El chavismo: victoria contra la arremetida fascista

La desaparición física de nuestro Comandante Eterno, Hugo Chávez, constituye un hito histórico en el proceso venezolano de construcción socialista. La presencia física del Comandante constituía por sí sola la imagen del socialismo en acción, no era necesario expresar una tesis teórica sobre ese proceso: la didáctica de Chávez, su avasallante personalidad de genio de la política, su extraordinaria creatividad y la confianza casi absoluta que inspiraba en las masas, de izquierda o de derecha, sobre su gestión como líder, hacían casi innecesarios los análisis teóricos sobre la significación del chavismo como propuesta ideológica del socialismo venezolano. Ese hiperliderazgo preocupaba a muchos intelectuales chavistas, quienes pensaban que ello podría representar -en el corto plazo -un factor de debilidad política para la continuidad del proceso revolucionario bolivariano. Felizmente, el Presidente Maduro ha logrado conservar y profundizar la dirección revolucionaria de la alianza civicomilitar que construyo el Presidente Chavez

Como ya sabemos, la sociedad venezolana, particularmente la chavista, quedó en estado casi catatónico luego de la desencarnación del Comandante Chávez, desarmada ideológicamente y su futuro presa de profundas incertidumbres. El Imperio, por el contrario, lo consideró como una oportunidad única para saltar sobre la yugular del chavismo y extirpar de raíz el proceso, ordenando a sus perros y perras de presa carroñeros tasajear lo que consideraban eran ya los despojos mortales del chavismo. El Comandante, sin embargo, demostró su sabiduría encargándonos de elegir a Nicolás Maduro como su sucesor, lo cual felizmente logramos para seguir adelante con el proceso revolucionario y sobreponernos, en buena medida, al duelo que paralizaba a una parte del pueblo chavista.

Siguiendo los dictados del Imperio, contenidos metodológicamente en el ya muy mentado manual de Eugene Sharp sobre el golpe blando, la burguesía venezolana se atrevió a enfrentar nuevamente, pero esta vez de forma más directa y decidida a la revolución chavista, para derrocar el proceso. De allí se arma el proyecto contrarevolucionario La Salida, conducido por el mediocre liderazgo de Leopoldo López, Maria Corina Machado,. Enrique Capríles Radonsky, Antonio Ledezma y el esperpento político de derecha representado en la MUD, apalancado en un multimillonario “cofre de guerra” reunido con base a generosas contribuciones aportadas por diferentes sectores de la derecha internacional y nacional (el Departamento de Estado y el Congreso de USA, el uribismo colombiano, el Mossad, sectores comerciales, financieros, industriales, la Iglesia católica, alcaldes y gobernadores de la derecha, los medios privados de comunicación, sectores educativos privados y universidades supuestamente públicas, entre otros donantes.

El objetivo de aquella inversión multimillonaria es la de comprar armas, municiones y explosivos, gasolina para las bombas molotov, cohetes, morrales, capuchas, tiendas de campaña, cámaras de video y celulares satelitales de última generación para armar un acervo de imágenes que sería publicado por los órganos de prensa nacionales e internacionales, transmitidas al segundo vía celulares. El objetivo táctico es financiar el salario semanal de un contingente de tropas de choque entrenadas en la guerrilla urbana en centros neofascistas y neonazis de México, Miami, Colombia, Polonia, Ucrania y Europa del Este en general, así como el salario de los mercenarios paramilitares colombianos y gringos, de los yihadistas de derecha provenientes del Medio Oriente, de los pránes de la delincuencia común, de los capos de la droga, de los malvivientes en situación de calle, que servirían de punta de lanza al ejército contrarevolucionario urbano.

Para darle su toque modernista de globalización, cartelizaron todos o casi todos los medios de comunicación de la derecha a nivel mundial, para transmitir al mundo la imagen de Venezuela como un Estado paria, asolado por el irrespeto a los derechos humanos, la inflación, la crisis monetaria, el desabastecimiento de los productos básicos, donde la gente ya no tiene esperanza de futuro. Uno de los actores más siniestros de esta fase de la conspiración es la exdiputada María Corina Machado, cuyas falaces y mendaces actividades políticas, foráneas o nacionales, no pueden ser calificadas sino como traición a la integridad de la Patria venezolana.

