¡Honor y gloria para Magoya, el Elegido Sibada!

Con la muerte de Elegido Sibada no ha muerto Magoya. El tiempo de Magoya no ha terminado. Su espíritu libertario, guerrillero, irredento, seguirá marchando por los caminos y senderos de la esperanza. No sólo en su Falcón amado sino por donde quiera que se luche por la redención de la humanidad.

Las balas no lo pudieron alcanzar pues no podían volar más rápido que los sueños. Finalmente Magoya se murió cuando le dio la gana escuchando el llamado de las voces del universo y uniéndose a las fuerzas cósmicas que rigen nuestro planeta.

Se encontró con el chavismo y cabalgó con él. Ahora seguramente se encontrará con el Comandante Chávez y probablemente sus energías se unan como una bendición para el pueblo de la República Bolivariana de Venezuela, que vive tiempos difíciles.

El amor de sus héroes es una fuerza prodigiosa para alentar las energías de la perseverancia, la paciencia, la sabiduría y la audacia que siempre acompañaron a nuestro Libertador Bolívar y que enfermo en Pativilca, cuando le preguntaron, que vamos a hacer, supo responder, con la visión de los líderes inmortales, ¡Vencer!

El amor y el heroísmo de Magoya nos alimentan y nos fortalecen. Elegido Sibada se marcha en paz. Sabe que ese cuerpo y ese nombre como portadores de un alma grande, fueron elegidos para la magna obra de labrar la liberación de nuestra patria y en la hora de la marcha de la victoria, Elegido estará ahí como abanderado del triunfo de la vida sobre la muerte.


Nuestra generación guerrillera continúa despidiéndose. Nunca nacimos para ser una generación de oro. Fuimos moldeados y lanzados al campo de batalla como una generación de acero, que no se extingue ni se extinguirá como brillo de cocuyo en la noche guerrillera. No, floreceremos con el sol y el rocío de la luna llena y nunca nos rendiremos, más allá de la vida, más allá de la muerte, dándole la bienvenida a la generación de oro, elevando nuestras oraciones para que llegue a tener sólo la maleabilidad de los sentimientos elevados de nobleza, que hace posible tener la humildad de saber bajar la cabeza sólo ante los que siendo pobres, son ricos en fe y esperanzas y por eso no se dejan humillar por los prepotentes y los que monopolizan la riqueza. Esa generación que espero posea el amor para aprender a elevarse con la sabiduría y la experiencia de los más humildes

Una vez dijimos hacer la patria libre o morir por Venezuela, en un momento difícil y donde el miedo no podía helarnos el alma. Finalmente, marchamos con Ribas en la batalla de La Victoria repitiendo: necesario es vencer.

Muchos le estamos metiendo el hombro al Congreso de la Patria, tratando de convertirlo en la rebelión del poder constituyente originario, vencer la burocracia y la corrupción que han penetrado al poder constituido y construir un nuevo amanecer de la revolución bolivariana que no puede ser sino diversa, comunal, humanista, democrática, soberana, solidaria y unitaria. Creyente y atea, pues en fin de cuentas, todos somos creyentes en la esperanza, con una profunda fe en la vida.

Cerrándole las puertas al sectarismo y a la prepotencia, lo que sólo se puede hacer desde la humildad y el amor altruista. Sólo así el socialismo puede tener sentido de futuro y avanzar hacia una nueva civilización, la civilización espiritualista del siglo XXI, capaz de derrotar el individualismo y el egoísmo, fundamentos del capitalismo, que nos lleva a una desenfrenada carrera hacia el precipicio de la destrucción, en pos del éxito fundado en la acumulación de bienes materiales.



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Julio Escalona


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