Si las vacas hablaran, no existirían mataderos. Bretch.
Que Chávez sea malo, no significa que la Oposición sea buena. Anónimo
Muere el 2011 y nace el 2012, en lo político la Oposición retoma la vieja creencia mítica del aniquilamiento del mundo seguido de una nueva creación y de la instauración de la Edad de Oro, al anunciar el finiquito del régimen chavista y el advenimiento de una nueva era democrática, prospera y feliz para el país. Obviando y/o negando que lo viejo se prolonga en lo nuevo, por aquello de que sólo cosecharás lo que has sembrado.
Esperanza o Frustración: debates y encuestas.
La MUD está obligada a cumplir a pesar del riesgo, con el compromiso de las Primarias, promovidas como vía política de transformación y cambio y sustentadas en el acto de fé de una democracia directa y participativa, pero que en el transcurso de la praxis de la real politik, se (re) convirtió en el dogma liberal de la democracia representativa, como vía para elegir el candidato único. Que a la postre resulta ser la elección entre dos aspirantes, como bien lo proclama la instancia (pre) electoral de las encuestas: ¿Henrique o Pablo?
Las Primarias se han organizado y configurado según la publicidad electoral norteamericana que transcurre y discurre bajo los patrones del pragmatismo de la mercadotecnia: Se vende un candidato, quién lo compra. Así, los precandidatos se ofertan y promueven a través de los medios de comunicación: la TV y la prensa.
En los debates los (as) (pre) elegibles no articulan una sola idea original, un solo planteamiento brillante, ni un solo destello de lucidez que escape al lugar común o en su lugar al pseudo delirio de grandeza y de promesas irrefutables e inalcanzables. Y ante el primer encontronazo con el contendiente presidencial a vencer: “Primero gane ud. las primarias”, evidencian tener quijada de vidrio.
Sus propuestas políticas representan la sociedad que quisieran ser o dejar de ser, obviando lo que es y despreciando la imagen real por una imagen virtual que ilusione, legitime y justifique sus acciones del presente, pero con un marcado antagonismo al reconocimiento de su propia realidad, tiñendo su discurso por una suerte de contorno verbal borroso, donde nada se afirma, sino que todo se niega o se descalifica, perdiendo así el sentido de lo político, que se les evapora y solo pueden traducir en la nostalgia y el recuerdo.
Las encuestas marcan el inicio y no el punto final de la contienda electoral por la magistratura presidencial. No pueden por si solas imponer “un ganador”, no son mecanismos de toma de decisiones, sino solamente herramientas de medición de la opinión popular, en un momento específico sobre un tema particular, en este caso la intención de voto hacia un candidato en particular. Por lo qué nos permitimos plantear lo siguiente:
Al ser la población electoral convocada abierta- todos pueden votar sin distingo de inclinaciones políticas- ¿puede dársele el mismo peso al voto de los adversarios que a los reales y potenciales partidarios y aliados políticos?¿Que porcentaje de votantes determinaría su éxito o fracaso?
La “aceptación ciudadana” en abstracto, para determinar el mejor abanderado de la oposición, ¿permitirá descubrir el potencial del candidato para crecer electoralmente durante la campaña presidencial?. Esto incluiría no solamente su facilidad para conquistar el voto de la sobredimensionada clase media y de los malllamados Ni Ni; sino también su capacidad para captar a los “desesperanzados y frustrados” del chavismo, en especial los sectores populares. Advertencia: Se ha comprobado que el rechazo de los excluidos o de los pobres es una amenaza mayor que la abstención o el voto nulo de los ilustrados.
La trayectoria de los aspirantes también tendría que ser tomada en cuenta, pues los partidos de la derecha existen no solamente para conquistar el poder, sino también para transformar su ejercicio y rearticular así las relaciones Estado-Sociedad.
Al parecer sobre los presidenciales gravita el complejo de Macbeth: las sombras de los muertos rondan los debates, se sientan en la Mesa de la MUD y… firman, apesadumbrando a los aspirantes, que evitan o no soportan su mención. Lo mismo les pasa a los conversos políticos, a los tránsfugas, especialmente cuando no tienen la desfachatez genial de Talleyrand, para quien la lealtad es cuestión de fechas. Es difícil encontrar entre los precandidatos quien no tenga un oscuro y vergonzoso recuerdo y no haya construido su tabú sobre esa sombra.
De la misma manera que el enfermo moral retiene en su sub-consciente la vieja escena inconfesable, ellos la entierran en el recuerdo o camuflan en sus promesas y eslogans electorales: “hay un camino”, “victoria total”, “capitalismo popular”. Eufemismos que continúan actuando, por omisión, en su lenguaje y condicionan cada uno de sus movimientos y cada una de sus decisiones.
El espectáculo electoral de las Primarias está montado. Como en el drama todos tienen un poco de actor y un poco de espectador, donde los significados que se crean tienen algo de real y mucho de ilusorio, y donde las palabras se colman de un mágico sentido, con el cual los postulantes- actores intentan construir y controlar una realidad social que se les escapa de las lenguas.
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