Después del 10 de Enero

El presidente Nicolás Maduro se juramentó a pesar que las acciones imperiales hicieron uso de todos los medios que disponían para que no se juramentara. Lo acompañaron más de 94 representaciones de alto gobierno de los cinco continentes. El evento del 10 de enero se sustentó en la dignificación de los pueblos del mundo, en la solidaridad, en el respeto a la autodeterminación, la independencia, la soberanía y la paz, el respeto a las constituciones de los Estados Nación y de sus poderes constituidos. El 10 de enero fue un triunfo del multilateralismo, y del sistema democrático internacional no imperial. Venezuela ganó y el mundo ganó.

Nicolás inicia otro periodo de gobierno. Tiene seis años para enfrentar y vencer la multiguerra que ha hollado el sentido de fe y esperanza de muchos y muchas venezolanos, sin que estos sentimientos hayan desaparecido. Las palabras finales de Nicolás fueron dirigidas a un pueblo que no cesa de tener confianza en la revolución pero que está desconcertado. Confusión que alimenta quienes tienen responsabilidad de dirección en las instituciones públicas nacionales y regionales; en muchos de los dirigentes del PSUV y de los partidos del Gran Polo Patriótico.

Se observa con preocupación que mientras el Presidente Nicolás está enfocado en los grandes problemas estructurales, promoviendo encuentro con los mejores del mundo en los campos de la ciencia y la tecnología, de la economía y las finanzas, una gran mayoría de las autoridades del gobierno están entretenidas en asuntos que se circunscriben al plano individual, familiar de sus vidas, su entorno de amigos y adulantes, o, simplemente no ha entendido la magnitud del cargo y el reto que tiene para construir el socialismo del siglo XXI.

Nicolás sabe de la existencia de ese tipo de roya, la que calificó de nefasta, más grave que el imperialismo. Roya que debe ser derrotada para favorecer la salud de las finanzas públicas, para fortalecer el Estado social y de justicia, el Estado democrático y de derecho, el socialismo que enarbolamos. El pueblo nos ha concedido más fuerza en la estructura del Estado. El pueblo es sabio y sabe lo que hace.

Somos un Estado distinto a la mayoría de todos los demás Estados. Su filosofía y su concepción política y social, económica y cultural, eco socialista e indígena es diferente. Un basamento legal sustentado en el derecho material y no formal la cual este se circunscribe tener a la ley como adorno, como obra de arte para contemplarla y no practicarla.

Se observa, y Nicolás está consciente, no se ha hecho todo lo que se ha debido hacer. La revolución en los últimos 19 años ha dispersado muchas energías en asuntos que no forman parte de la prioridad de la sociedad que está en proceso de construcción. Mucha dirigencia funcionarial cayó en la rutina de la burocracia, la desidia, la figuración personal, en alimentar la vanidad, y creer que todos los que están a su alrededor son conspiradores, agentes espías o potenciales delatores para mal ponerlos. Se observa que el sentido común de muchas de nuestros servidores públicos está averiado, actúan fuera de toda lógica y actuar revolucionario y atornillan con sus actuaciones el pensamiento conservador, reaccionario propio de la ideología dominante. Se observa en la mayoría de los casos no hay sentido de pertenencia de lo que dicen defender y quieren construir. Se nota que las actuaciones que dominan son contrarias a las que dice Nicolás. El presidente convoca marchar hacia el sur y una fuerza invencible impone marchar hacia el norte. No hay una articulación entre estado, gobierno, partido y el poder popular organizado. Hay cuatro líneas paralelas que tienen sentido y dirección diferente, que raras veces se unifican, pero cuando lo hacen triunfan, ejemplo emblemático, las elecciones electorales y en otros episodios que resultan siendo gran minoría si se comparan con el individualismo institucional imperante.

Sigue la creencia falsa en la mayoría de nuestros gobernantes el Estado es una hiper organización distinta al pueblo. Persiste la idea del Estado omnipotente y del servidor público también omnipotente, el que lo sabe todo y hace de todo. El Estado paternalista sigue vivo y coleando. La sociedad democrática participativa y protagónica no tiene la fuerza necesaria ni suficiente a nivel institucional, poco se ha avanzado hacia ese derrotero.

Se justifica los desatinos que se cometen con la frase pomposa: "ningún proceso revolucionario es fácil". Nadie se opone al espíritu, propósito y razón de ese decir, y mucho más cuando es público y notorio el imperialismo arrecia todos los días contra el pueblo venezolanos. Sus ataques furibundos se han intensificado desde diciembre de 1998.

Pero debemos admitir que los hombres y mujeres de gobierno les cuesta cumplir el mandando obedeciendo. Hemos avanzado poco en la refundación la república en el mundo de las ideas, valores, principios, en teoría y praxis revolucionaria que estén a tono a lo que aspiramos construir y lo que estamos construyendo, con una ciencia y tecnología no capitalista, porque la capitalista trabaja en hacer del planeta un gran campo de concentración, gobernado por la Empresa mundial S.A.

Nicolás Maduro inicia un nuevo periodo de gobierno. Sus palabras le dieron fuerza nuevamente a los sentimientos de fe y esperanza de los venezolanos y venezolanas, necesarios para seguir enfrentando al adversario.

La pelea sigue, ojala no nos obnubile ni nos vuelva ciegos ni sordos esta contundente victoria del 10 de enero. Los enemigos están heridos. Hay que cuidarse de las fieras heridas. Sabemos no estamos solos, que tenemos más aliados y amigos de lo que creemos. La lucha sigue pero la victoria la asegurará la eficiencia y la responsabilidad, la disciplina y la honestidad, el trabajo en equipo y el Estado comunal, democrático y social de derecho y de justicia; la sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural, y la claridad política e ideológica sustentada por la ética socialista.

Vencer la inflación inducida, la corrupción, la especulación, el contrabando, el acaparamiento, el lavado de dinero, la desidia, la insensibilidad, el egoísmo, la maledicencia, el bachaqueo, el cinismo y la mentira, la picardía y la tramoya, la viveza y el "yo soy guapo y apoyado" contribuirá enormemente a que el socialismo tenga unos cuantos siglos de vida, hasta que aparezca una sociedad más fecunda para la dicha y la felicidad, para la igualdad y la libertad, para la ética y la estética, para las solidaridad y el amor, para la corresponsabilidad y la complementariedad, para la amistad y el ser en sus expresiones más sanas y conscientes, para el eco socialismo en su fase superior, y no haya la terrorífica realidad de explotados ni explotadores.



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