Otra de las fases de la conspiración de La Salida, es la inflación inducida. Disminuir la producción, acaparar miles de toneladas de productos de primera necesidad para provocar el desabastecimiento, subir los márgenes de ganancia a 1000 o 2000%, y acelerar el contrabando hacia Colombia con la complicidad activa de las mafias colombianas uribistas y otras. De allí la importancia estratégica de las guarimba fronteriza tachirense (Ceballos) y la de San Diego (Scarano) cercana a un puerto importante, Maracaibo, por razones estrategicas obvias y Puerto Ordaz donde existe un viejo nucleo de sindicatos y de profesionales adecos, banderosos y otros que controlan buena parte de las empresas básicas del Estado venezolano

El plan terrorista tiene todas las características de un complejo proyecto estratégico formulado por un estado mayor contrarevolucionario con formación militar. Qualquiera que pretendiese invadir a Venezuela atacaría esos puntos geoeconómicos estratégicos, dejando a Chacao, Baruta y El Hatillo como una maniobra diversionaria para consumo de la prensa internacional.

Ese megaplan contrarevolucionario tuvo una gran falla, producto de la inconsistencia mental de sus autores: “la Salida” tenía que haber logrado la victoria en el primer mes de combate. La creación del malestar social tendría que haber obligado a la población chavista o antichavista a salir a la calle a enfrentarse unos con otros e inducir, bien a un golpe del estado militar o a la desintegración de las instituciones del Estado. El tiempo histórico de nuestra dinámica social es muy complejo y cambiante y hasta ahora el golpe blando ha contribuido a reforzar la unidad de los movimientos revolucionarios y a formar un frente nacional de rechazo al terrorismo. Un tarea similar trataron de hacer en Ucrania, el otro polo de este laboratorio, pero por al contrario allí solo han conseguido crear las condiciones para una derrota del Imperio, promover la resurrección de un antifascismo nacionalista de tipo soviético que se creía extinto y estimular la unión económica y militar de tres gigantes asiáticos: la Federación Rusa, China e Irán.

En el caso venezolano, la presencia serena e inteligente del Presidente Maduro a la cabeza de la alianza cívico militar, ha logrado ir desmantelando tanto la estructura logística como la operativa de la conspiración, arrinconando a la derecha fascista en una esquina del cuadrilátero. El Presidente Maduro no es un recién llegado a las luchas sociales. Desde su juventud estuvo relacionado con los sectores revolucionarias mas avanzados ideológicamente, en particular aquellos que hacían vida por ese entonces en nuestra facultad, la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV que era en aquellos tiempos como un faro ideológico de la izquierda latinoamericana La estrategia política del Presidente Maduro nos recuerda una supuesta frase del Mahatma Ghandi cuando este comenzó su lucha por la independencia de La India hace ya más de un siglo. Cuando le preguntaron cómo pensaba el vencer un imperio poderoso como el británico, el Mahatma respondió sencillamente: ellos tiene un punto flaco y nosotros lo descubriremos. De allí nació la tesis de la resistencia pacífica que acabó finalmente con la hegemonía mundial del Imperio Británico.

El otro grave error de los conspiradores de La Salida y sus mentores en el Departamento de Estado y en el Congreso de los Estados Unidos, fue creerse la mentira que ellos mismos vocean a los cuatro vientos: que Venezuela es una simple dictadura bananera. Ignoran, por supuesto la historia reciente de la Revolución Bolivariana Venezolana. Parecen no tomar en cuenta la existencia de una muy versátil y capacitada Fuerza Armada Nacional Bolivariana, preparada para pelear simultanea y eficazmente diferentes tipos de guerra: convencional, subversiva, mediática y económica, la cual forma parte muy importante y activa del gobierno cívico militar que conduce el Presidente Maduro.

