Maikel Moreno o el Moreno Maikel: ¡no aclares que oscurece más!

“La república no se perderá porque el pueblo se ría de su gobernante. La república podrá perderse cuando el gobernante se ría de su pueblo”, le dijo el presidente Soublette a una cuerda de jalabolas  recalcitrantes. En aquellos entonces andamos de golpe en golpe.

Hoy parece que la historia se repite, pero como diría Marx, como comedia. Pues, si, ya nuestra capacidad de asombro ha sobrepasado el colmo. Una instancia como es la Sala Constitucional de nuestro máximo rector en justicia ha quedado reducida a un circo, con la venia de los que en los circos animan al pueblo.  

Una instancia tan cercana a lo sublime, ya que sus decisiones deberían  ser irrevocables, porque devienen de su proceso ético – intelectual profundo ha venido a ser un centro de tertulia ramplón. ¿Qué burla es ésta? ¿Cómo prestarse a la arena política? ¿Es que acaso nuestros magistrados no saben que la política es circunstancial? ¿Qué el centro del debate político es por excelencia el parlamento, valga decir, la Asamblea Nacional?  

¡Que insulso! Por eso es la separación de los poderes dentro de la democracia.  Zapatero a sus zapatos. Ahora nuestra Sala Constitucional camina torcidamente, no por su propia voluntad, sino por la iniquidad de su superior. Por eso es que hay que tener libertad de conciencia para asumir un cargo tan importante para la paz de una nación.

¿Dónde meter la cara ahora? ¿Qué diría el padre de la patria sobre tan horrendo espectáculo que se hace en su nombre? Así se llama nuestra nación: República Bolivariana de Venezuela. ¿Hasta cuándo tanto vituperio contra Simón Bolívar? Los que hoy no saben gobernar por la ética son escarnio de mismo.  

“Sólo el pueblo virtuoso se salva”

 



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Edwin Medina


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