social.

Además de esto, estarían a la orden del día verdaderos laboratorios de fábrica de "pruebas" (que en eventuales juicios contra los dirigentes comprometidos del chavismo serían consignadas a los jueces venales), el forjamiento de documentos con tecnología de punta, la manipulación de material fílmico, el espionaje de las comunicaciones y de la vida íntima de los estratos medios y de base de la dirección política; son sólo algunos de los muchos métodos que están siendo utilizados (y arreciarán aún más en el futuro) para demoler el proyecto social de apoyo al proceso de cambios pacíficos que lidera Chávez. Quien crea que esto es ficción, que minimice o sea escéptico de la utilización de éstos métodos de combate, que limite el alcance real de estas operaciones, no conoce en absoluto las intenciones del imperio; demostrando de esta forma una ingenuidad e ignorancia política, que bordea el tremedal de la razón.

Para aquellos que no se sienten identificados con el proyecto bolivariano, plasmado en la constitución nacional, quizá pueda sorprenderles, e incluso inquietarle, la utilización de ésta jerga "militar", en un terreno eminentemente "civil". Eso, en realidad, es una diferenciación artificial. Si colocamos palabras y frases como: "gerenciar las transformaciones", "eficacia y eficiencia en la organización de los instrumentos sociales", "reingeniería de la estructura del estado", "respuestas inmediatas ante los retos que plantea la modernización", y otras cosas por el estilo, que usan ampliamente los políticos de todos los géneros; apenas habría diferencias cualitativas y de propósito con: "dirigir las operaciones de combate y contrainsurgencia", "optimizar la logística de las unidades de choque", "reorganización de la cadena de mando" y "conformación de un comando estratégico de defensa ante ataques tecnológicos".

Cualquier gerente (y general) entiende claramente lo que estoy diciendo.


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Juan Carlos Villegas Febres. Profesor ULA (juancv@ciens.ula.ve)


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