Hoy es bueno recordar que a partir de los años sesenta del pasado siglo, la insurgencia armada de la izquierda venezolana desarrollo una estrategia militar para crear los diversos frentes guerrilleros armados, de forma simultánea con la constitución de estructuras sociopolíticas paralelas, sobre todo campesinas y obreras, que fueron echando las bases para una futura sociedad revolucionaria socialista. A pesar de la constante persecución y represión política que ejercían la Digepol, luego la Disip, y el DIM, aquellas estructuras se fueron consolidando territorialmente. Sobre aquella base, en la Revolución Bolivariana insurgió un sólido movimiento cooperativista, a veces anarquista democrático (en el buen sentido de dicho termino) reminiscente de la tesis de Kropotkin sobre La Ayuda Mutua y ahora francamente comunalista, democrático y revolucionario basado en el ecodesarrollo endógeno.

La Salida, por el contrario, no ha podido (ni podrá por ahora) convertirse en un movimiento de masas porque su acción política se fundamenta en la tesis del individuo soberano, aislado, neurotizado e incapaz de promover de sí acciones de masa. Por eso su penetración popular, hasta ahora, se limita al respaldo material individual que dan personas de ciertos barrios de clase media y alta a los terroristas guarimberos que son, en su mayor parte, personal a sueldo, paramilitares colombianos, mercenarios gringos o yihadistas, narcotraficantes, y delincuentes de origen marginal. Carentes de un verdadero proyecto de país, la Salida se conforma con expresar reivindicaciones demagógicas e instrumentales que solo conducen a estimular reacciones individuales de odio irracional.

El chavismo, por el contrario, ha logrado o ayudado en estos catorce años de revolución a ir consolidando desde abajo movimientos populares revolucionarios, así como una nueva institucionalidad social socialista cuya trama no siempre es visible ni siquiera para muchos revolucionarios, mucho menos para los fascistas. Esta red de movimientos sociales, conjuntamente con la alianza cívico-militar es como una telaraña que aprisiona los movimientos sediciosos de los ricos y contiene su furia destructiva.

¿Cuándo terminaremos con esta sedición armada de la derecha? Cuando logremos desmontar y destruir sin contemplaciones el tinglado que mantiene al terrorismo y la sedición, cuando logremos darle coherencia teórica, ideológica y funcional a las numerosas partes, experiencias y movimientos sociales que ya conforman el país, la formación socialista venezolana, cuando podamos definir y razonar claramente la frontera ideológica que nos separa históricamente de la formación burguesa venezolana, lo cual podría permitirnos establecer -sin claudicaciones- alianzas tácticas con sectores nacionalistas y progresista de la misma para cumplir con los objetivos estratégicos del Plan de la Patria.

Las viejas estructuras capitalistas de la sociedad mundial se enfrentan a una crisis de crecimiento. El capitalismo solo puede sobrevivir si su movimiento expansivo espacial se renueva cíclicamente. En la coyuntura actual, el capitalismo euromericano parece haber topado con las frontera de diversos sistema mundo que solo podría traspasar organizando nuevas aventuras bélicas que quizás resultarían muy onerosas política y militarmente..

Grandes cambios políticos aparecen en el horizonte político de Colombia, país donde tiene fuertes raíces financieras, logísticas y políticas la sedición armada fascista que golpea a Venezuela. La antigua hegemonía de los oligarcas colombianos, Uribe incluido, ya se encuentra en su fase de desprestigio y declinación, proceso que podría reflejarse, quizás, en una pérdida correlativa de poder en la derecha venezolana. El experimento neoliberal mexicano parece haber entrado ya en una grave fase de recesión económica: sus repercusiones podrían ser muy graves para la hegemonía capitalista de Estados Unidos en América Latina. Las reverberaciones de la aventura golpista emprendida por Estados Unidos y la OTAN en Ucrania ya ha determinado claramente, como ya dijimos, la existencia de un mundo multipolar donde el capitalismo tipo USA va cavando su tumba.

Nuestro gobierno bolivariano debe seguir actuando, en la coyuntura actual, con la serenidad de quien se sabe consciente de su poder al interior y al exterior de Venezuela.

mario.sanoja@gmail.com


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