La lección de Rigoberto Lanz tras su partida física

Recuerdo que el primer artículo que hizo el Maestro Rigoberto Lanz después de recuperarse de su última enfermedad lo tituló SIN DEBATE NADA. Ya la alegría de su escrito podría haber sido suficiente para mí, un ex alumno de la Escuela de Sociología de la Universidad del Zulia, en la década de los años setenta, pero el articulo tenía la médula, la tesis central de la filosofía y de la ciencia desde su aparición en los griegos, la cual era el llamado urgente al debate en torno a nuestra realidad y a la forma como se interpreta y se practica. Históricamente el debate nace en medio de situaciones socio culturales convulsionadas pero que piden la emergencia de la nuevo dentro de un contexto ético y honesto de todas las praxis del hombre. Así la Sociología nació del debate, del cuestionamiento de una realidad revolucionaria como lo fue la francesa de 1879, al explicar que la sociedad vivía en medio de una crisis terrible que la atormentaba ya que a pesar del esfuerzo revolucionario, seguían predominando en la práctica, todos los elementos y vicios de la sociedad feudal. Había que generar entonces una teoría sobre como seria la nueva sociedad: La tesis del orden y progreso, la tesis de la garantía de la ciencia y la tecnología para el desarrollo de las sociedad industrial que había superado las etapas teológicas y metafísicas. De este planteamiento nació el positivismo. Todos sabemos después la suerte de esta forma de pensamiento filosófico, científico y político, que al convertirlo en un paradigma se dogmatizo y se paralizo, sirviendo para las reformas y los pañitos calientes para abordar sin solucionar los problemas sociales. Igualmente el marxismo emergió de la crisis de la sociedad capitalista y de la crisis del pensamiento conservador y utópico de Europa a mediados del siglo XIX. Esto emergió del debate en caliente en el ambiente alemán. En definitiva lo importante es que sin del debate, la crisis de cualquier tipo, debe el personal hasta las civilizacionales no se puede levantar una idea nueva. Si hay una lección que aprender de Rigoberto Lanz, aquí en Venezuela y en América Latina es que este profesor universitario promovió, como eje de la acción del hombre y del universitario, la discusión, el debate abierto entre las diferencias. Esto sin descartar las propuestas de cambio social e institucional que propuso desde hace los años setenta. Sobre todo las propuestas de cambio universitario que lo llevo junto con Edgar MorIn y de intelectuales del mundo a realizar las críticas al modelo actual de universidades y la de proponer un nuevo modelo postmoderno y transdisciplinario de universidades. El Observatorio sobre la Reforma de la Educación Superior y sus diversos capítulos se colocaran en la vanguardia de discusión que convocó a centenares de profesores e investigadores para buscar ese nuevo modelo de universidad.

Rigoberto Lanz comprendió y ejerció la esencia de la dialéctica, en cuanto que en el encuentro hay unidad y lucha de contrarios, pero la lucha no para destruirse, sino para superarse, sino para generar la mejor síntesis de los opuestos, para crear una mejor circunstancia. Así lo ejercicio durante toda su vida: en la relación profesor –alumno, en la relación militante- pueblo. En la relación entre las naciones. Destaco la primera: la relación profesor.-alumno. Cuando fue nuestro profesor, nunca se impuso sobre sus alumnos, conducta muy común entre los profesores de la época que se aprovechaban de su formación, así mismo no quería un alumno que fuera un caletre de sus tesis sociológicas o de un paradigma de moda, lo que quería era un alumno que debatiera, que pensara sobre fundamentos epistemológicos y éticos para superar las tesis sociológicas fueran positivistas o marxistas, fueran funcionalistas o estructuralistas. Fueran propuestas por un norteamericano o por un ruso o chino. Pero no solo pedía critica por la crítica misma sino que de ella emergiera como una luz nuevos planteamientos propios de alumno y orientadores para todos los públicos. Él era para nosotros el auténtico maestro, no el simple profesor, era el maestro en todo su sentido. Y de maestro devenía el amigo que aun con su jerarquía académica invitaba a tomar un café a sus alumnos para seguir conversando, para seguir debatiendo. Lo cierto es que esta amigo se convertía en el centinela de la crítica y por ello uno veía sentido ir a sus clases, porque esta actitud nos protegía aun de nuestros errores de interpretación de jóvenes estudiantes. Sabíamos que íbamos a encontrar a un ser que nos escuchaba, con paciencia y con espera para que nos autocorrigiéramos y para pensar como debe ser. Después lo conocí nuevamente en el ejercicio de la docencia y cada vez que iniciamos un evento pensábamos en Rigoberto para que nos acompañara, no solo porque siempre estaba en la vanguardia del pensamiento mundial y Latinoamericano, sino porque sabíamos que con su presencia se abrían todas las posibilidades. En ese sentido fue siempre un pensador postmoderno en medio de una modernismo latinoamericano que ha optado por repetir modelos “conservadores” y “revolucionarios” que no solo se han producido en el norte, sino que en sí mismo se han agotado históricamente, en contra del propio hombre y de su ambiente. Una vez que los modelos sociopolíticos y económicos instaurados en América Latina como la social democracia, el social cristianismo, el militarismo, el populismo, el socialismo se aplican sin la mediación del debate de sus alcances y limitaciones empieza el cierre del pensamiento y por ende del mismo debate. Los beneficios a corto plazo unido a prácticas milenarias de la corrupción y de deshonestidad hacen que la tentación del poder de parte y parte, de la los oficialista y los de la oposición, cancelen el debate abierto fundamentado y sustentado en el arte y la ciencia del pensar crítico. Prefieren el canal mediático, y los anillos de poder y políticos de oficio estimulan todos los vicios que Lanz analizaba en sus escritos, mientras que los viejos problemas del sur siguen pendientes por resolver: la pobreza, la inseguridad, la exclusión, la seguridad alimentaria, el consenso político, la educación, la salud y el mismo transporte colectivo.

*Sociólogo, profesor jubilado de la Universidad del Zulia.

E-mail: evaristomendez22@gmail.com


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